Qazan
Qazan
19-10-2024, 02:59 PM
Para mi desgracia, Juuken se había estado preparando en la cubierta del barco. Todo el tiempo que yo había permanecido bajo el agua él lo había empleado para cargar su devastador ofensiva. Nada más salí del agua y apenas puse un solo dedo en la cubierta se lanzó contra mí con sus dos espadas bien en alto. Apenas tuve tiempo de prepararme para amortiguar el daño pues aunque veía sus intenciones apenas escasos segundos mientras caía a cubierta, su absurda velocidad hacia que apenas si tuviese tiempo de colocarme en posición y no caer fuera del barco.
Colocando mis brazos a tiempo pude evitar que provocase heridas graves por delante del cuerpo e incluso salvar los órganos, pero ataque era muy poderoso. Luego de aquel golpazo y como última ofensiva, realicé mi movimiento final poniendo sobre las mesa las últimas energías que me quedaban. El desgaste de aquella pelea estaba siendo muy intenso y ya no podría ni siquiera moverme para su siguiente ataque si se diese el caso. Pero de seguro que lo que se le venía encima le pillaba totalmente por sorpresa.
Tras su brutal acometida, Juuken quedó detrás de mi dejando muy poco espacio entre él y la barandilla de la cubierta. Sabía que el cuerpo a cuerpo iba a ser una locura y no tenía absolutamente ningún recurso más al que recurrir o aferrarme, era todo o nada. Nada más ser acuchillado por sus espadas, me di media vuelta y le apliqué mi técnica suicida. Aprovechando la cercanía entre ambos aproveché para agarrar con mis brazos a los suyos y, envolviendo su cintura con mi cola, le até fuertemente contra mi. Sabía de sobra lo que se venía, iba a volver a sacar esas cosas puntiagudas de su cuerpo, pero no me quedaba otra opción más que aguantar el dolor y dar el todo por el todo. Con él firmemente sujeto, di un salto para precipitarnos al mar.
Esto era sencillo, si conseguía zafarse, a mi no me quedaban más energías para seguir combatiendo. Si por el contrario, mi contrataque le pillaba por sorpresa y acabábamos en el mar, luego de que perdiese fuerzas por la maldición de las frutas del diablo, simplemente volvería a cubierta con él en mis brazos. Todo o nada, ganar o perder. Aquella era mi resolución ante una batalla con tremendo desgaste. Mi buen amigo había luchado con mucho valor y coraje, esas triquiñuelas me habían pillado totalmente desprevenido y ni digamos combatir espadas con las manos, de toda aquella acción me quedaba con el orgullo de haberle visto convertirse en un formidable guerrero, sin duda podía valerse por si mismo y era natural que Lance lo hubiese convertido en su segundo al mando. Lo único donde le martirizaría a partir de ahora sería con su terrorífica decisión de comerse una de esas cosas asquerosas malditas.
Colocando mis brazos a tiempo pude evitar que provocase heridas graves por delante del cuerpo e incluso salvar los órganos, pero ataque era muy poderoso. Luego de aquel golpazo y como última ofensiva, realicé mi movimiento final poniendo sobre las mesa las últimas energías que me quedaban. El desgaste de aquella pelea estaba siendo muy intenso y ya no podría ni siquiera moverme para su siguiente ataque si se diese el caso. Pero de seguro que lo que se le venía encima le pillaba totalmente por sorpresa.
Tras su brutal acometida, Juuken quedó detrás de mi dejando muy poco espacio entre él y la barandilla de la cubierta. Sabía que el cuerpo a cuerpo iba a ser una locura y no tenía absolutamente ningún recurso más al que recurrir o aferrarme, era todo o nada. Nada más ser acuchillado por sus espadas, me di media vuelta y le apliqué mi técnica suicida. Aprovechando la cercanía entre ambos aproveché para agarrar con mis brazos a los suyos y, envolviendo su cintura con mi cola, le até fuertemente contra mi. Sabía de sobra lo que se venía, iba a volver a sacar esas cosas puntiagudas de su cuerpo, pero no me quedaba otra opción más que aguantar el dolor y dar el todo por el todo. Con él firmemente sujeto, di un salto para precipitarnos al mar.
Esto era sencillo, si conseguía zafarse, a mi no me quedaban más energías para seguir combatiendo. Si por el contrario, mi contrataque le pillaba por sorpresa y acabábamos en el mar, luego de que perdiese fuerzas por la maldición de las frutas del diablo, simplemente volvería a cubierta con él en mis brazos. Todo o nada, ganar o perder. Aquella era mi resolución ante una batalla con tremendo desgaste. Mi buen amigo había luchado con mucho valor y coraje, esas triquiñuelas me habían pillado totalmente desprevenido y ni digamos combatir espadas con las manos, de toda aquella acción me quedaba con el orgullo de haberle visto convertirse en un formidable guerrero, sin duda podía valerse por si mismo y era natural que Lance lo hubiese convertido en su segundo al mando. Lo único donde le martirizaría a partir de ahora sería con su terrorífica decisión de comerse una de esas cosas asquerosas malditas.