Lemon Stone
MVP
19-10-2024, 06:02 PM
Escuchó una voz que le decía que de todas se salía, incluso de una mala resaca. Buscó el origen de la voz, pero no encontró nada. ¿Sería acaso la voz de su consciencia? Difícil, nunca había escuchado algo así. Aguzó la vista y prestó más atención solo para encontrarse con el dueño de la voz: un pequeño no-roedor que iba borracho. Ya le caía bien, no por ser enano y gracioso, sino por estar borracho en mitad de una batalla campal. Iban a ser buenos amigos, eso seguro.
-¡Un gusto, compañero! ¿Te habían dicho que das mucho, mucho miedo? Joder, casi me hago encima cuando te vi. ¿Te puedo hacer una pregunta para nada ofensiva y completamente normal? -le preguntó a Leviatán, solo que ni siquiera esperó su respuesta-. ¿Qué es más grande? ¿Esa casa de ahí o una caca tuya?
-Tú… ¿Qué mierda eres? ¿Un hada? -le preguntó al enano, intentando encontrar la respuesta en su larga lista mental de razas extraordinarias-. ¿O estoy drogado? Disculpa, no quise sonar ofensivo, pero la guerra me pone tenso, nervioso.
Dicho lo dicho, y como si se tratara de un concurso de tamaños bizarros, se giró con el rostro pálido al ver semejante monstruo que el hada había llamado Umibizou. Necesitaría nuevas neuronas para crear tantos sobrenombres… El miedo se apoderó de él por unos instantes, pero se le pasó cuando se enteró de que el monstruo era un aliado. Sabía que el Ejército Revolucionario aceptaba a toda clase de gente que quisiera luchar contra las Fuerzas Opresoras y defender los Territorios Libres, pero a estas alturas de la vida más que una Armada Rebelde parecían un circo de fenómenos, y él siendo el primero. ¿Qué clase de idiota lleva una máscara de corazón? Al final, decidió ignorar convenientemente las apariencias de sus nuevos camaradas y fijarse en lo importante: el amor.
-¿Quieres robarte el barco, Castor? La última vez que estuviste en un barco de la Marina lo incendiaste, ¿recuerdas? ¿También quieres quemar este? -le preguntó con genuina curiosidad-. Al final nos terminarán demandando por crímenes medioambientales, que echamos mucho humo al cielo con tanto incendio.
Escuchó a la voz de su compañero, que había demostrado ser tan solo un poco más listo que Lemon, y al instante decidió que lo acompañaría al castillo. Quería luchar, estar en el frente de combate alzando el estandarte de la Revolución, pero por sobre todas las cosas… Quería ver a la Reina. Se había obsesionado con ella y no porque fuera atractiva y seguramente tuviera una personalidad de mierda, dominante y asquerosamente opresiva, sino porque representaba todo lo que estaba en contra de la Causa. Ella misma conocería el sentido de la opresión al no poder librarse de la buena voluntad de Lemon.
-¡Voy contigo, camarada! ¿Pero estás seguro de que es buena idea subirnos en la espalda de Leviatán? -No se le había ocurrido mejor apodo que ese para un monstruo como su recién conocido camarada-. Espero que si caigo al agua una sirena hermosa venga a rescatarme, últimamente no sé qué diablos me pasa, pero no puedo nadar. Solo me hundo, maldita sea, ¿será que estoy muy gordo? Dejaré de comer tanta comida chatarra.
Y dicho lo dicho, Lemon se dirigió a la espalda de Leviatán para irse al castillo.