Este lugar era todo un descubrimiento, por la cara del viejete pude deducir que aqui no estaban para nada acostumbrados a la gente de los mares, los Gyojin. Parecía algo malhumorado pues pensaba que nuevamente uno de los dos combatientes le reclamaba atencion. Luego de percatarse de lo enorme que era cambió totalmente el gesto de su cara e incluso se le pudo ver un lado más “amable”, puede que porque viese lo absurdo de mi tamaño o que le intimidase ver a un Gyojin tan de cerca pues, cómo él mismo dijo, no era común ver a mi gente por esta isla
El viejete tenía curiosidad por el motivo de mi visita a DemonTooth. “Buena pregunta”, pensé para mi mismo pues realmente habíamos acabado en la villa simplemente por el curso natural de nuestro viaje. Sin embargo y aunque no fuera un lugar que me llamase la atención en primera instancia, ver la cultura de artes marciales que reinaba en la villa junto con las maravillas arquitectónicas que estaba viendo ese día habían hecho que cambiase de opinión. Posiblemente hasta el momento era la isla que mayor interés me había generado.
-Verá señor-. Comencé intuyendo que este señor tenía pinta de ser toda una institución aquí en la isla. - Por lo que he visto usted parece tener un vasto conocimiento sobre artes marciales, y me gustaría que me ayudase a derrumbar la pared que tengo ahora delante mía-. El viejete imponía respeto con su sola presencia, ser rudo con él no me llevaría a ningún lado aunque como último recurso siempre podria retar a su dojo, escuela o lo que sea que tuviese, por otro lado eso me buscaría muchos problemas con los lugareños y, en el peor de los casos hasta alcanzaría a salpicar al resto de la banda. - ¿Podría indicarme dónde puedo encontrar al maestro del muchacho de los mitones? -. Le pregunté pues, al ver la katana que le colgaba del costado, este señor como mucho podría ser algún maestro de esgrima, y no es lo que buscaba precisamente.
-Quiero seguir mejorando mis habilidades y mi técnica como luchador, pero necesito el consejo de alguien sabio que me adiestre-. Le dije sin pelos en la lengua. Seguramente al viejete le pillaría de sorpresa tanta sinceridad repentina, pero si quería poder proteger a mi banda necesitaba mejorar mis habilidades como artista marcial cuanto antes.
El viejete tenía curiosidad por el motivo de mi visita a DemonTooth. “Buena pregunta”, pensé para mi mismo pues realmente habíamos acabado en la villa simplemente por el curso natural de nuestro viaje. Sin embargo y aunque no fuera un lugar que me llamase la atención en primera instancia, ver la cultura de artes marciales que reinaba en la villa junto con las maravillas arquitectónicas que estaba viendo ese día habían hecho que cambiase de opinión. Posiblemente hasta el momento era la isla que mayor interés me había generado.
-Verá señor-. Comencé intuyendo que este señor tenía pinta de ser toda una institución aquí en la isla. - Por lo que he visto usted parece tener un vasto conocimiento sobre artes marciales, y me gustaría que me ayudase a derrumbar la pared que tengo ahora delante mía-. El viejete imponía respeto con su sola presencia, ser rudo con él no me llevaría a ningún lado aunque como último recurso siempre podria retar a su dojo, escuela o lo que sea que tuviese, por otro lado eso me buscaría muchos problemas con los lugareños y, en el peor de los casos hasta alcanzaría a salpicar al resto de la banda. - ¿Podría indicarme dónde puedo encontrar al maestro del muchacho de los mitones? -. Le pregunté pues, al ver la katana que le colgaba del costado, este señor como mucho podría ser algún maestro de esgrima, y no es lo que buscaba precisamente.
-Quiero seguir mejorando mis habilidades y mi técnica como luchador, pero necesito el consejo de alguien sabio que me adiestre-. Le dije sin pelos en la lengua. Seguramente al viejete le pillaría de sorpresa tanta sinceridad repentina, pero si quería poder proteger a mi banda necesitaba mejorar mis habilidades como artista marcial cuanto antes.