Galhard
Gal
20-10-2024, 12:39 AM
Galhard, con las manos firmes en sus espadas y los ojos clavados en los dos gyojins cangrejo, sentía la furia arder en su pecho. El peso de la muerte de sus compañeros se le hacía insoportable, y la imagen de los marines caídos, degollados por las pinzas de esos brutales asesinos, quedó grabada en su mente. La sangre derramada por aquellos hombres, que habían jurado servir y proteger bajo la bandera de la Marina, no se detendría hasta que los culpables pagaran.
— ¿Sabéis lo que habéis hecho? —su voz salió ronca, cargada de dolor y rabia — Esos hombres… ellos confiaban en que podríamos regresar todos juntos. Lucharon por proteger lo que es correcto, por un mundo en el que criaturas como vosotros no pueden caminar sobre la vida de otros como si no tuviera valor.—
Galhard mantenía su mirada fija en los gyojins cangrejo, su rostro endurecido por la mezcla de dolor y rabia. Sabía que la justicia que él defendía no era perfecta, y que el destino que les aguardaba a esas criaturas era uno que nunca había apoyado por completo. La esclavitud era una aberración en sus ojos, un destino cruel y despiadado que no debería existir en ningún rincón del mundo. Sin embargo, cuando se trataba de asesinos como ellos, que habían degollado sin piedad a dos marines que sólo hacían su deber, el sentido de justicia se retorcía en él.
— Nunca he creído que ningún ser vivo merezca ser encadenado como un objeto —murmuró, su voz más baja, como si hablara más para sí mismo que para los gyojins —La esclavitud es una mancha en este mundo, una abominación que debería erradicarse. Pero... —su mirada se endureció aún más —Cuando veo lo que habéis hecho, el desprecio con el que habéis tratado la vida de esos dos hombres… entiendo por qué algunos creen que para monstruos como vosotros, la muerte no es suficiente.—
Galhard respiró profundamente, intentando calmar la tormenta de emociones que hervía en su interior. Sabía que, en el fondo, el destino que les aguardaba a esos gyojins en Tierra Santa sería terrible. Sabía que ese castigo sería más cruel que cualquier cosa que él pudiera infligirles aquí y ahora.
— No creáis que disfruto de esto. —Su voz resonó con un tono amargo —No creo que nadie deba pasar por la esclavitud. Pero mirad lo que habéis hecho. Habéis matado sin vacilar, habéis asesinado a hombres que sólo hacían su deber. Y ahora, enfrentaréis las consecuencias de vuestras acciones. Quizás, en un lugar donde os traten como a las bestias que habéis demostrado ser, entendáis el horror que habéis causado.—
Los recuerdos de los cuerpos de los marines degollados seguían frescos en su mente, llenando su corazón de una tristeza que solo alimentaba su determinación.
— No mataré porque no soy como vosotros. No me rebajaré a ese nivel. Pero os aseguro que lo que os espera en Tierra Santa es un destino peor que la muerte. Porque allí no seréis más que mercancía. Allí pagaréis, no solo por los crímenes que habéis cometido hoy, sino por cada vida inocente que habéis destruido.—
Su mirada se llenó de una fría resolución. Aunque no apoyaba la esclavitud, en casos como este, donde la brutalidad y la crueldad habían alcanzado tal nivel, sabía que ese destino era acorde al crimen.
— Cuando os marquen, cuando seáis vendidos y tratados como objetos, recordaréis este momento. Recordaréis que elegisteis el camino de la violencia, que os atrevisteis a arrancar vidas inocentes. Y sabréis que, aunque no os quité la vida, os aseguré el peor destino posible.—murmuró Galhard con frialdad mientras sus manos se deslizaban hacia las empuñaduras de sus tres espadas
Se preparó para desatar el poder de sus espadas, sus movimientos fluidos pero cargados de ira y justicia.
El estilo de las tres espadas era perfecto para esta situación, y él estaba listo para darles una lección que no olvidarían. No tenía intención de matarlos, pero tampoco iban a salir ilesos. El castigo que les esperaba sería severo, suficiente para que comprendieran la gravedad de su error al atacar a la Marina y a sus compañeros.
Galhard cruzó sus brazos mientras sostenía las espadas, creando una imagen aterradora mientras su aura se intensificaba. En su rostro se dibujaba una determinación inquebrantable. El aire a su alrededor parecía vibrar con el poder concentrado en sus espadas, y en un solo movimiento, avanzó a toda velocidad.
— ¡Tres Espadas! — gritó, lanzándose contra los dos gyojins cangrejos con un sprint demoledor.
Las tres espadas cortaron el aire con precisión letal, creando un abanico de acero que se extendía a tres metros a cada lado. Los gyojins apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de ser golpeados por la ráfaga de cortes que los atravesó. Las pinzas que habían usado para matar a los marines se desmoronaron ante la fuerza de los cortes, dejando una huella de destrucción a su paso.
Daño:
Golpe básico + [Fuerza x2.3] de daño cortante
Santoryu: Expande el ataque en un área de 3 metros, golpeando a ambos gyojins.
Los dos gyojins retrocedieron, sorprendidos por la potencia del ataque. Aunque no eran mortales, los cortes infligidos por Galhard eran lo suficientemente profundos como para debilitarlos considerablemente. Pero no había terminado aún.
Segunda AcciónSantoryuu) Nitoryu Iai - Tora Gari
Rápido como el relámpago, Galhard adoptó la postura de Nitoryu Iai, empuñando las dos espadas en sus manos mientras la tercera permanecía en su boca. Su cuerpo estaba listo para el ataque, y la imagen de un tigre feroz se materializó tras él.
— ¡Tora Gari! —gritó, liberando una furiosa ráfaga de cortes descendentes que parecían las fauces de un tigre que se abalanzaba sobre su presa.
El primer gyojin fue alcanzado por los cortes directos, sus pinzas saltaron por el aire mientras el daño se profundizaba, causando un grito de dolor desgarrador. El segundo, aunque más ágil, no pudo evitar ser arrastrado por la técnica, sufriendo cortes en sus extremidades.
Daño:
[Destreza x2.6] de daño cortante
+5 [Destreza] durante la técnica
-45 de energía
Galhard, aún con el corazón ardiendo por la muerte de sus compañeros, se mantuvo firme. Los gyojins, aunque severamente heridos, seguían en pie, pero ahora sabían que el capitán que pretendían capturar no sería una presa fácil.
— Rendirse sería la mejor opción antes de que os deje sin extremidades... Total, ya las regeneraréis si sois marisco de camino a vuestro destino...—dijo con voz gélida, sus espadas aún vibrando con el poder de sus ataques.
Haki: 210
— ¿Sabéis lo que habéis hecho? —su voz salió ronca, cargada de dolor y rabia — Esos hombres… ellos confiaban en que podríamos regresar todos juntos. Lucharon por proteger lo que es correcto, por un mundo en el que criaturas como vosotros no pueden caminar sobre la vida de otros como si no tuviera valor.—
Galhard mantenía su mirada fija en los gyojins cangrejo, su rostro endurecido por la mezcla de dolor y rabia. Sabía que la justicia que él defendía no era perfecta, y que el destino que les aguardaba a esas criaturas era uno que nunca había apoyado por completo. La esclavitud era una aberración en sus ojos, un destino cruel y despiadado que no debería existir en ningún rincón del mundo. Sin embargo, cuando se trataba de asesinos como ellos, que habían degollado sin piedad a dos marines que sólo hacían su deber, el sentido de justicia se retorcía en él.
— Nunca he creído que ningún ser vivo merezca ser encadenado como un objeto —murmuró, su voz más baja, como si hablara más para sí mismo que para los gyojins —La esclavitud es una mancha en este mundo, una abominación que debería erradicarse. Pero... —su mirada se endureció aún más —Cuando veo lo que habéis hecho, el desprecio con el que habéis tratado la vida de esos dos hombres… entiendo por qué algunos creen que para monstruos como vosotros, la muerte no es suficiente.—
Galhard respiró profundamente, intentando calmar la tormenta de emociones que hervía en su interior. Sabía que, en el fondo, el destino que les aguardaba a esos gyojins en Tierra Santa sería terrible. Sabía que ese castigo sería más cruel que cualquier cosa que él pudiera infligirles aquí y ahora.
— No creáis que disfruto de esto. —Su voz resonó con un tono amargo —No creo que nadie deba pasar por la esclavitud. Pero mirad lo que habéis hecho. Habéis matado sin vacilar, habéis asesinado a hombres que sólo hacían su deber. Y ahora, enfrentaréis las consecuencias de vuestras acciones. Quizás, en un lugar donde os traten como a las bestias que habéis demostrado ser, entendáis el horror que habéis causado.—
Los recuerdos de los cuerpos de los marines degollados seguían frescos en su mente, llenando su corazón de una tristeza que solo alimentaba su determinación.
— No mataré porque no soy como vosotros. No me rebajaré a ese nivel. Pero os aseguro que lo que os espera en Tierra Santa es un destino peor que la muerte. Porque allí no seréis más que mercancía. Allí pagaréis, no solo por los crímenes que habéis cometido hoy, sino por cada vida inocente que habéis destruido.—
Su mirada se llenó de una fría resolución. Aunque no apoyaba la esclavitud, en casos como este, donde la brutalidad y la crueldad habían alcanzado tal nivel, sabía que ese destino era acorde al crimen.
— Cuando os marquen, cuando seáis vendidos y tratados como objetos, recordaréis este momento. Recordaréis que elegisteis el camino de la violencia, que os atrevisteis a arrancar vidas inocentes. Y sabréis que, aunque no os quité la vida, os aseguré el peor destino posible.—murmuró Galhard con frialdad mientras sus manos se deslizaban hacia las empuñaduras de sus tres espadas
Se preparó para desatar el poder de sus espadas, sus movimientos fluidos pero cargados de ira y justicia.
El estilo de las tres espadas era perfecto para esta situación, y él estaba listo para darles una lección que no olvidarían. No tenía intención de matarlos, pero tampoco iban a salir ilesos. El castigo que les esperaba sería severo, suficiente para que comprendieran la gravedad de su error al atacar a la Marina y a sus compañeros.
Galhard cruzó sus brazos mientras sostenía las espadas, creando una imagen aterradora mientras su aura se intensificaba. En su rostro se dibujaba una determinación inquebrantable. El aire a su alrededor parecía vibrar con el poder concentrado en sus espadas, y en un solo movimiento, avanzó a toda velocidad.
— ¡Tres Espadas! — gritó, lanzándose contra los dos gyojins cangrejos con un sprint demoledor.
Las tres espadas cortaron el aire con precisión letal, creando un abanico de acero que se extendía a tres metros a cada lado. Los gyojins apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de ser golpeados por la ráfaga de cortes que los atravesó. Las pinzas que habían usado para matar a los marines se desmoronaron ante la fuerza de los cortes, dejando una huella de destrucción a su paso.
Daño:
Golpe básico + [Fuerza x2.3] de daño cortante
Santoryu: Expande el ataque en un área de 3 metros, golpeando a ambos gyojins.
Los dos gyojins retrocedieron, sorprendidos por la potencia del ataque. Aunque no eran mortales, los cortes infligidos por Galhard eran lo suficientemente profundos como para debilitarlos considerablemente. Pero no había terminado aún.
Segunda AcciónSantoryuu) Nitoryu Iai - Tora Gari
Rápido como el relámpago, Galhard adoptó la postura de Nitoryu Iai, empuñando las dos espadas en sus manos mientras la tercera permanecía en su boca. Su cuerpo estaba listo para el ataque, y la imagen de un tigre feroz se materializó tras él.
— ¡Tora Gari! —gritó, liberando una furiosa ráfaga de cortes descendentes que parecían las fauces de un tigre que se abalanzaba sobre su presa.
El primer gyojin fue alcanzado por los cortes directos, sus pinzas saltaron por el aire mientras el daño se profundizaba, causando un grito de dolor desgarrador. El segundo, aunque más ágil, no pudo evitar ser arrastrado por la técnica, sufriendo cortes en sus extremidades.
Daño:
[Destreza x2.6] de daño cortante
+5 [Destreza] durante la técnica
-45 de energía
Galhard, aún con el corazón ardiendo por la muerte de sus compañeros, se mantuvo firme. Los gyojins, aunque severamente heridos, seguían en pie, pero ahora sabían que el capitán que pretendían capturar no sería una presa fácil.
— Rendirse sería la mejor opción antes de que os deje sin extremidades... Total, ya las regeneraréis si sois marisco de camino a vuestro destino...—dijo con voz gélida, sus espadas aún vibrando con el poder de sus ataques.