Airgid Vanaidiam
Metalhead
20-10-2024, 03:41 AM
Era curioso cómo la sonrisa de Lemon se podía intuir aún a través de la máscara. Lo notó cuando hizo aquel comentario sobre sus padres y lo bien que se lo tendrían que pasar en sus ratos libres. La respuesta de Entrañas cambió la manera en la que Airgid le miraba, como con un sutil toque de curiosidad y picardía. Parecía querer seguir el mismo camino que sus progenitores, compartiendo con ella las ganas que tenía por tener una ingente cantidad de hijos. — Ja, no, no tengo... aún. — ¿Quería tener hijos algún día? Sí, Airgid tenía claro que sí, pero lo cierto es que aún no se visualizaba con nadie en concreto. Sí, había un par de hombres que le llamaban la atención... pero era demasiado pronto como para pensar siquiera en formar una familia. — Pero no me desagrada la idea de una familia numerosa. — Quizás se debiera a que ella nunca había tenido una familia como tal. Por mucho que considerase a sus amigos unos hermanos... sabía que no era lo mismo. — Implica muchíiiisima diversión. — Comentó con una sonrisa, refiriéndose a eso que hacen los adultos cuando se quieren mucho mucho y se juntan y siembran semillitas de amor.
Escuchar su discurso sobre lo que significaba la revolución para él fue desde luego... un discurso. Por suerte había mencionado algo de lo que ella entendía un pelín. — Oh, no te creas que es tan complicao, eh. Justo es un tema del que entiendo bastante. La ingeniería y la biología son en realidá bastante parecías. El cuerpo funciona como una máquina en sí mismo, con su cableado, su combustible... dentro de poco podremos modificar el adn con la misma facilidad como quién instala un nuevo frigorífico. — Hablaba con entusiasmo, con orgullo, con determinación. Se le notaba en la cara, incluso. Lo decía en serio, con la misma seguridad como que el sol sale por el este. — Pero tienes razón, aunque podamos volver guapos a los feos, hay que respetar a todos, sean cómo sean. — Concluyó, dándole la razón. Ella al fin y al cabo no estaba para hablar muy alto, muchos la juzgaban por faltarle una pierna, les parecía raro o incluso asqueroso. Esos tipos solían acabar con la cabeza reventada en el suelo.
La cercanía de su rostro con aquella preciosa y sangrienta máscara podría haber resultado seductora, electrizante cuanto menos. Resultaba complicado para la rubia ocultar lo mucho que le gustaba no poder ver la cara de aquel hombre. Pero su comentario rompió cualquier atisbo de coqueteo que pudiera haber llegado a desarrollarse entre ellos. La mujer torció el rostro, y antes de alejarse le colocó toda la mano derecha sobre la máscara, empujándole un poco hacia atrás. — Me da igual que te guste o no, Entrañas. Es tu apodo y punto, no es una elección que puedas aprobar. — Soltó, afilada como la hoja de un cuchillo. Aunque si era lo suficientemente avispado, Lemon podría haberse dado cuenta de la sonrisilla de su comisura antes de dirigirse a la puerta.
Cruzaron el umbral, primero el de la habitación y luego el del hostal. Sabía que su pregunta acerca de lo paranormal le pondría un poco nervioso, y la verdad, se lo merecía por haber dicho algo tan grosero acerca de su aliento. ¿Qué se creía? Como si él oliera a rosas, parecía no haberse duchado en una quincena, como mínimo. Ahora le tocaba hacerse un poco la digna. Y devolvérsela, si podía. — Así que nunca has hecho un exorcismo... — Mencionó con curiosidad. Entrañas sacó un mapa... "casero", que digamos, antes de anunciar que debían ir al este. Airgid se dedicó a seguirle, dando saltitos. Para cualquiera podría ser un coñazo, algo tremendamente cansino. Ella ya estaba hecha. — Si quieres, puedo enseñarte. Pero antes deberíamos hacer una ouija o un ritual para invocar a algún espíritu. Y entonces podrás añadirlo a ese "Manual" que mencionas, así sabrás qué hacer la próxima vez. — Estaba mintiendo como una maldita condenada. No sabía hacer un exorcismo, nunca había hecho uno. Sí que había jugado a la ouija alguna vez, de chavala, haciendo el tonto, y tenía un amigo que creía en los espíritus fervientemente y que le había intentado explicar varias cosas del tema. Pero estaba improvisando como una cabrona. — ¿Qué es el "Manual", por cierto? ¿Algo de tu familia? — Preguntó con naturalidad, pasando de un tema a otro despreocupadamente. No sabía si el lugar les quedaba lejos o cerca, el mapa de Entrañas era un puto caos, así que no estaba mal hacer un poco de conversación por el camino.
Escuchar su discurso sobre lo que significaba la revolución para él fue desde luego... un discurso. Por suerte había mencionado algo de lo que ella entendía un pelín. — Oh, no te creas que es tan complicao, eh. Justo es un tema del que entiendo bastante. La ingeniería y la biología son en realidá bastante parecías. El cuerpo funciona como una máquina en sí mismo, con su cableado, su combustible... dentro de poco podremos modificar el adn con la misma facilidad como quién instala un nuevo frigorífico. — Hablaba con entusiasmo, con orgullo, con determinación. Se le notaba en la cara, incluso. Lo decía en serio, con la misma seguridad como que el sol sale por el este. — Pero tienes razón, aunque podamos volver guapos a los feos, hay que respetar a todos, sean cómo sean. — Concluyó, dándole la razón. Ella al fin y al cabo no estaba para hablar muy alto, muchos la juzgaban por faltarle una pierna, les parecía raro o incluso asqueroso. Esos tipos solían acabar con la cabeza reventada en el suelo.
La cercanía de su rostro con aquella preciosa y sangrienta máscara podría haber resultado seductora, electrizante cuanto menos. Resultaba complicado para la rubia ocultar lo mucho que le gustaba no poder ver la cara de aquel hombre. Pero su comentario rompió cualquier atisbo de coqueteo que pudiera haber llegado a desarrollarse entre ellos. La mujer torció el rostro, y antes de alejarse le colocó toda la mano derecha sobre la máscara, empujándole un poco hacia atrás. — Me da igual que te guste o no, Entrañas. Es tu apodo y punto, no es una elección que puedas aprobar. — Soltó, afilada como la hoja de un cuchillo. Aunque si era lo suficientemente avispado, Lemon podría haberse dado cuenta de la sonrisilla de su comisura antes de dirigirse a la puerta.
Cruzaron el umbral, primero el de la habitación y luego el del hostal. Sabía que su pregunta acerca de lo paranormal le pondría un poco nervioso, y la verdad, se lo merecía por haber dicho algo tan grosero acerca de su aliento. ¿Qué se creía? Como si él oliera a rosas, parecía no haberse duchado en una quincena, como mínimo. Ahora le tocaba hacerse un poco la digna. Y devolvérsela, si podía. — Así que nunca has hecho un exorcismo... — Mencionó con curiosidad. Entrañas sacó un mapa... "casero", que digamos, antes de anunciar que debían ir al este. Airgid se dedicó a seguirle, dando saltitos. Para cualquiera podría ser un coñazo, algo tremendamente cansino. Ella ya estaba hecha. — Si quieres, puedo enseñarte. Pero antes deberíamos hacer una ouija o un ritual para invocar a algún espíritu. Y entonces podrás añadirlo a ese "Manual" que mencionas, así sabrás qué hacer la próxima vez. — Estaba mintiendo como una maldita condenada. No sabía hacer un exorcismo, nunca había hecho uno. Sí que había jugado a la ouija alguna vez, de chavala, haciendo el tonto, y tenía un amigo que creía en los espíritus fervientemente y que le había intentado explicar varias cosas del tema. Pero estaba improvisando como una cabrona. — ¿Qué es el "Manual", por cierto? ¿Algo de tu familia? — Preguntó con naturalidad, pasando de un tema a otro despreocupadamente. No sabía si el lugar les quedaba lejos o cerca, el mapa de Entrañas era un puto caos, así que no estaba mal hacer un poco de conversación por el camino.