No podía estar mas de acuerdo con ella, si es que no lo había expresado lo suficiente en toda la interacción que habían tenido hasta el momento. Si tan solo pudiera eliminar las traumáticas experiencias pasadas en un parpadeo, sería un evento maravilloso digno de celebrar a la posteridad. Pero sanar de herias tan profundas, y tan cicatrizadas, era algo que requería de mucha paciencia, mucha dedicación y... un buen aporte de quienes eran mas cercanos. Ningún corazón podía jamás sanar completamente en absoluta soledad, solo cerrar todo bajo llave y gritar al vacío. Una triste realidad que ojalá fuese capaz de cambiar, pero no todo podía rehacerse a su mejor estado con el chasquido de unos dedos.
Por ahora, el enfoque principal debía ser la raíz y causa de todos esos problemas. Esas personas que, con su mente corrupta, se dedicaban día y noche a marcar con su malicia a almas que no tenían nada que ver. Hasta que de pronto sí, y no tenían voz ni voto en lo que les seguiría. Nadie, sin importar su pasado, merecía tal conjunto de maleficios hacia su persona.
Las palabras de halago que la sirena dirigía hacia él le producían una calidez indescriptible en su pecho que, sinceramente, era un sentimiento solo comparable con la razón por la que ella le dedicaba esas palabras en primer lugar: Ayudarla a recuperar su propia luz, sin importar qué tan al fondo del túnel intentara ocultarse. Admitía que en parte le avergonzaba recibir palabras tan bonitas con tal soltura, esto era algo a lo que nunca sería completamente inmune, y aun así, la reacción inmediata que tendría seria la de una pequeña risa muy suave entre dientes, además del crecimiento de su sonrisa.
Si podía estar por y para alguien más en su peor día, había cumplido a pie de la letra su objetivo. Si podía ayudar a brindar descanso a un corazón y mente heridas, no podía haber otra reacción sino la de alegrarse por haber aportado de su parte para mejorar una vida para bien, sin importar a qué magnitud fuera.
Negó con la cabeza suavemente, sin borrar la amplia sonrisa en su rostro. — No tienes nada que agradecerme. Mientras puedas sentirte mejor y seguir adelante, eso ya es agradecimiento suficiente. — Pausó un momento, escuchándola hacer referencia al grupo misterioso. No sonreía más porque la mueca seguramente se le saldría del rostro de manera caricaturesca. — Y mientras mantengas ese deseo en tu pecho, estoy seguro que eventualmente llegarás a ellos, por mera coincidencia o por mano de alguien. Las buenas intenciones siempre se ven atraídas por buenas intenciones. — Comentó, esperanzado. Si no era el primero en introducirle al grupo, como mínimo intentaría ser quien le pegara la sorpresa mas grande. ¡Como tenía que ser!
La conversación regresó a un estado donde podía progresar nuevamente, quizá no como momentos antes de las grandes revelaciones que habían hecho al otro, pero definitivamente en un punto mucho mejor que después de los mencionados eventos. Eso le agradaba, a falta de decir que le encantaba. — ¡No seas modesta! En el poco tiempo que llevo aquí me has enseñado unas cuantas cosas nuevas, y me has ayudado a aprender el truco para poder fabricar preparaciones herbales. — Se detuvo un momento, mirando al cuenco con la mezcla sobre-molida. — ... Bueno, el 80% del truco. — Bromeó, soltando una pequeña risa después.
— ¡Aún me gustaría aprender más de ti, si! Aunque si invertimos los papeles, sobre medicina solo se me ocurre que pueda contarte un poco de hierbas que crecen en los sitios mas altos, pero ni siquiera podría mostrarte una porque no tengo ningún ejemplar conmigo. — Una pena, le hubiera encantado mostrarle un mundo de flora completamente diferente -un polo opuesto incluso- al que ella estaba acostumbrada. — ¡Por otro lado! Si te interesa un poco la ingeniería o la robótica, siempre he tenido un par de manos inquietas que les encanta desmontar cosas para aprender de ellas y montarlas desde cero. — Los ojos se le iluminaron tal y como cuando fue introducido a las hierbas medicinales que Asra tendría en su hogar temporal; estaba de más decir que era el segundo tema que más le apasionaba. — ¡Puedo enseñarte un par de cosas que quizás te sean útiles! O tonterías que quizá no lo sean tanto, todo puede ser. ¡O incluso podrías darme tu opinión sobre algunas ideas que tengo en mente! — Efectivamente, había entrado en uno de esos estados donde olvidaba completamente poner freno a su lengua, dándose rienda suelta inconscientemente a lo que quisiera soltar. — Lo que prefieras, no me molestaría seguirlo. ¡Ten por seguro que yo me lo pasaré fenomenal de todas maneras! —
Por ahora, el enfoque principal debía ser la raíz y causa de todos esos problemas. Esas personas que, con su mente corrupta, se dedicaban día y noche a marcar con su malicia a almas que no tenían nada que ver. Hasta que de pronto sí, y no tenían voz ni voto en lo que les seguiría. Nadie, sin importar su pasado, merecía tal conjunto de maleficios hacia su persona.
Las palabras de halago que la sirena dirigía hacia él le producían una calidez indescriptible en su pecho que, sinceramente, era un sentimiento solo comparable con la razón por la que ella le dedicaba esas palabras en primer lugar: Ayudarla a recuperar su propia luz, sin importar qué tan al fondo del túnel intentara ocultarse. Admitía que en parte le avergonzaba recibir palabras tan bonitas con tal soltura, esto era algo a lo que nunca sería completamente inmune, y aun así, la reacción inmediata que tendría seria la de una pequeña risa muy suave entre dientes, además del crecimiento de su sonrisa.
Si podía estar por y para alguien más en su peor día, había cumplido a pie de la letra su objetivo. Si podía ayudar a brindar descanso a un corazón y mente heridas, no podía haber otra reacción sino la de alegrarse por haber aportado de su parte para mejorar una vida para bien, sin importar a qué magnitud fuera.
Negó con la cabeza suavemente, sin borrar la amplia sonrisa en su rostro. — No tienes nada que agradecerme. Mientras puedas sentirte mejor y seguir adelante, eso ya es agradecimiento suficiente. — Pausó un momento, escuchándola hacer referencia al grupo misterioso. No sonreía más porque la mueca seguramente se le saldría del rostro de manera caricaturesca. — Y mientras mantengas ese deseo en tu pecho, estoy seguro que eventualmente llegarás a ellos, por mera coincidencia o por mano de alguien. Las buenas intenciones siempre se ven atraídas por buenas intenciones. — Comentó, esperanzado. Si no era el primero en introducirle al grupo, como mínimo intentaría ser quien le pegara la sorpresa mas grande. ¡Como tenía que ser!
La conversación regresó a un estado donde podía progresar nuevamente, quizá no como momentos antes de las grandes revelaciones que habían hecho al otro, pero definitivamente en un punto mucho mejor que después de los mencionados eventos. Eso le agradaba, a falta de decir que le encantaba. — ¡No seas modesta! En el poco tiempo que llevo aquí me has enseñado unas cuantas cosas nuevas, y me has ayudado a aprender el truco para poder fabricar preparaciones herbales. — Se detuvo un momento, mirando al cuenco con la mezcla sobre-molida. — ... Bueno, el 80% del truco. — Bromeó, soltando una pequeña risa después.
— ¡Aún me gustaría aprender más de ti, si! Aunque si invertimos los papeles, sobre medicina solo se me ocurre que pueda contarte un poco de hierbas que crecen en los sitios mas altos, pero ni siquiera podría mostrarte una porque no tengo ningún ejemplar conmigo. — Una pena, le hubiera encantado mostrarle un mundo de flora completamente diferente -un polo opuesto incluso- al que ella estaba acostumbrada. — ¡Por otro lado! Si te interesa un poco la ingeniería o la robótica, siempre he tenido un par de manos inquietas que les encanta desmontar cosas para aprender de ellas y montarlas desde cero. — Los ojos se le iluminaron tal y como cuando fue introducido a las hierbas medicinales que Asra tendría en su hogar temporal; estaba de más decir que era el segundo tema que más le apasionaba. — ¡Puedo enseñarte un par de cosas que quizás te sean útiles! O tonterías que quizá no lo sean tanto, todo puede ser. ¡O incluso podrías darme tu opinión sobre algunas ideas que tengo en mente! — Efectivamente, había entrado en uno de esos estados donde olvidaba completamente poner freno a su lengua, dándose rienda suelta inconscientemente a lo que quisiera soltar. — Lo que prefieras, no me molestaría seguirlo. ¡Ten por seguro que yo me lo pasaré fenomenal de todas maneras! —