Asradi
Völva
20-10-2024, 07:07 PM
No había sido tan consciente, con lo entretenida que había estado en la compra de sus cosas y, después, con la conversación que había mantenido con aquel anciano, que siempre parecía tener una mirada de Octojin sobre ella. Aún después de que el escualo se hubiese alejado a comprar sus cosas o a mirar algo que le llamase la atención. Y tampoco le hubiese molestado de ser consciente, en ese momento de lo sucedido. Asradi aprovechó para mirar un par de puestecillos más, entre el barullo de la gente que también se encontraba en sus compras diarias, antes de volver a reunirse con Octojin. El gyojin, de hecho, no tardó en mostrarle una sierra que había adquirido. Curiosa y graciosamente, ambos llevaban la misma sonrisa emocionada como un niño con un caramelo nuevo. La atención de ella, entonces, se posó en dicho objeto.
— ¡Se ve de buena calidad! No entiendo mucho de estas cosas, pero... — Arrimó ligeramente un dedo a una de las puntas serradas. Con mucho cuidado y sin presionar, antes de separar dicha falange. — Parece muy afilada, seguro que le darás un buen uso. — Ya había visto las dotes de Octojin con la madera, aunque fuese aquella talla que, además, llevaba consigo ahora mismo, resguardada celosamente en su mochila. Era un tesoro para ella. — Pero ahora será mejor guardarla para que no haya peligro de lastimar a nadie.
Ellos incluídos, claro. Por fortuna, la sierra venía con su caja correspondiente para guardarla y que se conservase y protegiese ahí. La verdad es que Asradi lo veía feliz, animado. Eso era lo más importante para ella y lo que, también, le despertaba ese sentimiento para con él. Era curioso, desde hacía mucho tiempo se había negado a fijarse en alguien. No porque no quisiera, sino porque, simplemente, no tenía ni tiempo ni los ánimos como para creer que, en su situación, pudiese comenzar algún tipo de acercamiento con alguien, mucho menos una relación. Tenía esperanzas en aquello, pero tampoco deseaba hacerse tantas por ese martilleo seco que todavía tenía en el fondo de su cabeza. Era como una especie de supresión inconsciente.
— Para entrenar debería ser algo holgado, para que te sea más cómodo. — Mencionó mientras el grandullón le comentaba sus “planes” con respecto a la ropa. Además, ahora tenía muchas ganas de verle cambiándose de modelitos. Vale que estaban en plena calle, pero la imaginación a veces ayudaba a ese tipo de cosas. Asradi le sonrió un tanto coqueta y entretenida a la vez. — A decir verdad, no sé que tipo de ropa se usará en la Marina. — Aparte de los uniformes oficiales que siempre había visto en algún momento. — Pero seguro encontramos algo adecuado.
Se hicieron hueco entre la gente hasta que llegaron a un par de puestos que estaban uno al lado del otro. Dejó que Octojin mirase primero, aunque ella también aprovechó para ir curioseando un poco. Había ojeado una blusa holgada y corta que era vaporosa y bonita, de estampados claros, pero no lo suficiente fina y que cubría bien su espalda. Eso era lo que más le interesaba. Era lo primordial para ella. Cuando Octojin le llamó la atención, Asradi sonrió con la elección de camisa que había hecho el habitante del mar. Incluso se atrevió a dar unos pocos saltitos alrededor de él, como si estuviese inspeccionando lo bien que le quedaba.
Porque, a decir verdad, le sentaba espectacular.
— Cómprate esa, me encanta como te queda. — Y era verdad. No era ni demasiado apretada ni demasiado holgada. Era casi como si hubiese sido hecha a medida para el gyojin. De hecho, Asradi no se cortó demasiado en mirarle de arriba a abajo.
Los ojos estaban para mirar, ¿no?
Hecha esa elección, continuó la cosa con algo más... llamativo.
La pelinegra ladeó levemente la cabeza, y no pudo evitar reírse suavemente. Sí, era una horterada, pero al mismo tiempo le hacía gracia. No solo el chándal en sí, sino imaginarse a alguien tan grande e imponente como Octojin con esa prenda puesta. De hecho, Asradi no pudo disimular la risita que se le salió, divertida.
— Pruébatelo. Quiero verte con él puesto. — Es que lo estaba deseando. Era un momento divertido y, claro, si se lo probaba tendría que llevárselo o, al menos, la talla que le fuese adecuada.
Mientras el tiburón se lo probaba, ella echó un vistazo rápido. Había visto aquella blusa y una falda a juego, con estampados marinos o algo similar, que podría cubrir toda su cola sin miedo a que nadie se la viese si se volvía a aventurar, más adelante, a la superficie.
— ¡Se ve de buena calidad! No entiendo mucho de estas cosas, pero... — Arrimó ligeramente un dedo a una de las puntas serradas. Con mucho cuidado y sin presionar, antes de separar dicha falange. — Parece muy afilada, seguro que le darás un buen uso. — Ya había visto las dotes de Octojin con la madera, aunque fuese aquella talla que, además, llevaba consigo ahora mismo, resguardada celosamente en su mochila. Era un tesoro para ella. — Pero ahora será mejor guardarla para que no haya peligro de lastimar a nadie.
Ellos incluídos, claro. Por fortuna, la sierra venía con su caja correspondiente para guardarla y que se conservase y protegiese ahí. La verdad es que Asradi lo veía feliz, animado. Eso era lo más importante para ella y lo que, también, le despertaba ese sentimiento para con él. Era curioso, desde hacía mucho tiempo se había negado a fijarse en alguien. No porque no quisiera, sino porque, simplemente, no tenía ni tiempo ni los ánimos como para creer que, en su situación, pudiese comenzar algún tipo de acercamiento con alguien, mucho menos una relación. Tenía esperanzas en aquello, pero tampoco deseaba hacerse tantas por ese martilleo seco que todavía tenía en el fondo de su cabeza. Era como una especie de supresión inconsciente.
— Para entrenar debería ser algo holgado, para que te sea más cómodo. — Mencionó mientras el grandullón le comentaba sus “planes” con respecto a la ropa. Además, ahora tenía muchas ganas de verle cambiándose de modelitos. Vale que estaban en plena calle, pero la imaginación a veces ayudaba a ese tipo de cosas. Asradi le sonrió un tanto coqueta y entretenida a la vez. — A decir verdad, no sé que tipo de ropa se usará en la Marina. — Aparte de los uniformes oficiales que siempre había visto en algún momento. — Pero seguro encontramos algo adecuado.
Se hicieron hueco entre la gente hasta que llegaron a un par de puestos que estaban uno al lado del otro. Dejó que Octojin mirase primero, aunque ella también aprovechó para ir curioseando un poco. Había ojeado una blusa holgada y corta que era vaporosa y bonita, de estampados claros, pero no lo suficiente fina y que cubría bien su espalda. Eso era lo que más le interesaba. Era lo primordial para ella. Cuando Octojin le llamó la atención, Asradi sonrió con la elección de camisa que había hecho el habitante del mar. Incluso se atrevió a dar unos pocos saltitos alrededor de él, como si estuviese inspeccionando lo bien que le quedaba.
Porque, a decir verdad, le sentaba espectacular.
— Cómprate esa, me encanta como te queda. — Y era verdad. No era ni demasiado apretada ni demasiado holgada. Era casi como si hubiese sido hecha a medida para el gyojin. De hecho, Asradi no se cortó demasiado en mirarle de arriba a abajo.
Los ojos estaban para mirar, ¿no?
Hecha esa elección, continuó la cosa con algo más... llamativo.
La pelinegra ladeó levemente la cabeza, y no pudo evitar reírse suavemente. Sí, era una horterada, pero al mismo tiempo le hacía gracia. No solo el chándal en sí, sino imaginarse a alguien tan grande e imponente como Octojin con esa prenda puesta. De hecho, Asradi no pudo disimular la risita que se le salió, divertida.
— Pruébatelo. Quiero verte con él puesto. — Es que lo estaba deseando. Era un momento divertido y, claro, si se lo probaba tendría que llevárselo o, al menos, la talla que le fuese adecuada.
Mientras el tiburón se lo probaba, ella echó un vistazo rápido. Había visto aquella blusa y una falda a juego, con estampados marinos o algo similar, que podría cubrir toda su cola sin miedo a que nadie se la viese si se volvía a aventurar, más adelante, a la superficie.