Dharkel
-
20-10-2024, 08:16 PM
No sin mucho esfuerzo, gastando favores en la calle y quemando contactos fue que Dharkel consiguió un nombre: Ephraim Walsh. El líder de los secuestradores y el hombre que se le había escapado hacía tres lunas debido a una alta estima en sus propias capacidades de rastreo que a la hora de la verdad dejaron mucho que desear. Aún se lamentaba de la decisión que había tomado.
<< ¿Y si hubiese ido primero a por él y después a por el otro? Podríamos incluso haber obtenido más información >>, pensaba en un bucle repetitivo, echándose en cara su propio fracaso mientras observaba la jarra prácticamente vacía que tenía frente a él. Rocket decidió intervenir, rompiendo el bucle de autodesprecio en el que se encontraba. Escuchó lo que tenía que decir, asintiendo levemente con la cabeza, complacido.
- A penas llevo cuatro días en la isla, digamos que… ya había estado aquí antes. Pero me alegra escuchar lo del barco. Os llevarías bien con mis compañeros. A nosotros también nos gusta… molestar a los poderosos – dijo esbozando una sonrisa sincera, evitando mencionar nada muy específico. El mapache se había ganado su confianza, pero lo que estaba en juego no le afectaba a él solo, por lo que no tenía la libertad de compartir la poca información que tenía, ni sus propias pesquisas.
Notó que Rocket desviaba su mirada. La siguió hasta la puerta, de donde emergió una figura alta, trajeada y con una máscara de corazón tapando su rostro. Se puso tenso y llevó con sutileza la mano a la katana. No era el primer encuentro que tenía con un trajeado y el último no había salido precisamente bien. Pero el mapache llamó su atención. Era el compañero que habían estado esperando.
- Dharkel, un placer – dijo dándole la mano a Lemon en respuesta.
Mientras escuchaba el plan de ambos deslizó como acostumbraba un cigarro entre sus labios. Iluminándolo levemente con un fósforo lo encendió y soltó una gran bocanada de humo. Un club exclusivo. Gente adinerada. Influencias. Invitaciones. Protocolos sociales. Las altas esferas le daban demasiada pereza. Rituales para ver quién era más falso, medirse los miembros a través de fajos de billetes y otros sinsentidos. Simplemente no eran para él. Estaba demasiado acostumbrado a las sombras, las trincheras y el barro, donde realmente se llevaba a cabo la acción. Aquella sin duda sería una experiencia nueva para él. Y si bien era cierto que no sabría cómo comportarse en dicha situación, sabía estafar a la gente. Al menos a los más crédulos.
- Estoy dispuesto a ser miradas... – dijo finalmente. – Personalmente preferiría ir sobre seguro. – Dio una calada al cigarro. – Vigilancia del local, horarios de cambio de guardia, personalidades que frecuenten el lugar a las que poder extorsionar a cambio de una invitación… - Nuevamente dio otra calada, pensativo. – Pero entiendo que hacer las cosas bien requiere de un tiempo que no tenemos. Pero dejadme ser franco. A ojos de la Marina solo soy un mero civil. Si la cosa se complica… - Apagó el cigarro en los posos de la jarra – No habrá testigos.