Sowon
Luna Sangrienta
20-10-2024, 09:43 PM
Las palabras de aquel chico eran bastante alentadoras, al parecer los sueños no tenían que tener una base lógica y cuanto más gigantes o lejanos se planteasen despertaban una mayor admiración por el resto del mundo. Su mirada bajó un rato a apreciar al dueño de aquellas palabras, ciertamente chocaba bastante con la idea tan lógica y funcional que tenía la rubia sobre la vida. En su pensamiento rodearse de fantasías que poco o nada tenían de cercano con la realidad eran herramientas que los humanos podían llegar a emplear para no creer que su vida era un ciclo, pero en este caso, el ciclo que proponía el muchacho tenía un destino claro que era dejar una marca imborrable en el mundo. Volverse una figura legendaria como esas que ella misma había admirado, ser la fuente de inspiración de posteriores generaciones y gracias a esto dejar en alto el apellido de su clan frente a los diferentes peligros que pudieran llegar a venir. El sueño de una estatua en su ciudad natal no sonaba mal, pero ¿Acaso era ese un sueño digno de arriesgar la vida y todo lo que llevaba? Todavía faltaba responder varias dudas en su interior antes de poder elegir algo, incluso ponerse a pensar en el más adecuado o el que más interés pudiera desbloquear en su alocada mente.
—Comprendo, no creo que llevar una isla en mi espalda sea algo que quisiera hacer, no veo sentido en querer hacer eso ya que solo me limitaría a la hora de blandir mi arma. Pero si alguna vez corto una isla en dos, o incluso divido todo un continente en pequeñas islas, te invitaré con gusto para que veas mi obra.—
Bromeó con cierta ilusión, nada garantizaba que el mundo pudiera girar en ese sentido o que incluso ambos viviesen lo suficiente para presenciar semejante hazaña. Su mirada se volvió al cielo cuando el sujeto comentaba que todavía tenía pendientes, esa mujer parecía alguien poderosa y esperaba que algún día ambos pudieran reunirse cuando su isla estuviese finalmente liberada. No era que sintiese la necesidad de ayudar, incluso la idea de pelear contra una bruja no despertaba su lado guerrero ya que odiaba a quienes no se dignaban a pelear con algo de valor y las descripciones de hechiceros eran cobardes que gustaban de utilizar diferentes trucos para mantenerse en ventaja. Había luchado alguna vez con uno de estos magos, siendo uno de los combates más frustrantes y aburridos que recordaba, al pasarse la mitad del tiempo persiguiendo a su oponente.
—Las brujas son unas cobardes odiosas, cuando le cortes la cabeza brinda con ella en mi honor, cuanto menos de esas molestas personas abunden en el mundo más lugar habrá para los verdaderos guerreros. No me malentiendas, utilizar la distancia e incluso las armas de largo alcance son un medio efectivo y válido, pero cuando se abusa de trucos para intentar tomar una ventaja simplemente son cobardías que merecen ser purgadas... —
Su voz era más profunda, se notaba la rabia que su cuerpo contenía al pensar en tales enemigos y por suerte frente a ella había una banda de piratas que pronto se convertirían en el combustible para su arma. Acarició la empuñadura de su espadón para calmarse, mientras suspiraba una bocanada de aire tan caliente que un leve vapor se disperso al entrar en contacto con la fresca temperatura de la noche. Su sonrisa salvaje había regresado y sus ojos encerraban entre ceja y ceja al grupo que ahora no era más que otra presa de la cual alimentarse. La mujer asintió a las palabras, algo en estas le agradaba, no se consideraba tierna porque muchas veces se veía como una guerrera indomable.
—¡Ja! Los humanos tienen un sentido de la ternura muy extraño, otra hormiga me dijo algo similar y yo creí que se estaba burlando pero ahora veo que tienen la vista algo dañada. No te preocupes, entiendo tu idea y nunca rechazaría la ayuda en combate de otro cazador, ya sabes en un mundo donde abundan las presas dos cazadores hacen mejor trabajo que aquel que quiere lucirse... parece que hemos llegado. —
Guardó silencio al detenerse, los piratas comenzaban a despejar algunas ramas y troncos para revelar un pequeño campamento y más atrás de la colina una cueva tenuemente iluminada con antorchas. El capitán había empezado a ordenar la movilización desde el campamento, sacando a un grupo de desnutridos encadenados a los cuales arrastraban por la colina, seguramente en aquella cueva se encontraba el resto de esclavos y frente a ellos el campamento donde los piratas se dedicaban a comerciar y venderlos.
—¿Entonces cuál es tu plan? Prefiero escucharte antes de lanzarme a despedazar a esos tontos...—
Preguntó en un susurro mientras desenvainaba su espadón, haciendo que el rocío y la luz de la luna impregnasen el filo que parecía sudar en la emoción de una inminente batalla. Sowon por el contrario estaba expectante, emocionada pero extrañamente serena, como una bestia que está esperando el momento exacto para saltar a la yugular con toda su furia interna. La luna blanca pronto se teñiría de sangre, era el escenario perfecto para el ataque de la Luna Sangrienta de Onigashima.
—Comprendo, no creo que llevar una isla en mi espalda sea algo que quisiera hacer, no veo sentido en querer hacer eso ya que solo me limitaría a la hora de blandir mi arma. Pero si alguna vez corto una isla en dos, o incluso divido todo un continente en pequeñas islas, te invitaré con gusto para que veas mi obra.—
Bromeó con cierta ilusión, nada garantizaba que el mundo pudiera girar en ese sentido o que incluso ambos viviesen lo suficiente para presenciar semejante hazaña. Su mirada se volvió al cielo cuando el sujeto comentaba que todavía tenía pendientes, esa mujer parecía alguien poderosa y esperaba que algún día ambos pudieran reunirse cuando su isla estuviese finalmente liberada. No era que sintiese la necesidad de ayudar, incluso la idea de pelear contra una bruja no despertaba su lado guerrero ya que odiaba a quienes no se dignaban a pelear con algo de valor y las descripciones de hechiceros eran cobardes que gustaban de utilizar diferentes trucos para mantenerse en ventaja. Había luchado alguna vez con uno de estos magos, siendo uno de los combates más frustrantes y aburridos que recordaba, al pasarse la mitad del tiempo persiguiendo a su oponente.
—Las brujas son unas cobardes odiosas, cuando le cortes la cabeza brinda con ella en mi honor, cuanto menos de esas molestas personas abunden en el mundo más lugar habrá para los verdaderos guerreros. No me malentiendas, utilizar la distancia e incluso las armas de largo alcance son un medio efectivo y válido, pero cuando se abusa de trucos para intentar tomar una ventaja simplemente son cobardías que merecen ser purgadas... —
Su voz era más profunda, se notaba la rabia que su cuerpo contenía al pensar en tales enemigos y por suerte frente a ella había una banda de piratas que pronto se convertirían en el combustible para su arma. Acarició la empuñadura de su espadón para calmarse, mientras suspiraba una bocanada de aire tan caliente que un leve vapor se disperso al entrar en contacto con la fresca temperatura de la noche. Su sonrisa salvaje había regresado y sus ojos encerraban entre ceja y ceja al grupo que ahora no era más que otra presa de la cual alimentarse. La mujer asintió a las palabras, algo en estas le agradaba, no se consideraba tierna porque muchas veces se veía como una guerrera indomable.
—¡Ja! Los humanos tienen un sentido de la ternura muy extraño, otra hormiga me dijo algo similar y yo creí que se estaba burlando pero ahora veo que tienen la vista algo dañada. No te preocupes, entiendo tu idea y nunca rechazaría la ayuda en combate de otro cazador, ya sabes en un mundo donde abundan las presas dos cazadores hacen mejor trabajo que aquel que quiere lucirse... parece que hemos llegado. —
Guardó silencio al detenerse, los piratas comenzaban a despejar algunas ramas y troncos para revelar un pequeño campamento y más atrás de la colina una cueva tenuemente iluminada con antorchas. El capitán había empezado a ordenar la movilización desde el campamento, sacando a un grupo de desnutridos encadenados a los cuales arrastraban por la colina, seguramente en aquella cueva se encontraba el resto de esclavos y frente a ellos el campamento donde los piratas se dedicaban a comerciar y venderlos.
—¿Entonces cuál es tu plan? Prefiero escucharte antes de lanzarme a despedazar a esos tontos...—
Preguntó en un susurro mientras desenvainaba su espadón, haciendo que el rocío y la luz de la luna impregnasen el filo que parecía sudar en la emoción de una inminente batalla. Sowon por el contrario estaba expectante, emocionada pero extrañamente serena, como una bestia que está esperando el momento exacto para saltar a la yugular con toda su furia interna. La luna blanca pronto se teñiría de sangre, era el escenario perfecto para el ataque de la Luna Sangrienta de Onigashima.