Alistair
Mochuelo
20-10-2024, 09:50 PM
El hombre parecía indispuesto a comentarle sobre la central, mostrando expresiones ligeramente cómicas que en otra situación seguramente le habrían sacado una pequeña carcajada. Pero prefería no incomodar al veterano por la posibilidad de que llegara a malinterpretarlo. Parecía un buen hombre, un poco testarudo y bastante orgulloso, pero para nada la clase de persona que se ganaba las malas miradas del otro. Muy por el contrario, cada vez se sorprendía más de que las cosas tomaran el curso que habían dado antes de intervenir. Y después de ello, pero por razones completamente diferentes.
Escucharía todo lo que el abuelo tuviera que decir, narrándole el nacimiento de la central desde su mera propuesta. Por supuesto que no era más que otra evasión fiscal, o al menos eso asumía él, pero desde el punto de vista de un revolucionario, las piezas encajaban lo suficientemente bien como para poder llevarse al corazón la explicación que le daba. Nada mas que una forma de obtener terreno gratis y de proteger sus riquezas para, indirectamente, aumentarlas. El pensamiento conseguía generar un deje de molestia en su consciencia, una que conseguiría escurrir entre grietas de sus facciones hasta fruncir un poco el ceño. Tan solo un pequeño destello de frustración que pronto tuvo bajo control, cubierta tras su imperecedera sonrisa.
— La misma historia que he visto en cada sitio... El lobo mutilando a la oveja aunque tenga carne de sobra para el invierno. — Comentó a susurros perdidos entre sus dientes, unas palabras que esperaba no llegaran al oído del veterano, y estaba contando con eso. Pero nunca se sabía cuando el hombre le sorprendiera con su falsa juventud y tuviera un oído por encima de su expectativa.
Su vista por la ventana trajo consigo un mal augurio. Una vez había conseguido confirmar que se trataba del mismo hombre que parecía cargar con el liderazgo del grupo -una suposición en la que no pondría sus fichas, pero que no sobraba en la mesa-, el hombre se retiraría de su campo visual. Mil posibilidades visitaron su hiperactiva cabeza en ese instante, muchas de ellas provocándole un pequeño escalofrío y preocupándolo de lo que podía llegar a suceder si dejaba el asunto sin atender.
La voz del veterano atrapó su atención, a lo que se giró hacia él. Parecía tener confianza en que no sucedería nada, que estaría bien. Una sonrisa apoyaba sus palabras, y aunque quería confiar con todo su ser que ese sería el caso... No acabaría de sentirse a gusto si tan solo decidía marcharse. Paranoia o no, entendía la maldad de la que podían ser capaces los mas desesperados. Por un momento, saldría del papel de revolucionario y asumiría el de sí mismo. El de la persona que velaba por otros, y que quería ayudar tanto como pudiera. Si había una consecuencia por ello, lo asumiría.
Se acercó al veterano, hincando la rodilla si era necesario para alinear sus propios ojos con los del ex-Marine. La mirada del Lunarian era penetrante producto de sus ojos generosamente grandes, y como buena ventana de alma que era, siempre intentaba mirar directo a los ojos de otro cuando quería hacer entender cuán en serio iban sus palabras. — Estaré en la isla un par de días más. Si algo llegara a ocurrir que le supere, no dude en ir a toda prisa a la posada cerca del puerto y preguntar por mí. Vendré y haré cuanto pueda por solucionarlo. — Había visto el pequeño edificio de camino aquí dentro de su vista periférica, poco después de arribar. Pretendía quedarse allí en la medida de lo posible.
Se levantó con una sonrisa suave decorando su rostro, y se encaminó a la puerta. Pero se detuvo unos segundos cuando sujetó el pomo de la puerta, sin girarse hacia el hombro; si no tuviese alas que estuvieran en medio, habría intentado verle por encima del hombro. — Espero que pronto llegue el día en que la clase mas humilde reciba los buenos tratos que se merece. O que, al menos, no se vean obligados a vivir desesperadamente el día a día. — Y salió del lugar sin intercambiar una palabra más, salvo que el hombre tuviese algo más que decir.
Su rumbo ahora sería hacia el bosque, siguiendo la información que el hombre habría compartido con él. Era un excelente punto para conseguir algo. Rostros para preguntar por información, una entrada alternativa, quizá un lugar para ocultar vestimentas falsas y encontrar una entrada alternativa. Quién sabe, todo dependía de lo que se encontrara una vez llegara allá. De manera realista, quizá la primera opción -memorizar los rostros de los trabajadores, que sabrían más del lugar- era la mejor opción en la cual poner su apuesta con la poca franja de tiempo que tenía.
Escucharía todo lo que el abuelo tuviera que decir, narrándole el nacimiento de la central desde su mera propuesta. Por supuesto que no era más que otra evasión fiscal, o al menos eso asumía él, pero desde el punto de vista de un revolucionario, las piezas encajaban lo suficientemente bien como para poder llevarse al corazón la explicación que le daba. Nada mas que una forma de obtener terreno gratis y de proteger sus riquezas para, indirectamente, aumentarlas. El pensamiento conseguía generar un deje de molestia en su consciencia, una que conseguiría escurrir entre grietas de sus facciones hasta fruncir un poco el ceño. Tan solo un pequeño destello de frustración que pronto tuvo bajo control, cubierta tras su imperecedera sonrisa.
— La misma historia que he visto en cada sitio... El lobo mutilando a la oveja aunque tenga carne de sobra para el invierno. — Comentó a susurros perdidos entre sus dientes, unas palabras que esperaba no llegaran al oído del veterano, y estaba contando con eso. Pero nunca se sabía cuando el hombre le sorprendiera con su falsa juventud y tuviera un oído por encima de su expectativa.
Su vista por la ventana trajo consigo un mal augurio. Una vez había conseguido confirmar que se trataba del mismo hombre que parecía cargar con el liderazgo del grupo -una suposición en la que no pondría sus fichas, pero que no sobraba en la mesa-, el hombre se retiraría de su campo visual. Mil posibilidades visitaron su hiperactiva cabeza en ese instante, muchas de ellas provocándole un pequeño escalofrío y preocupándolo de lo que podía llegar a suceder si dejaba el asunto sin atender.
La voz del veterano atrapó su atención, a lo que se giró hacia él. Parecía tener confianza en que no sucedería nada, que estaría bien. Una sonrisa apoyaba sus palabras, y aunque quería confiar con todo su ser que ese sería el caso... No acabaría de sentirse a gusto si tan solo decidía marcharse. Paranoia o no, entendía la maldad de la que podían ser capaces los mas desesperados. Por un momento, saldría del papel de revolucionario y asumiría el de sí mismo. El de la persona que velaba por otros, y que quería ayudar tanto como pudiera. Si había una consecuencia por ello, lo asumiría.
Se acercó al veterano, hincando la rodilla si era necesario para alinear sus propios ojos con los del ex-Marine. La mirada del Lunarian era penetrante producto de sus ojos generosamente grandes, y como buena ventana de alma que era, siempre intentaba mirar directo a los ojos de otro cuando quería hacer entender cuán en serio iban sus palabras. — Estaré en la isla un par de días más. Si algo llegara a ocurrir que le supere, no dude en ir a toda prisa a la posada cerca del puerto y preguntar por mí. Vendré y haré cuanto pueda por solucionarlo. — Había visto el pequeño edificio de camino aquí dentro de su vista periférica, poco después de arribar. Pretendía quedarse allí en la medida de lo posible.
Se levantó con una sonrisa suave decorando su rostro, y se encaminó a la puerta. Pero se detuvo unos segundos cuando sujetó el pomo de la puerta, sin girarse hacia el hombro; si no tuviese alas que estuvieran en medio, habría intentado verle por encima del hombro. — Espero que pronto llegue el día en que la clase mas humilde reciba los buenos tratos que se merece. O que, al menos, no se vean obligados a vivir desesperadamente el día a día. — Y salió del lugar sin intercambiar una palabra más, salvo que el hombre tuviese algo más que decir.
Su rumbo ahora sería hacia el bosque, siguiendo la información que el hombre habría compartido con él. Era un excelente punto para conseguir algo. Rostros para preguntar por información, una entrada alternativa, quizá un lugar para ocultar vestimentas falsas y encontrar una entrada alternativa. Quién sabe, todo dependía de lo que se encontrara una vez llegara allá. De manera realista, quizá la primera opción -memorizar los rostros de los trabajadores, que sabrían más del lugar- era la mejor opción en la cual poner su apuesta con la poca franja de tiempo que tenía.