Gretta
La Devoramundos
20-10-2024, 10:30 PM
Los marines se miran al irte y cuchichean. No los escuchas bien, pero sabes que seguro están hablando de ti.
-¡Gracias! Trae a Garril por favor. Te dice la mujer mayor, mientras estrecha tu mano despidiéndose de ti.
Yendo por la costa en tu ruta hacia "EL QUITAPENAS", puedes apreciar que hay decenas de barcos de todos los tamaños recorriendo las aguas que rodean la isla. Eso solo significa que ciento o miles de Kilombos serán buscados y con suerte cazados por los temerarios que buscan fortunas. Cuando llegas al acantilado, desde la punta, al asomarte, de lo primero que te das cuenta es, que en esta zona no hay barcos; está totalmente vacía; parece que ningún marino ha decidido arriesgarse al enfrentamiento que mantiene el oleaje contra las rocas.
Te fijas bien buscando unos restos, pero el acantilado tiene una forma de saliente debido a la horadación del agua provocada durante el embate de años y años, haciendo que a simple vista no puedas ver lo que se oculta debajo de este. Tendrías que bajar o saltar; la altura calculas que será de unos cien metros. A tu lado, cerca, escuchas unas risas, unos jóvenes están bajando por un caminito improvisado por el paso de la gente. Este camino lleva a unos salientes, a diferentes alturas, que aunque aún sean considerables, ya no suponen tanto peligro de muerte.
Si decides bajar del todo, ya sea saltando desde aquí, bajando un poco y saltando o bajando del todo escalando, encontrarás que el agua ha hecho mucha mella en la roca y ha creado un sistema de cavernas semiacuosas. Los chavales saltan y vuelven a subir trepando, parece que llevan bastante rato aquí.
-¡Gracias! Trae a Garril por favor. Te dice la mujer mayor, mientras estrecha tu mano despidiéndose de ti.
Yendo por la costa en tu ruta hacia "EL QUITAPENAS", puedes apreciar que hay decenas de barcos de todos los tamaños recorriendo las aguas que rodean la isla. Eso solo significa que ciento o miles de Kilombos serán buscados y con suerte cazados por los temerarios que buscan fortunas. Cuando llegas al acantilado, desde la punta, al asomarte, de lo primero que te das cuenta es, que en esta zona no hay barcos; está totalmente vacía; parece que ningún marino ha decidido arriesgarse al enfrentamiento que mantiene el oleaje contra las rocas.
Te fijas bien buscando unos restos, pero el acantilado tiene una forma de saliente debido a la horadación del agua provocada durante el embate de años y años, haciendo que a simple vista no puedas ver lo que se oculta debajo de este. Tendrías que bajar o saltar; la altura calculas que será de unos cien metros. A tu lado, cerca, escuchas unas risas, unos jóvenes están bajando por un caminito improvisado por el paso de la gente. Este camino lleva a unos salientes, a diferentes alturas, que aunque aún sean considerables, ya no suponen tanto peligro de muerte.
Si decides bajar del todo, ya sea saltando desde aquí, bajando un poco y saltando o bajando del todo escalando, encontrarás que el agua ha hecho mucha mella en la roca y ha creado un sistema de cavernas semiacuosas. Los chavales saltan y vuelven a subir trepando, parece que llevan bastante rato aquí.