Con el cuerpo inerte del matón aún pesando en mi conciencia y mi retina, asistí a lo que parecía ser un intento de la mujer de acercarse a mí —no literalmente al inicio, claro— y escuchar mis palabras. Por un momento incluso pensé que soltaría ese dichoso espadón y que podría sacarla de aquel lugar tan tétrico y tenebroso en el que la mantenían. No obstante, todo se fue al garete cuando aquella cosa nació en el pecho del tipo muerto. Como lo haría un nenúfar sobre el agua estancada de un estanque, los pétalos del color de la sangre se elevaron desde el plexo solar del fallecido como una promesa de venganza lanzada desde el más allá. La venganza se consumó en forma de polinización. Como si una legión de abejas hubiese salido volando de su interior, el polvo de color rojo nació al igual que un mar tóxico para esforzarse por expandirse por toda la estancia.
Y allí perdí el atisbo de conexión que parecía haber iniciado con la mujer. El asomo de duda que había vislumbrado al dirigirme a ella de forma pacífica fue sustituido por una descarga de endorfinas. Endorfinas cargadas de instinto asesino, claro, porque la tipa se volvió a lanzar contra mí con todo lo que tenía. Tenía dos cosas claras en aquel momento: que no quería —y algo me decía que no debía— lastimar a aquella mujer a menos que fuese indispensable y que debía alejarla de aquella cosa roja que la había vuelto a arrojar a los brazos de la locura.
Fue por ello que, con un veloz y medido movimiento, volví a extraer mi naginata de la posición que ocupaba en mi espalda. A continuación, tracé un violento corte frente a mí del que nació una onda cortante que pretendía chocar con el tajo ascendente que lanzaba hacia mí la mujer. Inicialmente parecía que lo había conseguido, pero el ímpetu que la empujaba a hacerme daño consiguió vencer la onda y un tajo pasó a adornar mi pecho.
Éste fue seguido de un nuevo corte descendente, algo más lento, que intenté evitar con bastante éxito. Tanto fue así que, a pesar de que no pude evitar el roce de su hoja con mi piel, ésta no pasó a lucir ninguna herida más. Del mismo modo, dos ataques más de su mandoble impactaron con la hoja de naginata. Iban provistos de una fuerza descomunal, más de la que yo podía desarrollar en aquellos momentos. Aun así, el resultado fue similar al de la esquiva anterior y, si bien su acero me acarició, no consiguió lacerarme más.
Parecía que me daba un respiro, pero no era un respiro que debiese ser aprovechado para continuar con un enfrentamiento infructuoso con el que no quería continuar, sino para intentar sacar a la mujer de allí con el fin de que dejase de estar inmersa en la vorágine de desconcierto de la que no podía salir. Podía intentar emplear el camino por el que había llegado hasta allí, en teoría seguro pero largo, o probar a tirar abajo la puerta de la que habían salido los matones e intentar buscar una vía de escape. Si habían entrado desde allí debía ser porque tenían una posición de seguridad que les permitía mantenerla controlada. Sí, parecía la mejor opción aunque no supiese que más me podía aguardar al otro lado.
En consecuencia, me arrojé con cuanta fuerza pude contra la misma, blandiendo mi naginata en un intento de echarla abajo y enfrentarme a lo que estuviese por venir. Al mismo tiempo, mi voluntad se extendió por la zona, alerta a cualquier amenaza que pudiese cernirse sobre mí sin previo aviso —o con él—. No me olvidaba de que dejaba atrás a la criatura, así que tenía que permanecer bien despierto si no quería que todo saliese mal. En caso de que la puerta no cediese ni un ápice —y la situación lo permitiese, claro— intentaría atraer a la mujer al camino por el que había llegado hasta su macabra celda.
Y allí perdí el atisbo de conexión que parecía haber iniciado con la mujer. El asomo de duda que había vislumbrado al dirigirme a ella de forma pacífica fue sustituido por una descarga de endorfinas. Endorfinas cargadas de instinto asesino, claro, porque la tipa se volvió a lanzar contra mí con todo lo que tenía. Tenía dos cosas claras en aquel momento: que no quería —y algo me decía que no debía— lastimar a aquella mujer a menos que fuese indispensable y que debía alejarla de aquella cosa roja que la había vuelto a arrojar a los brazos de la locura.
Fue por ello que, con un veloz y medido movimiento, volví a extraer mi naginata de la posición que ocupaba en mi espalda. A continuación, tracé un violento corte frente a mí del que nació una onda cortante que pretendía chocar con el tajo ascendente que lanzaba hacia mí la mujer. Inicialmente parecía que lo había conseguido, pero el ímpetu que la empujaba a hacerme daño consiguió vencer la onda y un tajo pasó a adornar mi pecho.
SAM301
SAMURAI
Utilidad Activa
Tier 3
No Aprendida
36
1
Tomando la empuñadura de su arma sin desenfundar o posicionando en la misma pose aunque este desenfundada. El usuario tomará una postura muy habitual para iniciar un duelo de espadachines para concentrar sus fuerzas en un primer movimiento ofensivo, ya sea un básico o una tecnica, junto al veloz desenfunde del arma obteniendo un incremento de [Destreza] y de daño a una ofensiva que se ejecute junto a esta postura.
+5 [Destreza] y +25 de [Daño]
SAM401
SAMURAI
Ofensiva Activa
Tier 4
No Aprendida
48
2
El usuario ejecuta un poderoso movimiento con su arma lo más rápido que puede y ejerciendo todas sus fuerzas para formar un tajo con la misma presión del aire que se libera con el movimiento, emitiendo de esta forma un tajo volador que se desprende del arma hasta alcanzar los 20 metros, viajando con un +5 de [Tasa de Acierto].
Golpe Basico + [FUEx2,6] de [Daño cortante]
Éste fue seguido de un nuevo corte descendente, algo más lento, que intenté evitar con bastante éxito. Tanto fue así que, a pesar de que no pude evitar el roce de su hoja con mi piel, ésta no pasó a lucir ninguna herida más. Del mismo modo, dos ataques más de su mandoble impactaron con la hoja de naginata. Iban provistos de una fuerza descomunal, más de la que yo podía desarrollar en aquellos momentos. Aun así, el resultado fue similar al de la esquiva anterior y, si bien su acero me acarició, no consiguió lacerarme más.
Parecía que me daba un respiro, pero no era un respiro que debiese ser aprovechado para continuar con un enfrentamiento infructuoso con el que no quería continuar, sino para intentar sacar a la mujer de allí con el fin de que dejase de estar inmersa en la vorágine de desconcierto de la que no podía salir. Podía intentar emplear el camino por el que había llegado hasta allí, en teoría seguro pero largo, o probar a tirar abajo la puerta de la que habían salido los matones e intentar buscar una vía de escape. Si habían entrado desde allí debía ser porque tenían una posición de seguridad que les permitía mantenerla controlada. Sí, parecía la mejor opción aunque no supiese que más me podía aguardar al otro lado.
En consecuencia, me arrojé con cuanta fuerza pude contra la misma, blandiendo mi naginata en un intento de echarla abajo y enfrentarme a lo que estuviese por venir. Al mismo tiempo, mi voluntad se extendió por la zona, alerta a cualquier amenaza que pudiese cernirse sobre mí sin previo aviso —o con él—. No me olvidaba de que dejaba atrás a la criatura, así que tenía que permanecer bien despierto si no quería que todo saliese mal. En caso de que la puerta no cediese ni un ápice —y la situación lo permitiese, claro— intentaría atraer a la mujer al camino por el que había llegado hasta su macabra celda.
KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
No Aprendida
7
2
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]