Galhard
Gal
21-10-2024, 12:27 AM
Galhard tomó la toalla que le ofrecieron y, mientras se secaba, su mente trabajaba en las palabras que acababa de escuchar. No había sido difícil deducir la verdad detrás de la confesión de Oliver Chop. El marine mayor, que había mencionado su propio nombre con burla y desprecio, se refería claramente a sí mismo. Galhard, con la experiencia ganada en los mares, sabía reconocer la sombra de un hombre que cargaba con el peso de su pasado.
Se sentó frente a él, su mirada fija en el veterano marine, notando el cansancio en sus ojos. Podía ver los años de lucha interna que lo habían desgastado, pero también la chispa de alguien que, a pesar de todo, seguía adelante. Galhard tomó aire, dejando que las palabras fluyeran, sabiendo que esta conversación necesitaba algo más que respuestas sencillas.
—Sabes, todos venimos al mar con sueños. Queremos cambiar el mundo, imponer justicia, ser la mejor versión de nosotros mismos. Pero... el mar y la vida no se preocupan por nuestros sueños. El mar puede arrancarlos de nuestras manos, despedazarlos y dejarnos con las cenizas de lo que una vez creímos posible.—
Sus ojos se endurecieron un poco, mientras pensaba en su propio viaje. Aún estaba en sus comienzos, pero había visto lo suficiente para saber que los caminos no siempre son rectos. Había que aprender a adaptarse, a levantarse tras las caídas.
—No creo que un cobarde esté condenado a serlo para siempre. —La voz de Galhard se tornó más firme, buscando el punto de equilibrio entre la empatía y la lección que quería dejarle a Oliver —El pasado puede ser una carga abrumadora, sí, pero eso no significa que el futuro deba seguir el mismo camino. Todos llevamos marcas de las decisiones que hemos tomado, de los errores, de los momentos en los que sentimos que fallamos a los demás... pero cargar con ese pasado no nos define.—
Galhard hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran, no solo en Oliver, sino también en sí mismo. Reflexionó sobre cómo había visto a otros marines sucumbir bajo la presión de los errores pasados, de las decisiones que nunca pudieron deshacer. Pero también había visto algo más: valentía. Esa valentía no siempre provenía de grandes gestos heroicos, sino del simple acto de levantarse, día tras día, y seguir luchando, incluso cuando las probabilidades estaban en contra.
—Creo que, incluso en las peores caídas, de los fragmentos rotos de nuestros sueños y ambiciones puede nacer algo nuevo. Un fragmento de valentía que, aunque pequeño, puede darnos la fuerza para seguir adelante. Y a veces, seguir adelante no es solo una opción... es un deber. Un deber hacia aquellos que ya no están aquí para luchar con nosotros.—
Su mirada se suavizó mientras continuaba, consciente de que esas palabras no eran solo para Oliver, sino también para él mismo. El peso de la pérdida y del fracaso era algo que ambos comprendían, aunque en diferentes momentos de sus vidas. Galhard sentía que debía encontrar la forma de transmitir esperanza, incluso en medio de la desesperación.
—La matrícula que la vida nos cobra para aprender estas lecciones es cara. Lo que pagamos por aprender a vivir con nuestros errores no se mide solo en berries, sino en almas heridas—Hizo una pausa, dejando que la verdad de esas palabras flotara en el aire —Pero, incluso en el peor de los casos, siempre hay una oportunidad para redimirnos. Siempre hay una oportunidad para demostrar que no estamos condenados a ser lo que una vez fuimos.—
Los perros que corrían a su alrededor, con su energía desbordante, parecían traer un poco de alegría a la escena, pero Galhard sabía que había más en juego aquí que simples palabras de consuelo. Oliver necesitaba entender que su historia no terminaba en su pasado, que aún podía decidir cómo se escribirían los capítulos siguientes.
Galhard se inclinó hacia adelante, manteniendo el contacto visual con el veterano marine.
—Aún tienes tiempo, Oliver. No importa cuántas veces hayas caído, lo importante es levantarse y seguir caminando, aunque el camino esté lleno de espinas y errores. Lo que importa no es lo que los demás piensen de ti... sino lo que haces a partir de este momento... Y tengo todo el tiempo necesario para conocer lo que tengas que narrar— Finalizó mirando esta vez hacia el cielo.
Y con esas palabras, Galhard dejó que el silencio tomara su lugar, permitiendo que Oliver reflexionara sobre lo dicho, mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, cubriendo el lugar con una luz suave y dorada. La lección más difícil de aprender, en el mar y en la vida, era que siempre podíamos elegir seguir adelante, incluso cuando todo parecía perdido.
Se sentó frente a él, su mirada fija en el veterano marine, notando el cansancio en sus ojos. Podía ver los años de lucha interna que lo habían desgastado, pero también la chispa de alguien que, a pesar de todo, seguía adelante. Galhard tomó aire, dejando que las palabras fluyeran, sabiendo que esta conversación necesitaba algo más que respuestas sencillas.
—Sabes, todos venimos al mar con sueños. Queremos cambiar el mundo, imponer justicia, ser la mejor versión de nosotros mismos. Pero... el mar y la vida no se preocupan por nuestros sueños. El mar puede arrancarlos de nuestras manos, despedazarlos y dejarnos con las cenizas de lo que una vez creímos posible.—
Sus ojos se endurecieron un poco, mientras pensaba en su propio viaje. Aún estaba en sus comienzos, pero había visto lo suficiente para saber que los caminos no siempre son rectos. Había que aprender a adaptarse, a levantarse tras las caídas.
—No creo que un cobarde esté condenado a serlo para siempre. —La voz de Galhard se tornó más firme, buscando el punto de equilibrio entre la empatía y la lección que quería dejarle a Oliver —El pasado puede ser una carga abrumadora, sí, pero eso no significa que el futuro deba seguir el mismo camino. Todos llevamos marcas de las decisiones que hemos tomado, de los errores, de los momentos en los que sentimos que fallamos a los demás... pero cargar con ese pasado no nos define.—
Galhard hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran, no solo en Oliver, sino también en sí mismo. Reflexionó sobre cómo había visto a otros marines sucumbir bajo la presión de los errores pasados, de las decisiones que nunca pudieron deshacer. Pero también había visto algo más: valentía. Esa valentía no siempre provenía de grandes gestos heroicos, sino del simple acto de levantarse, día tras día, y seguir luchando, incluso cuando las probabilidades estaban en contra.
—Creo que, incluso en las peores caídas, de los fragmentos rotos de nuestros sueños y ambiciones puede nacer algo nuevo. Un fragmento de valentía que, aunque pequeño, puede darnos la fuerza para seguir adelante. Y a veces, seguir adelante no es solo una opción... es un deber. Un deber hacia aquellos que ya no están aquí para luchar con nosotros.—
Su mirada se suavizó mientras continuaba, consciente de que esas palabras no eran solo para Oliver, sino también para él mismo. El peso de la pérdida y del fracaso era algo que ambos comprendían, aunque en diferentes momentos de sus vidas. Galhard sentía que debía encontrar la forma de transmitir esperanza, incluso en medio de la desesperación.
—La matrícula que la vida nos cobra para aprender estas lecciones es cara. Lo que pagamos por aprender a vivir con nuestros errores no se mide solo en berries, sino en almas heridas—Hizo una pausa, dejando que la verdad de esas palabras flotara en el aire —Pero, incluso en el peor de los casos, siempre hay una oportunidad para redimirnos. Siempre hay una oportunidad para demostrar que no estamos condenados a ser lo que una vez fuimos.—
Los perros que corrían a su alrededor, con su energía desbordante, parecían traer un poco de alegría a la escena, pero Galhard sabía que había más en juego aquí que simples palabras de consuelo. Oliver necesitaba entender que su historia no terminaba en su pasado, que aún podía decidir cómo se escribirían los capítulos siguientes.
Galhard se inclinó hacia adelante, manteniendo el contacto visual con el veterano marine.
—Aún tienes tiempo, Oliver. No importa cuántas veces hayas caído, lo importante es levantarse y seguir caminando, aunque el camino esté lleno de espinas y errores. Lo que importa no es lo que los demás piensen de ti... sino lo que haces a partir de este momento... Y tengo todo el tiempo necesario para conocer lo que tengas que narrar— Finalizó mirando esta vez hacia el cielo.
Y con esas palabras, Galhard dejó que el silencio tomara su lugar, permitiendo que Oliver reflexionara sobre lo dicho, mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, cubriendo el lugar con una luz suave y dorada. La lección más difícil de aprender, en el mar y en la vida, era que siempre podíamos elegir seguir adelante, incluso cuando todo parecía perdido.