John Joestar
Jojo
21-10-2024, 02:57 AM
Caminaba tranquilamente por el paseo maritimo de la isla, las manos metidas en los bolsillos, la gorra baja para tapar mi mirada y que no me descubrieran observando con dedicación a los alrededores; mis ojos y mis instintos estaban totalmente pendientes de posibles perseguidores, sobretodo esos dias, desde el dichoso rumor sobre un ``tesoro´´ en una vieja base cercana al lugar; los piratas no cambiarán nunca, son más simples que el mecanismo de un botijo...pero a veces es cierto que les envidio, poder vivir como quieras, cuando quieras y donde quieras... en fin.
Esos dias habia mucho rebuelo, las tabernas estaban hasta arriba, y los encargos en la armeria eran cada vez mas habituales, los currantes no daban a basto, la ciudad se habia vuelto loca en muy poco tiempo; Saqué de mi chaqueta la carta que el ejercito revolucionario me habia mandado, las ordenes eran muy claras, recuperar todo lo posible sin meterme en follones muy grandes, pero dudo que eso fuera a ser posible, reconozco que mi mala leche me caracteriza. Dentro de la carta iba incluido un pequeño mapa, más bien, un intento del mismo, dibujado a mano alzada y con algún borrón de por medio, no debe ser algo muy importante si han puesto un cateto a dar las ordenes o a encargar los mensajes de las ordenes... no puedo quejarme, no soy tampoco un gran conocido dentro del ejercito, ni un gran general, aunque espero que eso cambie pronto.
Saqué la cajetilla del bolsillo interior de mi chaqueta, cogí un cigarrillo y le prendí fuego, aspiré el humo mientras me apoyaba en una bandarilla cercana, subí el pie y metí mi mano libre en el bolsillo exterior y eché la cabeza hacia atrás; no er aun dia que me apeteciera darme de puñetazos con nadie, pero sabia que era el único momento de descanso que tendria hasta que acabase lo que habia venido a hacer, supuse que tendria que prepararme mentalmente y mi cabeza tenia demasiadas cosas en la cabeza.
Tras un rato, terminé el cigarrillo y lo tiré al mar, suspiré por última vez y me dispuse a andar; no llevaba mucho paseo hasta que, callejeando por el lugar, encontré una panaderia donde dos personas conversaban, no me acerqué demasiado, pero lo suficiente para poder cuchichear la conversación, para sorpresa de nadie, sobre el dichoso tesoro, supongo que dos personas con las que tener un encontronazo en no mucho tiempo. Decidí marcharme a los pocos minutos y preferí seguir dandole vueltas a la cabeza y concentrandome en la misión desde el aire, asi que batí las alas con fuerza y me alzé hacia el cielo, pero volando bajo, para evitar que alguien se alterase o recibiese un ataque de algún pazguato.
Esos dias habia mucho rebuelo, las tabernas estaban hasta arriba, y los encargos en la armeria eran cada vez mas habituales, los currantes no daban a basto, la ciudad se habia vuelto loca en muy poco tiempo; Saqué de mi chaqueta la carta que el ejercito revolucionario me habia mandado, las ordenes eran muy claras, recuperar todo lo posible sin meterme en follones muy grandes, pero dudo que eso fuera a ser posible, reconozco que mi mala leche me caracteriza. Dentro de la carta iba incluido un pequeño mapa, más bien, un intento del mismo, dibujado a mano alzada y con algún borrón de por medio, no debe ser algo muy importante si han puesto un cateto a dar las ordenes o a encargar los mensajes de las ordenes... no puedo quejarme, no soy tampoco un gran conocido dentro del ejercito, ni un gran general, aunque espero que eso cambie pronto.
Saqué la cajetilla del bolsillo interior de mi chaqueta, cogí un cigarrillo y le prendí fuego, aspiré el humo mientras me apoyaba en una bandarilla cercana, subí el pie y metí mi mano libre en el bolsillo exterior y eché la cabeza hacia atrás; no er aun dia que me apeteciera darme de puñetazos con nadie, pero sabia que era el único momento de descanso que tendria hasta que acabase lo que habia venido a hacer, supuse que tendria que prepararme mentalmente y mi cabeza tenia demasiadas cosas en la cabeza.
Tras un rato, terminé el cigarrillo y lo tiré al mar, suspiré por última vez y me dispuse a andar; no llevaba mucho paseo hasta que, callejeando por el lugar, encontré una panaderia donde dos personas conversaban, no me acerqué demasiado, pero lo suficiente para poder cuchichear la conversación, para sorpresa de nadie, sobre el dichoso tesoro, supongo que dos personas con las que tener un encontronazo en no mucho tiempo. Decidí marcharme a los pocos minutos y preferí seguir dandole vueltas a la cabeza y concentrandome en la misión desde el aire, asi que batí las alas con fuerza y me alzé hacia el cielo, pero volando bajo, para evitar que alguien se alterase o recibiese un ataque de algún pazguato.