Octojin
El terror blanco
21-10-2024, 11:41 AM
(Última modificación: 21-10-2024, 12:09 PM por Octojin.
Razón: daño camille, me comí la penetración :D
)
KGY300
GYOJIN KARATE
Pasiva
Tier 3
No Aprendida
Las técnicas del estilo emplean el elemento agua en ellas, con lo cual serán capaces de golpear a los usuarios de Akuma no Mi que normalmente contarán con ciertas inmunidades tangibles con normalidad. Por otro lado, siempre que se encuentre en el agua o tenga una fuente de agua de al menos 10 litros a 30 metros, sus técnicas físicas basadas en la utilización del cuerpo causan +40 de Daño adicional y costarán -5 Energía (Hasta un mínimo de 5 Energía). Obtiene [Colisión] +50 en tus ataques cuerpo a cuerpo con el estilo.
El ambiente en el campo de batalla improvisado se sentía como una continua tormenta violenta. Octojin, ladeando su cadera, concentraba toda su fuerza en su próximo movimiento. Podía sentir cómo la tensión en sus músculos se acumulaba con cada segundo que pasaba, canalizando poder en su brazo como un río de energía que esperaba desbordarse cuando la naturaleza lo llamara. La técnica que estaba preparando requería precisión y paciencia, y sabía que en cuanto la ejecutara, su impacto sería devastador. Y eso es lo que buscaba, un golpe firme y contundente con el cual hacer entrar en razón a aquellos dos cabezones que tenía como compañeros.
El gyojin tiburón mantenía su atención fija en Atlas y Camille, observando sus movimientos con una mezcla de respeto y determinación. Sabía que tanto el fénix como la oni eran oponentes formidables, de eso no cabía duda, pero lo que no sabía era hasta qué nivel llegarían. Estaba claro que sus intenciones y desempeño en el combate habían ido de menos a más, pero... ¿Dónde estaba el límite? Es escualo estaba en ese momento rebosante de energía y determinación. Y estaba seguro de que podía enfrentar lo que viniera. Mientras su brazo seguía contrayéndose, acumulando toda la energía necesaria para su ataque, un sonido cortante atravesó el aire como una advertencia. Advertencia que su instinto y capacidad auditiva recogieron enseguida, marchando sus ojos hacia Camille, que era la causante de aquél estruendo.
Una enorme onda de choque, nacida del tajo vertical de la odachi de la oni, se desplazaba a una velocidad alarmante, cortando el aire y el suelo a su paso. La potencia de la técnica fue clara desde el primer instante; su avance dejó un rastro profundo en el suelo, como si la mismísima tierra se desgarrara bajo su fuerza.
Con una sádica sonrisa, Octojin liberó la energía que había estado canalizando en su brazo justo cuando iba a recibir el impacto. Aquella era la prueba de potencia que necesitaba para comprobar si su golpe era lo suficientemente potente o no.
No tenía más opción que enfrentarse al ataque de Camille. No podía esquivarlo sin poner en peligro su posición, y no había tiempo para intentar una defensa más elaborada. Con un movimiento rápido y decidido, lanzó su ataque, un impacto directo y devastador que chocó de frente con la técnica de la oni. Su haki de armadura seguramente ayudaría a contrarrestar aquél golpe, aunque viendo la potencia con la que iba, empezó a dudar de cuál sería el resultado.
El impacto fue colosal. El choque entre la onda de Camille y el ataque de Octojin generó una ráfaga de aire tan potente que hizo al escualo retroceder un par de pasos inicialmente, que posteriormente derivaron en otros dos, y a su vez otros dos más. Para cuando quiso darse cuenta, había dado varios más de los que era consciente, aunque mantuvo firme el puño con el que golpeó durante todo ese transcurso, como si fuera un acto reflejo. El gyojin había sentido cómo la fuerza del golpe de la oni lo había empujado hacia atrás varios metros. Sus pies se arrastraron sobre el suelo, buscando estabilidad, que le costó conseguir. El aire que los rodeaba parecía haberse vuelto pesado, cargado de energía residual. Y la tensión seguía aumentando. Notó cómo su cuerpo estaba algo entumecido, quizá fruto de la tensión del golpe, o de la brutalidad de éste. Camille parecía ser una fiera guerrera que, en batalla, no conocía sus límites. Y aquello gustó al tiburón. Aunque le hubiera gustado más de haber lanzado semejante ataque contra el fénix azulado. Pero eso, en aquél momento, poco importaba ya.
Por un momento, todo pareció detenerse. Ambos ataques se disiparon en una explosión de polvo y escombros que cubrieron el área. El tiburón, con los músculos tensos por el esfuerzo, bajó su brazo lentamente mientras recuperaba el aliento. A pesar de la fuerza con la que había chocado, sabía que aquello no iba a detener a Camille por mucho tiempo, y notaba un fuerte hormigueo en el brazo, producto de la tensión y de haber recibido aquél golpe.
Y efectivamente, cuando el polvo empezó a asentarse, vio cómo la oni se había lanzado hacia Atlas con una rapidez asombrosa, su odachi brillaba mientras intercambiaba golpes con el fénix. Ambos guerreros estaban inmersos en su propio duelo, sus armas entrechocaban con una fuerza que resonaba en todo el lugar. ¿Acaso el gyojin se había quedado como el segundo plato de aquellos dos espadachines?
Octojin observó la escena, tomándose un respiro que duró un total de dos respiraciones pausadas. Aquello se estaba saliendo de control. Era evidente que Camille y Atlas estaban completamente inmersos en el combate, y la posibilidad de que alguno de los dos resultara gravemente herido era cada vez mayor. Ya no era un simple enfrentamiento entre compañeros de brigada; el conflicto había alcanzado un nivel en el que, si no se hacía algo pronto, podrían destrozar mucho más que su entorno.
“Esto tiene que terminar ahora” pensó Octojin, que notaba cómo su ira se iba apagando lentamente, aunque aún era demasiado elevada como para ignorarla sin más.
Si Camille iba a atacar a Atlas, él también lo haría. Quizá, si el fénix sentía la presión de ser atacado al mismo tiempo, recapacitaría y entendería que aquello debía acabar. Con esa idea en mente, el gyojin se lanzó hacia donde estaban sus compañeros. Su enorme cuerpo se movía con una velocidad inesperada para alguien de su tamaño, cada paso que daba resonaba con fuerza en el suelo, dejando claro que se estaba acercando a la escena de guerra.
En cuanto estuvo lo suficientemente cerca, Octojin cargó su próximo ataque. Esta vez, no sería un golpe directo hacia el suelo o una onda expansiva; era un gancho ascendente con la siniestra, diseñado para golpear a Atlas y elevarlo por los aires. Con la técnica preparada, lanzó su puño hacia el fénix, apuntando a elevarlo al cielo con la fuerza del impacto. Su haki, de nuevo, intentaría darle ese plus de potencia al golpe para desestabilizar al humano.
KGY301
GYOJIN KARATE
Ofensiva Activa
Tier 3
No Aprendida
34
2
Un impacto ascendente en que el usuario buscará trazar un gancho mientras golpea el vapor que rodea a su objetivo para elevarlo por los aires del impacto causando [Empuje] hacia arriba un máximo de 10 metros con el fin de dejarlo expuesto mientras cae.
Golpe Básico + [FUEx2,6] de [Daño Contundente]
El puño de Octojin cortó el aire con una brutalidad característica en él, buscando el vapor que rodeaba a Atlas y con la firme intención de lanzarlo hacia arriba. Si el golpe acertaba, Atlas se encontraría suspendido en el aire durante unos segundos, expuesto, mientras intentaba recuperar el equilibrio en su forma de fénix.
Todo sucedió en cuestión de segundos. Octojin no apartaba la mirada de sus compañeros, sabiendo que cualquier vacilación podría ser fatal. Mientras observaba cómo sus acciones se desarrollaban, su mente pareció razonar por fin. Aquello no era lo que había imaginado que pasaría cuando sus superiores le habían mandado a ayudar en la reparación. Pero tampoco imaginó que los comentarios de un humano le fuesen a sentar tan mal de nuevo. Aquello era algo en lo que debía profundizar en el futuro. La situación se había salido tanto de control que ahora sentía que estaba luchando de verdad contra sus compañeros, y que nada de lo que hiciera serviría para que parasen. No al menos hasta que alguno de los allí presentes cayera incosciente... O algo peor. Y aunque era necesario detener aquello, no podía evitar sentir un amargo sabor en la boca.
Su corazón latía con fuerza mientras mantenía la vista fija en Atlas y Camille. Aquello tenía que parar, y lo debía hacer más pronto que tarde. Pero... ¿Cómo? No podía simplemente frenar y levantar las manos, rindiéndose. No. Su orgullo se lo impediría. Todo había escalado a una batalla descontrolada, y Octojin sabía que la responsabilidad de detenerla recaía sobre ellos mismos, los que la empezaron.