Sparrow D. Cynthia
Spirit Blossom
21-10-2024, 02:22 PM
La niebla acariciaba el acantilado como un manto gris extendiéndose sobre una mesa carmesí, haciendo que el mundo debajo pareciera un sueño difuso y etéreo. Al mirar hacia arriba, la cima se ocultaba en la bruma, inalcanzable y distante. Pero solo eran nubes que comenzaban a estar presentes dada la altitud de Lovecraft, incomodas pero efímeras por el fuerte viento. Cada tramo que daba comenzaba a ser un desafío. Las rocas eran frías, húmedas por el contacto con las nubes, incluso algo filosas si se despistaba al ser talladas por el viento, como si solo estuvieran esperando a que un pie tembloroso se deslizara y la lanzara al vacío.
El monje podía sentir el constante tirón del viento que intentaba desgarrar su concentración. La adrenalina corría por sus venas, cada movimiento era una pelea entre voluntad y determinación. En momentos así, el silencio absoluto se llenaba de su respiración entrecortada, y el eco de sus pensamientos resonaba en la cabeza, amplificado por la soledad que la rodeaba, solo siendo interrumpido por el silbido del viento.
Los recuerdos de aquella carta que lo impulsaron a realizar esta locura flotaron en su mente, la vida del pequeño monje quizá estaba en peligro, tal vez habia sufrido algún accidente, se le podrían haber terminado los suministros o quizá algo peor. Pero nada de eso importaba ahora. Lo único que tenía era la Red Line y cada paso era una lucha constante contra la naturaleza indomable que parecía disfrutar de su angustia. El propio poder que dividía el mundo mismo.
Cada movimiento, cada esfuerzo la acercaba un poco más a la cima, aunque no pudiera verla. Y las nubes no ayudaban nada a vislumbrarla. Era difícil ya saber cuanto llevaba escalando la misma, el sol comenzaba a estar muy bajo, seguramente desde tierra firme ya estaría poniéndose el mismo, pero la altura le daba un cierto margen extra de tiempo para contemplar al astro rey poniéndose en el horizonte tiñendo el cielo de colores preciosos.
Pero esa ultima nube no era como las otras, nada más entrar se pudo notar que era más densa y húmeda, como si hubiera entrado en la misma agua, al momento notaria que respirar en esa nube no era una opción en lo más mínimo. Así que solo le quedaban dos opciones, seguir adelante y retroceder y pensar que hacer, puesto que estas nubes no parecían muy aptas para cruzarse.
Pero el fino oído casi animal del anciano lo llevaron a escuchar el sonido imposible de algo moviéndose dentro de las nubes en esa altura. Debía ser alguna ave, solo podía ser una ave. Lamentablemente aquella superficie nubosa era bastante opaca conforme te la vista se intentaba alejar, pero menos mal que su agudo oído le pudo advertir de un sonido similar al romper de las olas. Y de repente la figura de un tiburón blanco algo rechoncho, se hizo presente intentando morder a Lovecraft.
El monje podía sentir el constante tirón del viento que intentaba desgarrar su concentración. La adrenalina corría por sus venas, cada movimiento era una pelea entre voluntad y determinación. En momentos así, el silencio absoluto se llenaba de su respiración entrecortada, y el eco de sus pensamientos resonaba en la cabeza, amplificado por la soledad que la rodeaba, solo siendo interrumpido por el silbido del viento.
Los recuerdos de aquella carta que lo impulsaron a realizar esta locura flotaron en su mente, la vida del pequeño monje quizá estaba en peligro, tal vez habia sufrido algún accidente, se le podrían haber terminado los suministros o quizá algo peor. Pero nada de eso importaba ahora. Lo único que tenía era la Red Line y cada paso era una lucha constante contra la naturaleza indomable que parecía disfrutar de su angustia. El propio poder que dividía el mundo mismo.
Cada movimiento, cada esfuerzo la acercaba un poco más a la cima, aunque no pudiera verla. Y las nubes no ayudaban nada a vislumbrarla. Era difícil ya saber cuanto llevaba escalando la misma, el sol comenzaba a estar muy bajo, seguramente desde tierra firme ya estaría poniéndose el mismo, pero la altura le daba un cierto margen extra de tiempo para contemplar al astro rey poniéndose en el horizonte tiñendo el cielo de colores preciosos.
Pero esa ultima nube no era como las otras, nada más entrar se pudo notar que era más densa y húmeda, como si hubiera entrado en la misma agua, al momento notaria que respirar en esa nube no era una opción en lo más mínimo. Así que solo le quedaban dos opciones, seguir adelante y retroceder y pensar que hacer, puesto que estas nubes no parecían muy aptas para cruzarse.
Pero el fino oído casi animal del anciano lo llevaron a escuchar el sonido imposible de algo moviéndose dentro de las nubes en esa altura. Debía ser alguna ave, solo podía ser una ave. Lamentablemente aquella superficie nubosa era bastante opaca conforme te la vista se intentaba alejar, pero menos mal que su agudo oído le pudo advertir de un sonido similar al romper de las olas. Y de repente la figura de un tiburón blanco algo rechoncho, se hizo presente intentando morder a Lovecraft.