Dharkel
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21-10-2024, 04:40 PM
El entumecimiento poco a poco fue desapareciendo. Dharkel analizó brevemente a sus compañeros, quienes a mayor o menor ritmo iban terminando de recuperar la compostura. Dictaminó que efectivamente se había equivocado al desnudarse, pues a pesar de tener las ropas húmedas estaban dejando de presentar los síntomas del envenenamiento. Pero ya era tarde para dar marcha atrás.
El crujir de los tablones dio paso a un profundo silencio cuando la puerta se abrió. Todos permanecieron callados, intentando discernir qué misterios se ocultaban en la fría oscuridad que poco a poco iba calando en sus huesos. Al rato un solo golpe resonó en la bodega. El espadachín tragó saliva. Pensó que las dos auras restantes que previamente había indicado su capitán habían apagado las luces, preparando una mortal emboscada por lo que no tuvo problemas en que Silver se pusiese a la cabeza de la expedición cuando así lo requirió.
El silencio y las tinieblas fueron rápidamente intercambiadas por el sonido del metal al desenvainar y un fogonazo de luz que le cegó momentáneamente. Dharkel fue a maldecir aquella idea que ponía en peligro el simulado sigilo, haciéndoles un objetivo fácil. Al ver que nada salía ardiendo ni explotaba ladeó ligeramente la cabeza.
- Ahora vuelvo… - murmuró al aire. Hizo un par de movimientos con la lengua al darse cuenta de que había recuperado el control de la misma.
Rápidamente volvió sobre sus pasos. Notaba como la ansiedad, sin llegar a estar en su punto más álgido, se iba acrecentando. Si el capitán, una cerilla “humana”, no había ocasionado ningún incendio tampoco lo haría encenderse un cigarrillo. Al llegar donde había dejado su equipo cogió tres cigarros y volvió corriendo hasta las escaleras, sin pararse al sol. No tenía tiempo que perder. Puso un cigarro en cada oreja y el tercero lo fijó entre sus labios, todavía apagado.
Jadeante, volvió a parar en las escaleras donde vio que sus compañeros habían avanzado un trecho del pasillo. Gracias a la luz que irradiaba Silver, notó en la distancia como las macabras estatuas poseían rasgos distintivos en las extremidades inferiores. Sumado al ambiente tétrico parecía un escenario sacado de un libro de terror. O de una mente enferma.
Dio un paso al frente y un escalofrío le recorrió el cuerpo al notar como alguien o algo le “miraba” con unas vacías cuencas. Tragó saliva nuevamente e inspeccionó el falso cadáver con cuidado. Al ir a coger la nota con cuidado de no tocar la sustancia que tapaba el escrito haciéndolo inteligible y, que colgaba de sus manos, notó el tacto de la madera. El artista de tan realista obra era digno de admirar.
- L… costa… ¿ladear costado? s… suelo… descenso… ¿Lacaya libertad? Gu… ¿guiar detrás de ellas o morirás? – murmuró para sí mismo, pensativo. - ¡Esperad! – gritó a sus compañeros dando por perdido el factor sorpresa cuando el capitón iluminó la estancia. La palabra “Morirás” de la nota era lo suficientemente alarmante como para no tenerla en cuenta. No sabía si sus compañeros la habían llegado a ver. – ¡Puede haber una trampa!
El crujir de los tablones dio paso a un profundo silencio cuando la puerta se abrió. Todos permanecieron callados, intentando discernir qué misterios se ocultaban en la fría oscuridad que poco a poco iba calando en sus huesos. Al rato un solo golpe resonó en la bodega. El espadachín tragó saliva. Pensó que las dos auras restantes que previamente había indicado su capitán habían apagado las luces, preparando una mortal emboscada por lo que no tuvo problemas en que Silver se pusiese a la cabeza de la expedición cuando así lo requirió.
El silencio y las tinieblas fueron rápidamente intercambiadas por el sonido del metal al desenvainar y un fogonazo de luz que le cegó momentáneamente. Dharkel fue a maldecir aquella idea que ponía en peligro el simulado sigilo, haciéndoles un objetivo fácil. Al ver que nada salía ardiendo ni explotaba ladeó ligeramente la cabeza.
- Ahora vuelvo… - murmuró al aire. Hizo un par de movimientos con la lengua al darse cuenta de que había recuperado el control de la misma.
Rápidamente volvió sobre sus pasos. Notaba como la ansiedad, sin llegar a estar en su punto más álgido, se iba acrecentando. Si el capitán, una cerilla “humana”, no había ocasionado ningún incendio tampoco lo haría encenderse un cigarrillo. Al llegar donde había dejado su equipo cogió tres cigarros y volvió corriendo hasta las escaleras, sin pararse al sol. No tenía tiempo que perder. Puso un cigarro en cada oreja y el tercero lo fijó entre sus labios, todavía apagado.
Jadeante, volvió a parar en las escaleras donde vio que sus compañeros habían avanzado un trecho del pasillo. Gracias a la luz que irradiaba Silver, notó en la distancia como las macabras estatuas poseían rasgos distintivos en las extremidades inferiores. Sumado al ambiente tétrico parecía un escenario sacado de un libro de terror. O de una mente enferma.
Dio un paso al frente y un escalofrío le recorrió el cuerpo al notar como alguien o algo le “miraba” con unas vacías cuencas. Tragó saliva nuevamente e inspeccionó el falso cadáver con cuidado. Al ir a coger la nota con cuidado de no tocar la sustancia que tapaba el escrito haciéndolo inteligible y, que colgaba de sus manos, notó el tacto de la madera. El artista de tan realista obra era digno de admirar.
- L… costa… ¿ladear costado? s… suelo… descenso… ¿Lacaya libertad? Gu… ¿guiar detrás de ellas o morirás? – murmuró para sí mismo, pensativo. - ¡Esperad! – gritó a sus compañeros dando por perdido el factor sorpresa cuando el capitón iluminó la estancia. La palabra “Morirás” de la nota era lo suficientemente alarmante como para no tenerla en cuenta. No sabía si sus compañeros la habían llegado a ver. – ¡Puede haber una trampa!