Octojin
El terror blanco
21-10-2024, 07:18 PM
Isla de Kilombo, 51 de Verano de 724.
El sol brilla intensamente sobre la isla de Kilombo en una tarde que parece haberse detenido en el tiempo. El cielo, despejado salvo por algunas nubes dispersas que se arrastran perezosamente a una velocidad que parece negativa, deja caer una luz cálida y acogedora sobre el pueblo de Rostock. Las sombras formadas por el propio ente de luz hacen que los pocos animales que hay cerca se muevan lentamente en su búsqueda, intentando disfrutar un poco más de la siesta que se están echando. No viven nada mal, por cierto.
Los transeúntes caminan a su propio ritmo, sin mayores preocupaciones, absortos en sus quehaceres cotidianos de una manera que parece casi mecánica. Algunos van en silencio, mirando al suelo, mientras que otros charlan entre ellos de una manera discreta, como si estuviesen susurrando.
Los mercaderes, sin embargo, discuten precios con risas relajadas, los niños corren entre los puestos del mercado jugando a distintas cosas mientras tiran alguna que otra mercancía de algún puesto y son regañados por varios comerciantes. La brisa del mar, por su parte, trae consigo el fresco aroma de la sal y las algas, acariciando las velas de los barcos anclados en el puerto.
Todo parece estar bastante tranquilo, la verdad. Mires donde mires no hay nada que te llame la atención. Es posible que incluso te aburras por un momento. Tu cabello púrpura ondea al ritmo de tus fluidos pasos, pero entonces... Entonces algo parece diferente. A pesar de tu más que llamativa presencia, la gente del lugar no parece prestarte la atención que tanto ansías.
Los ojos que comúnmente sueles atraer como un imán, ahora están ocupados con otras cosas distintas: un nuevo cargamento en el puerto acaba de llegar. Notarás cómo el ruido empieza a aumentar, y las órdenes de quien parece estar al mando se hacen notar, con gritos por aquí y por allá y más aspavientos que energía. También, cerca de allí, verás una discusión acalorada entre pescadores, no sabes el motivo, pero puedes observar que poco a poco se empiezan a envalentonar y, es muy probable que si nadie interviene, lleguen a las manos. Son un total de cuatro, y no parece haber bandos entre ellos porque todos discuten entre todos. Incluso se han puesto de pie, y acaban de soltar las cañas... Eso solo quiere decir una cosa...
Vaya día te espera... Todo parecía tranquilo, y en cosa de cinco minutos ha empezado a alterarse de una manera que quizá no te esperabas.
En cualquier caso, el clima es ideal para pasear, y como ves, tienes varias opciones por delante: quizá una buena idea sea explorar la zona del muelle, puede que encuentres algo interesante o la gente esté comentando algún rumor que te sea útil. O puede que decidas evitar que los pescadores se peleen entre sí. O puedes ignorar todo aquello e irte en busca de un sitio donde descansar, o donde tomar algo. ¿Qué hay mejor que una visita a la bulliciosa taberna? Seguro que alguien allí estará dispuesto a rendirte la admiración que mereces.
Las posibilidades son muchas, pero solo tú puedes decidir qué hacer. ¿Quieres reclamar el centro del escenario que, sin duda, está destinado a ti? No sé, quizá puedas. Aunque de momento, el público parece estar distraído. ¿Qué hará nuestro querido Mayura?