Alexandra
Alex
21-10-2024, 08:32 PM
Los pocos segundos que pasaron hasta que Camille saludó a Alexandra le parecieron interminables. Miles de preguntas acecharon la mente de la chica ¿Lo había hecho bien? ¿Había dado una buena impresión? ¿Qué se suponía que debía de hacer ahora...? Tardó un rato en darse cuenta de que la Oni le había hecho una pregunta.
— ¡No, señora! quiero decir... Sí. A ver — Alex tomó aire mientras intentaba relajar sus nervios — Me he apuntado hoy a la marina, no tengo experiencia previa. Aunque conozco bastante bien los barcos y la navegación. Vengo de una pequeña isla pesquera del North Blue, he llegado hoy. Es mi primer día como Marine... En general.
A medida que hablaba Alexandra se iba relajando cada vez más, aunque al principio Camille le había parecido bastante intimidante pero su rostro se había suavizado en cuanto empezó a pronunciar sus primeras palabras. Notó como los ojos de la chica se dirigían a la bolsa de ropa que llevaba y la semi-gyojin no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa de orgullo, mostrando sus afilados dientes, al recordar como había evitado que seis pobres niños se quedaran sin hogar.
— Eh? — ¿uniforme? ¿Qué uniforme? a ella no le habían dado nada. ¿Deberían habérselo dado?
Alexandra salió de la sala y se dirigió a lo que le parecieron los vestuarios. No sabía como decirle a Camille que lo que llevaba en la bolsa no era más que ropa que había comprado antes de alistarse. Dejó la bolsa en un banquito y se quedó mirándola durante unos segundos, esperando que por arte de magia los veinte calcetines de renos y aquel jersey, que honestamente era horroroso, de cuadros se convirtieran en un maravilloso uniforme. No pasó. Al ver toda esa ropa Alex empezó a preguntarse donde iba a guardarla, y a todo esto ¿Dónde iba a dormir? no le habían dicho nada cuando se apuntó. No tenía dinero para pagarse una noche de hotel. Con las mejillas rojas por el bochorno la chica cerró la bolsa y salió de los vestuarios. Asomó la cabeza por la puerta del despacho de Camille.
— Eh... La cosa es que no tengo uniforme. Esta bolsa está llena de ropa que le compré a unos vendedores porque se iban a quedar sin casa si no conseguían venderla.— a medida que iba contando la historia se le iba llenando el pecho de orgullo. No tenía que avergonzarse de ayudar a unas pobres personas— Por esa razón tampoco tengo dinero... ¡Ah! y armas tampoco.
— ¡No, señora! quiero decir... Sí. A ver — Alex tomó aire mientras intentaba relajar sus nervios — Me he apuntado hoy a la marina, no tengo experiencia previa. Aunque conozco bastante bien los barcos y la navegación. Vengo de una pequeña isla pesquera del North Blue, he llegado hoy. Es mi primer día como Marine... En general.
A medida que hablaba Alexandra se iba relajando cada vez más, aunque al principio Camille le había parecido bastante intimidante pero su rostro se había suavizado en cuanto empezó a pronunciar sus primeras palabras. Notó como los ojos de la chica se dirigían a la bolsa de ropa que llevaba y la semi-gyojin no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa de orgullo, mostrando sus afilados dientes, al recordar como había evitado que seis pobres niños se quedaran sin hogar.
— Eh? — ¿uniforme? ¿Qué uniforme? a ella no le habían dado nada. ¿Deberían habérselo dado?
Alexandra salió de la sala y se dirigió a lo que le parecieron los vestuarios. No sabía como decirle a Camille que lo que llevaba en la bolsa no era más que ropa que había comprado antes de alistarse. Dejó la bolsa en un banquito y se quedó mirándola durante unos segundos, esperando que por arte de magia los veinte calcetines de renos y aquel jersey, que honestamente era horroroso, de cuadros se convirtieran en un maravilloso uniforme. No pasó. Al ver toda esa ropa Alex empezó a preguntarse donde iba a guardarla, y a todo esto ¿Dónde iba a dormir? no le habían dicho nada cuando se apuntó. No tenía dinero para pagarse una noche de hotel. Con las mejillas rojas por el bochorno la chica cerró la bolsa y salió de los vestuarios. Asomó la cabeza por la puerta del despacho de Camille.
— Eh... La cosa es que no tengo uniforme. Esta bolsa está llena de ropa que le compré a unos vendedores porque se iban a quedar sin casa si no conseguían venderla.— a medida que iba contando la historia se le iba llenando el pecho de orgullo. No tenía que avergonzarse de ayudar a unas pobres personas— Por esa razón tampoco tengo dinero... ¡Ah! y armas tampoco.