Teruyoshi
Teru
21-10-2024, 11:10 PM
Teruyoshi se vio rápidamente ofendido en cuanto abrió la boca. El mink esperaba que aquella gente recibiera su ayuda con los brazos abiertos, pero en cuanto soltó su discurso un sucio campesino se atrevió a atacarlo… si es que a eso se le podía llamar ataque, ya que tras dar un par de pasos se tropezó y cayó al suelo quedando completamente en ridículo. El mink hubiese dejado pasar la cosa dado que quería conseguir algo de ellos y podía tomar aquello como algo anecdótico, pero entonces, el tipo no conforme con haber osado en atacarlo sin motivo, prosiguió profiriendo improperios en los que comenzó a insultar al mink llamándolo bestia. Cómo osaba.
Teruyoshi, como si del resorte de una puerta se tratara, no dudó un momento y tras clavar su mirada de iris verticales en el hombre se dispuso a contestar donde pensaba él meterle la lanza al hombre y a toda su familia si no retiraba lo que había dicho, pero sus improperios se vieron interrumpidos por el brote repentino de ira del anciano. Sus palabras fueron escuetas, aunque más que suficientes para que todo el mundo quedase mudo por un instante… incluyendo al mink.
- Esto se pone interesante - pensó el gato mientras miraba al hombre curioso a la par que meneaba la cola de forma brusca de un lado a otro. Teruyoshi no podía contener la emoción al sentir que se había topado con lo que venía buscando. Alguien lo suficientemente fuerte como para poder enseñarle algo.
- No me extraña que tengáis pocas visitas si las tratáis así cuando vienen… - comenzó el gato sin poder resistirse. Callarse las cosas no estaba entre sus virtudes y ese día no iba a ser distinto. - Aunque para ser la cuna de la pelea, esperaba al menos que la primera persona que me atacara no tuviera dos pies izquierdos - prosiguió levantando la voz para que lo escuchase el tal Bill mientras se iba.
Teruyoshi en el fondo sabía que su lengua, más viperina que felina muchas veces, le granjeaba problemas allá donde fuera… pero era algo que no podía evitar. Esta tenía voluntad propia y se soltaba a la mínima que podía.
- Pero no se preocupe señor Kato - dijo algo más calmado volviéndose rápidamente de nuevo al anciano en un intento de devolver la conversación a buen punto. El mink estaba dispuesto a sacar algo de su visita, por lo que no podía permitirse ofender al viejo que manejaba el cotarro. - No ofende quien quiere, sino quien puede… así que olvidemos este asunto - prosiguió mientras comenzaba a andar junto al viejo, el cual, con un poco de suerte, seguiría su conversación como tenía previsto antes de las palabras del mink.
Si todo proseguía con normalidad, Teruyoshi aceptaría la pipa del anciano, agradeciéndole el gesto con un inclinamiento de cabeza antes de darle un un par de caladas con curiosidad por saber qué fumaba mientras tomaba asiento junto a él para escucharlo con atención.
- ¿Cuándo hablas de los chicos del circo te refieres a esos que han perdido a su capitán hace poco? - contestó el mink recordando uno de los rumores que le había contado Stan durante el viaje mientras aguantaba el humo unos segundos antes dejarlo salir poco a poco por las fosas nasales. - Al parecer han atrapado al tal Crow y puede que quien mande ahora no tenga tan buenas intenciones como él - prosiguió mientras le devolvía la pipa. Teruyoshi le dio un par de segundos al anciano por si no tenía noticias al respecto y tenía que pensar un poco sobre el asunto. - Mientras que sobre el tema de los piratas… imagino que será como todo, que dependerá más de la persona en sí que de la etiqueta que nadie le haya impuesto - contestó de forma sincera. - Cada uno tiene sus motivos y no me corresponde a mí juzgarlos.
Tras las palabras del mink, se hizo el silencio durante unos instantes en los que el gato aprovechó para curiosear a su alrededor. Por las reacciones de la gente de la aldea parecía que el ambiente estaba caldeado. El mink sentía como no era bienvenido allí y tenía ganas de hacerle un corte de mangas a todo aquel que arrugaba el gesto al mirarlo, aunque por suerte, el anciano volvió a retomar la conversación y pudo evitar aquella situación.
- Puedo encargarme de echar un vistazo a las zonas donde han ocurrido los ataques a la mercancía de Bill - contestó Teruyoshi mientras se fijaba en la pareja que acababa de saludar a Kato. Se trataba de un anciano y un enorme gyojin. Si Teruyoshi se creía que era alto al lado de un humano común, aquel bicho lo quedaba pequeño en comparación. - Me he criado junto a mi padre luchando con las bestias de la isla en la que crecí, por lo que podré dar con las bestias que sea sin problemas… anden a dos o a cuatro patas - continuó retomando la conversación tras el vistazo a la peculiar pareja. - Así que Maese Kato, si pudiera indicarle a alguien que me llevara hasta la zona podría ponerme cuanto antes a investigar - acabó mientras se levantaba como signo de que quería empezar cuanto antes. - Por cierto, perdone por mi mala educación, pero dado el rumbo de la conversación no me ha dado tiempo a presentarme - dijo tras ponerse frente al anciano. - Mi nombre es Teruyoshi, Maese Kato, y espero que podamos conocernos mejor una vez se tranquilicen las cosas.
El mink había empezado a usar el honorífico que solía usar con su padre adrede, con la intención de plantearle una idea sin plasmarla del todo. El mink había venido para pelear con los mejores artistas marciales de la zona y así mejorar en su propio estilo. Sentía que llevaba estancado un tiempo y necesitaba romper el techo con el que se había topado.
- Eso sí… más les vale recompensarme como merezco - pensó el mink mientras esperaba la respuesta de Kato.
Teruyoshi, como si del resorte de una puerta se tratara, no dudó un momento y tras clavar su mirada de iris verticales en el hombre se dispuso a contestar donde pensaba él meterle la lanza al hombre y a toda su familia si no retiraba lo que había dicho, pero sus improperios se vieron interrumpidos por el brote repentino de ira del anciano. Sus palabras fueron escuetas, aunque más que suficientes para que todo el mundo quedase mudo por un instante… incluyendo al mink.
- Esto se pone interesante - pensó el gato mientras miraba al hombre curioso a la par que meneaba la cola de forma brusca de un lado a otro. Teruyoshi no podía contener la emoción al sentir que se había topado con lo que venía buscando. Alguien lo suficientemente fuerte como para poder enseñarle algo.
- No me extraña que tengáis pocas visitas si las tratáis así cuando vienen… - comenzó el gato sin poder resistirse. Callarse las cosas no estaba entre sus virtudes y ese día no iba a ser distinto. - Aunque para ser la cuna de la pelea, esperaba al menos que la primera persona que me atacara no tuviera dos pies izquierdos - prosiguió levantando la voz para que lo escuchase el tal Bill mientras se iba.
Teruyoshi en el fondo sabía que su lengua, más viperina que felina muchas veces, le granjeaba problemas allá donde fuera… pero era algo que no podía evitar. Esta tenía voluntad propia y se soltaba a la mínima que podía.
- Pero no se preocupe señor Kato - dijo algo más calmado volviéndose rápidamente de nuevo al anciano en un intento de devolver la conversación a buen punto. El mink estaba dispuesto a sacar algo de su visita, por lo que no podía permitirse ofender al viejo que manejaba el cotarro. - No ofende quien quiere, sino quien puede… así que olvidemos este asunto - prosiguió mientras comenzaba a andar junto al viejo, el cual, con un poco de suerte, seguiría su conversación como tenía previsto antes de las palabras del mink.
Si todo proseguía con normalidad, Teruyoshi aceptaría la pipa del anciano, agradeciéndole el gesto con un inclinamiento de cabeza antes de darle un un par de caladas con curiosidad por saber qué fumaba mientras tomaba asiento junto a él para escucharlo con atención.
- ¿Cuándo hablas de los chicos del circo te refieres a esos que han perdido a su capitán hace poco? - contestó el mink recordando uno de los rumores que le había contado Stan durante el viaje mientras aguantaba el humo unos segundos antes dejarlo salir poco a poco por las fosas nasales. - Al parecer han atrapado al tal Crow y puede que quien mande ahora no tenga tan buenas intenciones como él - prosiguió mientras le devolvía la pipa. Teruyoshi le dio un par de segundos al anciano por si no tenía noticias al respecto y tenía que pensar un poco sobre el asunto. - Mientras que sobre el tema de los piratas… imagino que será como todo, que dependerá más de la persona en sí que de la etiqueta que nadie le haya impuesto - contestó de forma sincera. - Cada uno tiene sus motivos y no me corresponde a mí juzgarlos.
Tras las palabras del mink, se hizo el silencio durante unos instantes en los que el gato aprovechó para curiosear a su alrededor. Por las reacciones de la gente de la aldea parecía que el ambiente estaba caldeado. El mink sentía como no era bienvenido allí y tenía ganas de hacerle un corte de mangas a todo aquel que arrugaba el gesto al mirarlo, aunque por suerte, el anciano volvió a retomar la conversación y pudo evitar aquella situación.
- Puedo encargarme de echar un vistazo a las zonas donde han ocurrido los ataques a la mercancía de Bill - contestó Teruyoshi mientras se fijaba en la pareja que acababa de saludar a Kato. Se trataba de un anciano y un enorme gyojin. Si Teruyoshi se creía que era alto al lado de un humano común, aquel bicho lo quedaba pequeño en comparación. - Me he criado junto a mi padre luchando con las bestias de la isla en la que crecí, por lo que podré dar con las bestias que sea sin problemas… anden a dos o a cuatro patas - continuó retomando la conversación tras el vistazo a la peculiar pareja. - Así que Maese Kato, si pudiera indicarle a alguien que me llevara hasta la zona podría ponerme cuanto antes a investigar - acabó mientras se levantaba como signo de que quería empezar cuanto antes. - Por cierto, perdone por mi mala educación, pero dado el rumbo de la conversación no me ha dado tiempo a presentarme - dijo tras ponerse frente al anciano. - Mi nombre es Teruyoshi, Maese Kato, y espero que podamos conocernos mejor una vez se tranquilicen las cosas.
El mink había empezado a usar el honorífico que solía usar con su padre adrede, con la intención de plantearle una idea sin plasmarla del todo. El mink había venido para pelear con los mejores artistas marciales de la zona y así mejorar en su propio estilo. Sentía que llevaba estancado un tiempo y necesitaba romper el techo con el que se había topado.
- Eso sí… más les vale recompensarme como merezco - pensó el mink mientras esperaba la respuesta de Kato.