Nagaki
Medusa
22-10-2024, 05:10 PM
¡Hola, querido diario! Soy yo, Nagaki, y hoy quiero hablarte sobre mi experiencia al salir a explorar la superficie por primera. Como siempre, al principio no estaba segura de si sería buena idea, pero algo dentro de mí me empujaba a descubrir más allá de las aguas, bueno, y eso y una gran corriente marina que me empujó literalmente.
La superficie es un mundo muy extraño a lo que me imaginaba, muy poco tiene que ver con lo que conocía. Por un lado, el brillo del sol sobre el agua me dejó asombrada. No puedo olvidar cómo los rayos de luz se reflejaban bajo el agua, y sin embargo aquí si no hay un cristal de por medio casi no los puedes ver. Y al mismo tiempo, esa luz me recordó lo que me decía mi abuela, que en la superficie al ser una gyojin mi piel podría secarse rápidamente si no tenía cuidado.
El aire era algo a lo que tampoco estaba preparada. Días de viento húmedo y lluvias, otros días, seco y caluroso, y otros días nada de viento. En el océano, las pocas veces que me había atrevido a subir a la superficie lo notaba húmedo y los días despejados, pero aquí en la superficie me sentí más vulnerable a los cambios del tiempo.
Los humanos también es algo que me llamó la atención. No somos muy distintos los unos con los otros, y sin embargo cada vez que me ven mis cabeza, tentáculos y mi piel azulada parecían causar más sorpresa que interés. En el fondo del océano, todos somos diferentes, pero esas diferencias se celebran. Cada uno tenemos una parte de nuestros antepasados que llevamos con orgullo. Aquí, en la superficie, sentí que mis características únicas eran vistas como extrañas y ajenas. Un grupo de humanos incluso se acercó a mí, pero, en lugar de preguntar sobre mi historia, comenzaron a reirse o juzgarme.
Por suerte no todo el mundo es así, y desde que tengo el uniforme de la marina esa discriminación ha reducido bastante, o puede ser por el hecho de pasarme casi todo el día en la base de la marina, donde ya he dejado de ser el bicho raro para ser una más de la compañía. Aunque el resto de soldados creo que me tiene miedo de lo fuerte que soy, después de todo se dice que los gyojin somos 10 veces más fuerte que un humano. Eso es porque no comen pescado suficiente.
Las noches sin embargo sí son muy distintas. Especialmente lejos de los pueblos donde la luz no entorpece tanto la vista. Había visto las estrellas antes pero nunca desde "tan arriba", y eso que Kilombo no es especialmente alta, pero aun así las notaba mucho más cerca que otras veces.
¡Hasta la próxima, querido diario!
La superficie es un mundo muy extraño a lo que me imaginaba, muy poco tiene que ver con lo que conocía. Por un lado, el brillo del sol sobre el agua me dejó asombrada. No puedo olvidar cómo los rayos de luz se reflejaban bajo el agua, y sin embargo aquí si no hay un cristal de por medio casi no los puedes ver. Y al mismo tiempo, esa luz me recordó lo que me decía mi abuela, que en la superficie al ser una gyojin mi piel podría secarse rápidamente si no tenía cuidado.
El aire era algo a lo que tampoco estaba preparada. Días de viento húmedo y lluvias, otros días, seco y caluroso, y otros días nada de viento. En el océano, las pocas veces que me había atrevido a subir a la superficie lo notaba húmedo y los días despejados, pero aquí en la superficie me sentí más vulnerable a los cambios del tiempo.
Los humanos también es algo que me llamó la atención. No somos muy distintos los unos con los otros, y sin embargo cada vez que me ven mis cabeza, tentáculos y mi piel azulada parecían causar más sorpresa que interés. En el fondo del océano, todos somos diferentes, pero esas diferencias se celebran. Cada uno tenemos una parte de nuestros antepasados que llevamos con orgullo. Aquí, en la superficie, sentí que mis características únicas eran vistas como extrañas y ajenas. Un grupo de humanos incluso se acercó a mí, pero, en lugar de preguntar sobre mi historia, comenzaron a reirse o juzgarme.
Por suerte no todo el mundo es así, y desde que tengo el uniforme de la marina esa discriminación ha reducido bastante, o puede ser por el hecho de pasarme casi todo el día en la base de la marina, donde ya he dejado de ser el bicho raro para ser una más de la compañía. Aunque el resto de soldados creo que me tiene miedo de lo fuerte que soy, después de todo se dice que los gyojin somos 10 veces más fuerte que un humano. Eso es porque no comen pescado suficiente.
Las noches sin embargo sí son muy distintas. Especialmente lejos de los pueblos donde la luz no entorpece tanto la vista. Había visto las estrellas antes pero nunca desde "tan arriba", y eso que Kilombo no es especialmente alta, pero aun así las notaba mucho más cerca que otras veces.
¡Hasta la próxima, querido diario!