Ray
Kuroi Ya
22-10-2024, 08:53 PM
Los ataques de los poderosos miembros del Ejército Revolucionario llueven sobre el veterano general. Los guerreros de la libertad, unidos en su empeño por devolver a los balleneros su medio de vida y evitar que las buenas gentes del Reino de Oykot queden sumidas en la miseria, se lanzan sin piedad sobre el anciano militar que, pese a su poder y su experiencia, se ve en grandes dificultades para ponerse a su nivel.
Primero llegan las esferas lanzadas por Percival, tan veloces y desde tan lejos que Kudthrow es incapaz de reaccionar a ellas. El dolor que siente es abrumador en el mismo instante en el que impactan contra su rostro. El terrible crujido de su mandíbula al romperse es estremecedor, y llena el aire por completo con un sonido brutal que deja muy a las claras el poder del golpe que ha recibido.
El viejo general es consciente entonces de que su destino está sellado. Haga lo que haga, sabe que no va a ser capaz de salir de allí con vida. La fuerza de los revolucionarios que tiene ante sí es demasiada para superarla en solitario. Pero no por ello piensa dejar de cumplir con su deber. Juró hacerlo hace muchísimos años, tantos que casi no recuerda otra vida. Y hace tiempo además que hizo las paces con la muerte. No la teme, pues ha tenido una larga vida y es plenamente consciente de que todo llega a su fin. Y más aún si ha de suceder en batalla, cayendo con honor en el cumplimiento de su promesa.
Así, ve venir al buccaneer hacia él y, sin mover ni un pelo, espera su llegada en posición de guardia. En un último esfuerzo, cuando su enemigo está lo suficientemente cerca lanza su puño al encuentro de su ataque con todas sus fuerzas, acompañándolo con un desgarrador grito de rabia que llena todo a su alrededor. La colisión es espectacular, y hasta el mismo suelo tiembla cuando los dos poderosos guerreros chocan. No obstante, en ese mismo momento otro impacto que el anciano no había podido ver venir impacta contra su cuerpo. El general siente cómo su cuerpo cede, cómo las fuerzas le abandonan y todo a su alrededor va tornándose negro hasta que, de repente, deja de sentir.
El viejo militar cae al suelo, inerte, cuando los últimos resquicios de vida abandonan su cuerpo. Los ciudadanos se miran entre sí, incrédulos. El hombre que había mantenido en orden bajo su férreo puño todo el reino durante décadas, asegurándose de que todo transcurría según los monarcas dictaban, caía ante ellos, incapaz de superar a los poderosos miembros del Ejército Revolucionario que había acudido en ayuda de las gentes de aquel país en su momento más crítico. Tras unos segundos de duda, de desconcierto, la multitud estalló en vítores y aplausos. Enardecidos por el valor de los guerreros que habían luchado por ellos, retomaron su avance y comenzaron a entrar en palacio, exigiendo entre gritos que sus demandas fueran escuchadas. Al fin tenían control sobre su propio destino, al fin el futuro volvía a ser brillante y esperanzador.
Primero llegan las esferas lanzadas por Percival, tan veloces y desde tan lejos que Kudthrow es incapaz de reaccionar a ellas. El dolor que siente es abrumador en el mismo instante en el que impactan contra su rostro. El terrible crujido de su mandíbula al romperse es estremecedor, y llena el aire por completo con un sonido brutal que deja muy a las claras el poder del golpe que ha recibido.
El viejo general es consciente entonces de que su destino está sellado. Haga lo que haga, sabe que no va a ser capaz de salir de allí con vida. La fuerza de los revolucionarios que tiene ante sí es demasiada para superarla en solitario. Pero no por ello piensa dejar de cumplir con su deber. Juró hacerlo hace muchísimos años, tantos que casi no recuerda otra vida. Y hace tiempo además que hizo las paces con la muerte. No la teme, pues ha tenido una larga vida y es plenamente consciente de que todo llega a su fin. Y más aún si ha de suceder en batalla, cayendo con honor en el cumplimiento de su promesa.
Así, ve venir al buccaneer hacia él y, sin mover ni un pelo, espera su llegada en posición de guardia. En un último esfuerzo, cuando su enemigo está lo suficientemente cerca lanza su puño al encuentro de su ataque con todas sus fuerzas, acompañándolo con un desgarrador grito de rabia que llena todo a su alrededor. La colisión es espectacular, y hasta el mismo suelo tiembla cuando los dos poderosos guerreros chocan. No obstante, en ese mismo momento otro impacto que el anciano no había podido ver venir impacta contra su cuerpo. El general siente cómo su cuerpo cede, cómo las fuerzas le abandonan y todo a su alrededor va tornándose negro hasta que, de repente, deja de sentir.
El viejo militar cae al suelo, inerte, cuando los últimos resquicios de vida abandonan su cuerpo. Los ciudadanos se miran entre sí, incrédulos. El hombre que había mantenido en orden bajo su férreo puño todo el reino durante décadas, asegurándose de que todo transcurría según los monarcas dictaban, caía ante ellos, incapaz de superar a los poderosos miembros del Ejército Revolucionario que había acudido en ayuda de las gentes de aquel país en su momento más crítico. Tras unos segundos de duda, de desconcierto, la multitud estalló en vítores y aplausos. Enardecidos por el valor de los guerreros que habían luchado por ellos, retomaron su avance y comenzaron a entrar en palacio, exigiendo entre gritos que sus demandas fueran escuchadas. Al fin tenían control sobre su propio destino, al fin el futuro volvía a ser brillante y esperanzador.