Asradi
Völva
22-10-2024, 11:52 PM
El sonido de la música de una guitarra llegaba hasta donde ella se encontraba, acompañada de aquel hombre que le había invitado al licor de su petaca. Asradi desvió un instante la mirada oceánica hasta el origen de aquello, observando a un... ¿eso era un lobo? Pero humanoide. No había visto jamás esa raza, por lo que despertaba parcialmente su curiosidad. Mas fue interrumpida, o distraída más bien, de nuevo por la voz del chico. No conocía su nombre y, aunque sería mucho más cómodo dirigirse a él por el mismo, Asradi no estaba segura de si sería lo ideal tener que compartir el suyo. Sonaba muy maleducado, eso era cierto, pero había heridas que no terminaban de cerrarse y que, al mismo tiempo, eran esas mismas las que la mantenían en guardia, como elevando un muro protector.
Asradi enderezó levemente la espalda no solo cuando el hombre se arrodilló demasiado cerca de ella, para su gusto, sino también cuando hizo esa pregunta un tanto inquisitoria.
— . . . — No respondió en primera instancia, clavando sus ojos en los contrarios sin ningún tipo de impunidad. — ¿Insinúas que estoy huyendo de algo? — Preguntó, enarcando una ceja.
Por supuesto que estaba huyendo de algo o, más bien, de alguien, pero eso no era algo que el otro tuviese que saber o conocer. El muro invisible se elevó ligeramente más en torno a ella. No lo hacía a propósito, pero había descubierto que el mundo era, mayoritariamente, cruel. No quería meter a todos en el mismo saco, ni mucho menos, pero el instinto de supervivencia primaba.
— Simplemente he parado aquí a descansar antes de continuar viajando. — Eso no era una mentira, en realidad. No sabía que aquel lugar, Gray Terminal, tuviese esa fama. Simplemente era zona con superficie más cercana que había tenido para, al menos, pasar unas horas o una noche. Aunque visto como estaba aquel lugar, no parecía ser un lugar completamente seguro.
— ¿Y qué hay de ti? ¿Qué te ha traído hasta este lugar? — Fue ella la que, ahora mismo, preguntó.
Al menos hasta que, de nuevo, la música resonó ligeramente en un tono más alto, haciendo que ambos contemplasen hacia dicho lugar. De nuevo Asradi posó la mirada en la criatura lupina graciosamente vestida, a sus ojos, claro.
El de cabellera oscura le invitaba a unirse a la “fiesta”. La sirena dudó unos instantes porque su idea principal era pasar desapercibida. Pero también tenía cierta curiosidad artística por la música que aquella criatura era capaz de tocar. Tan distinta a lo que ella conocía de por sí.
Finalmente, sonrió al joven, poniéndose en pie. La falda llegaba y rozaba el suelo, cubriendo totalmente sus piernas. O, en este caso, la cola que se ocultaba bajo las prendas.
— Supongo que por ir a ver no pasará nada. — Concedió suavemente. Así pues, acompañaría al varón hacia donde el otro par se encontraban. Como no, a ligeros saltitos debido a la cola. Cualquiera podría pensar que, simplemente, tenía algún problema de cojera.
Asradi enderezó levemente la espalda no solo cuando el hombre se arrodilló demasiado cerca de ella, para su gusto, sino también cuando hizo esa pregunta un tanto inquisitoria.
— . . . — No respondió en primera instancia, clavando sus ojos en los contrarios sin ningún tipo de impunidad. — ¿Insinúas que estoy huyendo de algo? — Preguntó, enarcando una ceja.
Por supuesto que estaba huyendo de algo o, más bien, de alguien, pero eso no era algo que el otro tuviese que saber o conocer. El muro invisible se elevó ligeramente más en torno a ella. No lo hacía a propósito, pero había descubierto que el mundo era, mayoritariamente, cruel. No quería meter a todos en el mismo saco, ni mucho menos, pero el instinto de supervivencia primaba.
— Simplemente he parado aquí a descansar antes de continuar viajando. — Eso no era una mentira, en realidad. No sabía que aquel lugar, Gray Terminal, tuviese esa fama. Simplemente era zona con superficie más cercana que había tenido para, al menos, pasar unas horas o una noche. Aunque visto como estaba aquel lugar, no parecía ser un lugar completamente seguro.
— ¿Y qué hay de ti? ¿Qué te ha traído hasta este lugar? — Fue ella la que, ahora mismo, preguntó.
Al menos hasta que, de nuevo, la música resonó ligeramente en un tono más alto, haciendo que ambos contemplasen hacia dicho lugar. De nuevo Asradi posó la mirada en la criatura lupina graciosamente vestida, a sus ojos, claro.
El de cabellera oscura le invitaba a unirse a la “fiesta”. La sirena dudó unos instantes porque su idea principal era pasar desapercibida. Pero también tenía cierta curiosidad artística por la música que aquella criatura era capaz de tocar. Tan distinta a lo que ella conocía de por sí.
Finalmente, sonrió al joven, poniéndose en pie. La falda llegaba y rozaba el suelo, cubriendo totalmente sus piernas. O, en este caso, la cola que se ocultaba bajo las prendas.
— Supongo que por ir a ver no pasará nada. — Concedió suavemente. Así pues, acompañaría al varón hacia donde el otro par se encontraban. Como no, a ligeros saltitos debido a la cola. Cualquiera podría pensar que, simplemente, tenía algún problema de cojera.