Son Goku D. Namek
Dr. Goku
23-10-2024, 05:43 AM
(Última modificación: 24-10-2024, 02:23 AM por Son Goku D. Namek.
Razón: agregar tiempo
)
Yoshiro y Akari
Yoshiro, un cazador de piratas, y Akari, una panadera con ganas de vivir nuevas emociones, formaban una pareja curiosa. Ambos ansiaban aventuras, aunque provenían de mundos muy diferentes. Yoshiro, curtido por su experiencia en la lucha, y Akari, inmersa en la rutina del negocio familiar, se veían como dos almas dispuestas a embarcarse en la búsqueda de un tesoro. La conversación entre ellos era ligera, pero la invitación de Yoshiro a Akari para unirse a la aventura reflejaba el deseo compartido de dejar atrás la monotonía.
La panadería, que usualmente contaba con un buen flujo de clientes, se encontraba extrañamente tranquila ese día. Normalmente, las deliciosas galletas de Akari habrían atraído a varios admiradores, pero hoy todo estaba en calma. Mientras Akari se ganaba la vida ayudando en dicha panaderia, Yoshiro se ganaba la vida como herrero, forjando armas con una destreza que le había ganado el respeto de sus clientes habituales. Ambos compartían una conexión natural, y Akari, emocionada por la idea de la aventura, subió rápidamente a preparar sus pertenencias para partir con Yoshiro en busca del tesoro.
Por fin, la posibilidad de vivir algo emocionante, algo diferente a la rutina de la harina y el horno. Sin embargo, justo cuando acababa de aceptar y se dirigía a sus aposentos por sus cosas para arreglarse, un cliente entró corriendo, interrumpiendo la fantasía. Era un hombre sudoroso y agitado, que apenas podía hablar por la ansiedad. Se dirigió directamente al padre de Akari, rogando por ayuda, un incidente en su restaurant había destruido toda la producción del día, y su única esperanza era un pedido urgente de panes y galletas.
Te pagaré el doble, lo que sea necesario. Pero necesito tu ayuda - suplicó el hombre con voz quebrada. El padre de Akari negó con la cabeza. No podía cumplir con el pedido solo, no sin la ayuda de su hija. Akari estaba atrapada entre el deber y el deseo de aventura. La decisión recaía en ellos, ¿Akari se quedaría a ayudar a su padre? ¿Yoshiro emprendería la aventura solo? ¿Ambos abandonarían el viaje para ayudar en la panadería o se arriesgarían a partir juntos, dejando la panadería atrás? La elección estaba en manos de quienes contaran su historia, pues en esta clase de situaciones, ninguna decisión es erronea.
John Joestar
Desde el exterior de la panadería, John Joestar observaba a los dos jóvenes hablar sobre el supuesto tesoro. Aunque la conversación no le interesaba en lo más mínimo, su mente estaba en otro lugar. Con un batir de alas, se elevó en el aire. Heredero de la sangre Lunarian, sus enormes alas le permitían volar con facilidad sobre la ciudad. Desde el cielo, tenía una perspectiva privilegiada, pero también una misión clara.
Mientras volaba bajo, cruzando la ciudad con bastante facilidad, pudo observar todo con lujo detalle, la mañana aún estaba en sus primeras horas pero aun así había mucho más movimiento del esperado. El sol adornaba el cielo matutino, bañando las aguas del mar en un tono dorado y suave. Las gaviotas revoloteaban en el puerto, y aventureros de todo tipo se agrupaban al norte del poblado. John echó un vistazo al puerto y al bullicio que crecía entre los cazadores de recompensas y algunos civiles armados. Algo grande estaba a punto de suceder.
Los rumores en la ciudad hablaban de un enfrentamiento inminente. Cazadores de recompensas y civiles se estaban preparando para marchar hacia el noreste de la isla, con el objetivo de atacar a los piratas que habían violado el tratado de paz. Estos piratas, liderados por el enigmático Capitán Crow, ocupaban un asentamiento ubicado al norte de la ciudad, y la gente había decidido que ya no tolerarían su presencia. La furia y la tensión eran palpables, y la población estaba dispuesta a expulsar a los invasores a cualquier costo.
Pero para John, esa no era su ruta. Su misión lo llevaba hacia el noroeste, lejos del tumulto de la ciudad y el inminente conflicto. Su objetivo era una antigua base rebelde que, según los rumores, estaba oculta en ese sector de la isla. Aunque el enfrentamiento que se avecinaba era una distracción interesante, solo serviría para desviar su atención de su verdadero propósito, recuperar cualquier información que pudiera sobre los rebeldes y su conexión con la base.
La misión que se había trazado era clara, y mientras los rumores y la ciudad hervían en tensión, John debía debatirse sobre que camino tomar, echar un vistazo a lo ocurrido al Noreste o seguir su camino hacia el Noroeste de la ciudad.
Mayura Pavone
En el norte de la isla se encontraba el famoso "Circo de Oz", un asentamiento pirata de aspecto rudimentario, con casas de madera y pocos habitantes. Este era un lugar donde un grupo de piratas vivía en una relativa paz, junto con aquellos pocos civiles que se habían adaptado a su estilo de vida. Todo parecía seguir su curso normal, hasta que un joven forastero llamado Mayura irrumpió en el asentamiento, lleno de confianza en sí mismo y con una misión en mente.
A su paso, las miradas recelosas de los residentes lo seguían, conscientes de que era un extraño en su territorio. El muchacho avanzaba con determinación hasta que encontró lo que buscaba, una taberna que destacaba entre las demás. Afuera, un malabarista de piel morena y traje de payaso jugueteaba con pistolas y cuchillos, haciendo piruetas bajo la atenta mirada de un niño peculiar, que lo elogiaba con señales hechas por un muñeco de trapos que llevaba entre sus manos. El lugar desprendía una extraña mezcla de color y peligro, y Mayura decidió que este era el sitio adecuado para comenzar su búsqueda del tesoro.
Con valentía, cruzó la puerta de la taberna y, sin dudarlo, proclamó en voz alta su propósito, estaba allí para encontrar el tesoro. Al principio, sus palabras provocaron una carcajada general en la taberna. Los presentes lo ignoraron, como si su anuncio no fuera más que una broma. Sin embargo, dos mesas en particular parecían haber tomado más interés en él.
Frente a él, un grupo de cuatro personas lo observaba detenidamente. Entre ellos había tres mujeres de aspecto peculiar, una de cabello azul con brazos increíblemente largos, vestida con un traje extravagante, otra, de cabello rosa y aspecto similar al de una reina avispa, y una tercera, con un traje de camisa informal, con el cabello rubio trenzado. Junto a ellas, un hombre regordete y cicatrizado completaba el grupo. Sus miradas lo examinaron sin mucho interés, hasta que un gato negro sobre la mesa emitió un gruñido mientras bostezaba y volvía a acomodarse sobre la mesa, algo totalmente inofensivo para muchos, pero no para ellos, y esto cambió el ambiente.
La mujer de brazos largos, visiblemente irritada, se levantó lentamente y se acercó a Mayura. Cada paso que daba parecía cargar con una amenaza silenciosa. Cuando se detuvo frente a él, cruzó sus brazos y lo miró con frialdad antes de hablar. - No sé quién eres ni qué haces aquí, pero si no te marchas ahora mismo, te mataré - le dijo en un tono cortante, sin disimular su enojo - Al jefe no le gustas para nada.
Sus palabras silenciaron la taberna. El aire se volvió pesado, y Mayura apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que dos hombres lo tomaran por sorpresa. Con un movimiento rápido, lo arrastraron fuera del lugar, tapándole la boca y tarándole de los brazos, mientras un tercer hombre, nervioso, se disculpaba con la mujer - ¡Haruka-sama, perdónelo! - exclamaba - Es nuevo y no sabe de lo que habla. Nosotros nos encargaremos.
Ya en el exterior, uno de los hombres golpeó a Mayura en la cabeza, molesto por su imprudencia - ¿Estás loco? - le reprendió - Esos tipos son demasiado peligrosos como para entrar hablando así. Si querías saber sobre el tesoro, deberías haber preguntado con quién debías hablar primero.
Mientras el hombre lo regañaba, lo guiaba junto a un grupo que lo miraba con curiosidad. Mayura se uniría a ellos, ya sea a favor o en contra de su voluntad, diez en total, contándolo a el, y aunque la situación era tensa, parecía que había encontrado a quienes estaban dispuestos a unirse a la travesía que tanto anhelaba - Mira, te contaré el plan... lo que pasa es... (Ups, mensaje borrado intencionalmente) - comenzó a decir el hombre mientras lo arrastraban, como una pandilla de "amigos" que involucran a un tercero en una travesura de gran envergadura, sin saber que los ojos de aquel malabarista moreno no dejaba de observarlos mientras se alejaban de esta morada.