Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
Tema cerrado 
[Común] [C-Presente] Mareas de cambio / Octojin
Octojin
El terror blanco
Octojin no se podía quitar esa sonrisa de oreja a oreja que esbozaba, sintiéndose más ligero que nunca. Estaba tan contento que apenas podía contener su entusiasmo y no podía dejar de moverse. Estaba totalmente desatado por esa sensación que había sentido en el sueño. Al ver a Asradi allí, absorta en sus cosas de plantas, no dudó ni un segundo en alzarla en brazos como si fuera la cosa más natural del mundo. La movió, giró sobre sí mismo mientras la sostenía, y todo aquello parecía tener más sentido del que realmente tenía. El beso que la sirena le dio en el morro lo descolocó por completo. Su corazón, acostumbrado a la batalla y al peligro, latía desbocado por algo tan sencillo y puro como un gesto de cariño. Pero le salió de dentro responderle igual, así que le dio de seguido otro beso en los labios.

—¡Asradi!—exclamó con una mezcla de alegría y sorpresa—. De verdad, te lo prometo. He tenido el sueño más increíble que podía tener, y claro, tenías que ser tú la protagonista.

La idea de contarle su sueño no le causaba vergüenza, al contrario, sentía la necesidad de compartirlo, como si fuera una historia que los dos debían conocer. La bajó con sumo cuidado, pero no pudo evitar seguir moviéndose por la habitación, yendo de acá para allá, y haciendo algo de tiempo para ordenar su sueño en la cabeza y contarlo sin que nada se quedase en el tintero. Cuando por fin creyó que ya lo tenía, se acomodó a su lado y empezó a hablar con entusiasmo, sus manos empezaron a tomar vida propia, gesticulando mientras hablaba.

—Estábamos juntos en una especie de mundo mágico —empezó a contar—, y tú... tú eras más brillante de lo que jamás te he visto. Y mira que es difícil —se detuvo un momento, como si recordara cada detalle y ojeándola. La verdad es que estaba preciosa de cualquier modo—. Había monstruos y peligros, y yo tenía que salvarte, aunque tú también luchabas, porque siempre has sido fuerte. Pero al final, cuando todo estaba en calma y superamos aquellas pruebas que nos había puesto el destino... Aparecimos en la playa. Tú estabas preciosa, de verdad. Tenías que verte... Bueno, la cosa es que nos casamos... en el mar. Una ceremonia perfecta. Con las olas alrededor y el sol brillando sobre nosotros. Madre mía, se me sale el corazón de recordarlo.

El tiburón dejó escapar una risa nerviosa, sintiéndose algo ridículo por lo romántico que había sido su sueño, pero no podía evitarlo. Era como un adolescente contándole a sus amigos que tiene novia. Que ha soñado que se casan y que nada en el mundo les puede separar. Ese sueño había sido tan real, tan maravilloso, que lo había despertado lleno de energía y esperanza.

—Jamás se me olvidará cómo venías hacia mí, preciosa, y nos besábamos en la playa —la miró con ternura, sin notar hasta ese momento un pequeño rastro de sangre en su mano.

—¿Estás bien? —preguntó de inmediato, cambiando su tono a uno más serio, preocupado. Se inclinó hacia ella, inspeccionando el vendaje en su mano— ¿Te hiciste daño? —la preocupación se reflejaba en su rostro, pero al verla calmada, su propia ansiedad disminuyó.

Octojin respiró hondo, intentando calmarse. Seguramente había sido algún accidente con las hierbas. Y probablemente habría sido por su insistencia en agarrarla y levantarla por los aires. El escualo se sentó a su lado, con la intención de escuchar si tenía algo que decir, y observando cada uno de sus movimientos. La sirena se movía con precisión, y sus pequeñas manos —en comparación con las suyas— trabajaban con una mezcla de delicadeza y destreza que le fascinaba. Aunque no entendía exactamente lo que estaba haciendo, la manera en la que preparaba las hierbas y los frascos le parecía casi mágica.

—Eres increíble, ¿lo sabías? —murmuró, rompiendo el silencio mientras acariciaba suavemente su espalda—. No solo porque eres mi sirena... —añadió con una sonrisa— Sino por cómo trabajas. Siempre tan dedicada y cuidadosa. Haces todo con tanto amor... No te cabe el corazón en el pecho.

La miró, admirando su concentración. El tiburón no era ni de cerca un experto en plantas ni en medicina, pero podía reconocer el esfuerzo y la pasión en lo que hacía. Había algo tan genuino en ella, tan puro, que le hacía sentir que todo valía la pena.

—Siempre serás mi sirena —dijo finalmente, con un tono firme y lleno de cariño—. Y me siento afortunado de tenerte a mi lado.

El tiburón se quedó observándola mientras seguía con sus preparativos, intentando aprender algo de lo que hacía, aunque fuera solo por admirar la forma en que se dedicaba a su trabajo. Para Octojin, ese era otro de los momentos que desearía recordar siempre: la tranquilidad de estar con ella, en esa pequeña habitación, compartiendo algo tan simple y, a la vez, tan valioso. Compartiendose entre ellos.
#50
Tema cerrado 


Mensajes en este tema
[C-Presente] Mareas de cambio / Octojin - por Asradi - 24-09-2024, 06:24 PM
RE: [C-Presente] Mareas de cambio / Octojin - por Octojin - 23-10-2024, 10:09 AM

Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 12 invitado(s)