Asradi
Völva
23-10-2024, 11:27 AM
Tenía pulso, pero no sabía cuánta agua había tragado. Teniendo en cuenta la situación y que Lemon se trataba de un usuario de las habilidades, tampoco quería arriesgarse y, mucho menos, dejarle ahí a su suerte. Aunque después de la locura que había hecho... No, no podía culparle tampoco del todo cuando ella le había terminado ayudando. Asradi insufló aire un par de veces más hasta que el enmascarado comenzó a reaccionar. Se apartó de él para dejarle toser y respirar sin agobiarle, y ella solo suspiró con una mezcla de alivio y enfado al mismo tiempo. Pero primando más el alivio que el segundo sentimiento.
— Toma aire despacio... — Le recomendó, mientras le daba una suave caricia en la espalda, como si intentase reconfortarle. Tras haber visto que, efectivamente, tosiese y escupiese todo el agua, Asradi entornó la mirada. ¿La última tos había sido genuina o fingida? No, mejor no preguntaba. Lo importante realmente es que Caretas estaba bien y punto.
Cuando el momento de adrenalina y preocupación pasó a un breve segundo plano, la sirena negó levemente con la cabeza.
— ¿Entiendes ahora lo que te dije antes? — Trató de explicarle, ahora con paciencia. — Los que se han comido una fruta de esas, están malditos por el mar. No pueden nadar. — Era un golpe duro de realidad, sí. Y no estaba siendo especialmente suave al decirlo. Pero Lemon tenía que entenderlo para no arriesgar su vida. No de esa manera al menos. — Así que, por favor, ten más cuidado.
El pez tampoco tenía la culpa, ya bastante había hecho el pobre bicho con aguantar el peso de Lemon durante un buen rato. Por fortuna, todo había acabado bien y no había que lamentar más daños que aquel susto. Ahora bien, lo del tema del beso fue algo que sí le chirrió a la sirena. Asradi exhaló un suspiro un tanto más impaciente esta vez. Incluso frunció el ceño de manera muy sutil.
— Eso no era un beso como tal. Y si no te lo llego a hacer, te ahogas con el agua que habías tragado. — ¿En serio tenía tal falta de la realidad como para...? No, mejor no, mejor lo dejaba así y no enredaba más las cosas. Estaba descubriendo que, aunque Caretas parecía ser un buen tipo, estaba un poco desfasado de la realidad.
No le culpaba, y tampoco creía que fuese algo malo. De hecho, en ocasiones era hasta necesario con los tiempos que corrían. Le dió, al final, un par de palmaditas amistosas en la espalda, mientras ella se ponía “en pie”, irguiéndose sobre su cola de destellos plateados.
— ¿En serio te ha dado hambre? — La pelinegra parpadeó, aunque pronto se le dibujó una sonrisa entretenida. Eso demostraba, al menos, que Lemon tenía no solo buen humor, sino que estaba bien y no tenía que preocuparse más por él. No ahora mismo, al menos. — Pero tienes razón, después de todo también me ha abierto el apetito. Te sigo, Caretas. — Y, por supuesto, esperaba que él invitase después de todo.
— Toma aire despacio... — Le recomendó, mientras le daba una suave caricia en la espalda, como si intentase reconfortarle. Tras haber visto que, efectivamente, tosiese y escupiese todo el agua, Asradi entornó la mirada. ¿La última tos había sido genuina o fingida? No, mejor no preguntaba. Lo importante realmente es que Caretas estaba bien y punto.
Cuando el momento de adrenalina y preocupación pasó a un breve segundo plano, la sirena negó levemente con la cabeza.
— ¿Entiendes ahora lo que te dije antes? — Trató de explicarle, ahora con paciencia. — Los que se han comido una fruta de esas, están malditos por el mar. No pueden nadar. — Era un golpe duro de realidad, sí. Y no estaba siendo especialmente suave al decirlo. Pero Lemon tenía que entenderlo para no arriesgar su vida. No de esa manera al menos. — Así que, por favor, ten más cuidado.
El pez tampoco tenía la culpa, ya bastante había hecho el pobre bicho con aguantar el peso de Lemon durante un buen rato. Por fortuna, todo había acabado bien y no había que lamentar más daños que aquel susto. Ahora bien, lo del tema del beso fue algo que sí le chirrió a la sirena. Asradi exhaló un suspiro un tanto más impaciente esta vez. Incluso frunció el ceño de manera muy sutil.
— Eso no era un beso como tal. Y si no te lo llego a hacer, te ahogas con el agua que habías tragado. — ¿En serio tenía tal falta de la realidad como para...? No, mejor no, mejor lo dejaba así y no enredaba más las cosas. Estaba descubriendo que, aunque Caretas parecía ser un buen tipo, estaba un poco desfasado de la realidad.
No le culpaba, y tampoco creía que fuese algo malo. De hecho, en ocasiones era hasta necesario con los tiempos que corrían. Le dió, al final, un par de palmaditas amistosas en la espalda, mientras ella se ponía “en pie”, irguiéndose sobre su cola de destellos plateados.
— ¿En serio te ha dado hambre? — La pelinegra parpadeó, aunque pronto se le dibujó una sonrisa entretenida. Eso demostraba, al menos, que Lemon tenía no solo buen humor, sino que estaba bien y no tenía que preocuparse más por él. No ahora mismo, al menos. — Pero tienes razón, después de todo también me ha abierto el apetito. Te sigo, Caretas. — Y, por supuesto, esperaba que él invitase después de todo.