Airgid Vanaidiam
Metalhead
23-10-2024, 04:21 PM
Era raro, Airgid se encontraba agotada después de su entrenamiento con Ragnheidr, tanto física como emocionalmente, pero aún así le resultaba imposible quedarse dormida. Se mordía la lengua con cierta molestia, preguntándose porqué no había sido capaz todavía de dormir. Ni si quiera en un momento así su cabeza le ofrecía el descanso que se merecía, qué despiadada era. En una situación normal, el sonido de la madera crujiendo al quemarse y las voces y risas de fondo habrían ayudado al proceso, pero ahora, por algún motivo no funcionaba. Airgid se acurrucó en la comodidad de la manta, con el cuerpo girado hacia el lado contrario de la chimenea. De haberse encontrado un poco mejor no habría dudado en dejarse llevar por el buen ambiente, se habría tomado una cerveza mientras escuchaba aquellas sorprendentes historias de reyes marinos. Tan solo un poco mejor. Pero los balleneros parecieron entenderlo, al final estaba tan herida que lo raro es que no hubiera quedado inconsciente.
Estaba tan centrada intentando dormirse que no se dio cuenta de que Ragnheidr se había acercado a ella. Aunque el vikingo no tardó en dejar clara su presencia, usando uno de sus dedos para pincharla entre las costillas. — Ay. — Masculló la rubia, encogiéndose un poco por el acto reflejo: era una zona con cosquillas. No le molestó, pero aún así no se giró para mirarle. Era una actitud inusual en ella, Airgid siempre solía ser una bomba de felicidad y positividad, con una palabra amable para todo el mundo. Se podría decir que todo el mundo tiene sus momentos. Y sabía que estaría mucho mejor por la mañana, cuando despertase de un reparador sueño, pero la tarea le estaba resultando imposible. Entonces escuchó las palabras de Ragn, revelando finalmente que sí, la recordaba. Incluso le recriminó con un tono medio de broma y medio de reproche el hecho de que la joven desapareciera del vertedero. ¿A qué se refería con eso? ¿La había estado buscando?
Estuvo a punto de girarse, pero fue Ragn quién directamente la tomó de la barbilla, encontrando sus ojos avellanas con el vasto océano de los ojos del contrario. A veces el idioma les separaba, aunque solo fuera por la diferencia del tono al hablar, por el significado que le daban a las palabras. Pero cuando Airgid le miraba directamente a los ojos se sentía capaz de entenderle sin restricción alguna. Y estaba confundido, no enfadado. — No lo recuerdo bien, todo era un caos... la gente huía en todas direcciones y yo también lo hice. — Comenzó a contarle, tratando de hacer memoria sobre lo ocurrido, pero había sido tan caótico, hace tanto tiempo. — Y luego te busqué, pasé días en la isla intentando encontrarte. — Confesó, abriéndose aún más en canal frente a él. — Pero no recordaba tu nombre, y al final tuve que irme, regresar a mi hogar, en Kilombo. — Le tomó de la mano, la misma que había usado para girarle el rostro. Era grande, cálida. Cómo unos puños que tanto daño podían provocar, podían a la vez ser tan acogedores. Joder, estaba tan cerca de él, y estaba tan guapo... sus heridas eran menores y le quedaban incluso bien. Ella en cambio seguro que se veía como una mierda, llena de vendas, con un morado en la parte izquierda de la cara. Quería estar aún más cerca de él. — Me habría encantado volver a verte, lo siento si pensaste que había desaparecido sin más. — Resultaba curioso, cuando hablaba más en serio, el acento de Airgid y su forma de recortar las palabras desaparecía casi por completo. Sonrió, solo un poco. — Aún no me creo que seas tú de verdad. — No podía dejar de mirarle, sintiendo cómo su dolor, interno y externo, desaparecía solo con tenerle al lado. ¿Era eso amor? ¿Sentir cómo todas las penas se esfumaban solo con la compañía de la otra persona? Puede que fuera una de estas preguntas que se responden solas, solo con ver la cara de felicidad que se le dibujó a la rubia.
Estaba tan centrada intentando dormirse que no se dio cuenta de que Ragnheidr se había acercado a ella. Aunque el vikingo no tardó en dejar clara su presencia, usando uno de sus dedos para pincharla entre las costillas. — Ay. — Masculló la rubia, encogiéndose un poco por el acto reflejo: era una zona con cosquillas. No le molestó, pero aún así no se giró para mirarle. Era una actitud inusual en ella, Airgid siempre solía ser una bomba de felicidad y positividad, con una palabra amable para todo el mundo. Se podría decir que todo el mundo tiene sus momentos. Y sabía que estaría mucho mejor por la mañana, cuando despertase de un reparador sueño, pero la tarea le estaba resultando imposible. Entonces escuchó las palabras de Ragn, revelando finalmente que sí, la recordaba. Incluso le recriminó con un tono medio de broma y medio de reproche el hecho de que la joven desapareciera del vertedero. ¿A qué se refería con eso? ¿La había estado buscando?
Estuvo a punto de girarse, pero fue Ragn quién directamente la tomó de la barbilla, encontrando sus ojos avellanas con el vasto océano de los ojos del contrario. A veces el idioma les separaba, aunque solo fuera por la diferencia del tono al hablar, por el significado que le daban a las palabras. Pero cuando Airgid le miraba directamente a los ojos se sentía capaz de entenderle sin restricción alguna. Y estaba confundido, no enfadado. — No lo recuerdo bien, todo era un caos... la gente huía en todas direcciones y yo también lo hice. — Comenzó a contarle, tratando de hacer memoria sobre lo ocurrido, pero había sido tan caótico, hace tanto tiempo. — Y luego te busqué, pasé días en la isla intentando encontrarte. — Confesó, abriéndose aún más en canal frente a él. — Pero no recordaba tu nombre, y al final tuve que irme, regresar a mi hogar, en Kilombo. — Le tomó de la mano, la misma que había usado para girarle el rostro. Era grande, cálida. Cómo unos puños que tanto daño podían provocar, podían a la vez ser tan acogedores. Joder, estaba tan cerca de él, y estaba tan guapo... sus heridas eran menores y le quedaban incluso bien. Ella en cambio seguro que se veía como una mierda, llena de vendas, con un morado en la parte izquierda de la cara. Quería estar aún más cerca de él. — Me habría encantado volver a verte, lo siento si pensaste que había desaparecido sin más. — Resultaba curioso, cuando hablaba más en serio, el acento de Airgid y su forma de recortar las palabras desaparecía casi por completo. Sonrió, solo un poco. — Aún no me creo que seas tú de verdad. — No podía dejar de mirarle, sintiendo cómo su dolor, interno y externo, desaparecía solo con tenerle al lado. ¿Era eso amor? ¿Sentir cómo todas las penas se esfumaban solo con la compañía de la otra persona? Puede que fuera una de estas preguntas que se responden solas, solo con ver la cara de felicidad que se le dibujó a la rubia.