Silver D. Syxel
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24-10-2024, 01:46 AM
La brisa salada se sentía cada vez más pesada, como si el aire mismo se hubiera impregnado de la gravedad del momento. A medida que las figuras del barco mercante emergían, una mezcla de indignación y rabia empezó a crecer en el pecho del capitán. Los ecos de conversaciones lejanas, el intercambio de mercancía y las sonrisas satisfechas de aquellos miserables traficantes resonaban en sus oídos como una burla al sufrimiento. Al principio, había llegado esperando robar un cargamento valioso, algo que los beneficiara, pero no se había preparado para lo que vio descender por esa rampa. Dos niños. Dos Lunarian. Esclavos.
El aire pareció detenerse por un instante. Silver tensó la mandíbula al reconocer de inmediato las alas negras de los pequeños, un rasgo que le era demasiado familiar, aunque en él solo quedaban cicatrices. Aquella imagen fue como una daga que le atravesó el pecho. Un torrente de recuerdos le invadió, arrastrando consigo el peso de su propio pasado. Había sido esclavo. Sabía lo que era perder la libertad, ser tratado como mercancía, como algo que no valía más que el precio que alguien estuviera dispuesto a pagar. Y ahora, aquellos niños se enfrentaban al mismo destino.
Su instinto, alimentado por la rabia contenida, le pedía lanzarse al ataque en ese mismo instante, cortar las cadenas y acabar con todos esos desgraciados sin miramientos. Pero había algo que lo contenía: la razón. Sabía que no podía dejar que esos niños se fueran, pero la impulsividad podría ponerlos en peligro no solo a ellos, sino también a sus compañeros. Debían actuar con cuidado, pero rápido.
Con los dientes apretados, observó con atención el intercambio. Los traficantes, prepotentes y seguros de su control sobre la situación, discutían sobre comisiones y subastas como si lo que tenían entre manos no fueran vidas, sino meros objetos. Cada palabra que pronunciaban era un recordatorio más de por qué debían poner fin a sus vidas. La mención a la subasta lo dejó helado. Si esos dos eran solo el principio, significaba que otros como ellos estaban en manos de los mismos monstruos. Y cometer un error en ese punto podría suponer condenarlos a todos.
El conflicto interno del capitán quedó sellado en un segundo cuando uno de los sicarios pateó a la niña. La vio caer al suelo junto al niño pequeño. Sus ojos, llenos de miedo y furia, le recordaron algo que no podía ignorar. No había vuelta atrás.
Syxel respiró hondo, su mirada se endureció, y posó las manos sobre los mangos de sus sables. No haría ruido, no daría aviso. Aquellos traficantes ni siquiera tendrían la oportunidad de entender lo que habían desatado. Desde su posición oculta tras las cajas, sintió el frío de las empuñaduras y canalizó todo su odio en ese momento.
—Ahora —murmuró en voz baja, más para sí mismo que para los demás. No podía esperar más. Sus ojos se fijaron en los guardias, calculando el ángulo y la fuerza necesaria para acabar con ellos sin poner en riesgo a los niños.
Con un rápido desenfunde, las dos espadas volaron en un movimiento ascendente, un tajo preciso y brutal que cortó el aire. El filo de ambas armas brilló bajo la tenue luz de la luna, mientras su fuerza cortaba todo a su paso. El ataque no era solo físico; era la expresión de años de rabia contenida. Se aseguró de dirigir los golpes solo hacia los traficantes y guardias, buscando cortar todo lo que se interpusiera en su camino, pero con la precisión suficiente para que los pequeños no sufrieran ningún daño.
El filo de sus espadas trazó su recorrido. El ataque fue veloz y contaba con el factor sorpresa, pero no iba a confiarse. No sabía como reaccionarían los traficantes y guardias, pero contaba con que sus compañeros le siguienten. El capitán se mantuvo firme, con las espadas desenfundadas y los ojos clavados en sus enemigos. La decisión estaba tomada. Syxel había desatado su ataque con la intención clara de liberar a esos niños, y no dejaría que nada lo detuviera hasta que lo lograra.
El aire pareció detenerse por un instante. Silver tensó la mandíbula al reconocer de inmediato las alas negras de los pequeños, un rasgo que le era demasiado familiar, aunque en él solo quedaban cicatrices. Aquella imagen fue como una daga que le atravesó el pecho. Un torrente de recuerdos le invadió, arrastrando consigo el peso de su propio pasado. Había sido esclavo. Sabía lo que era perder la libertad, ser tratado como mercancía, como algo que no valía más que el precio que alguien estuviera dispuesto a pagar. Y ahora, aquellos niños se enfrentaban al mismo destino.
Su instinto, alimentado por la rabia contenida, le pedía lanzarse al ataque en ese mismo instante, cortar las cadenas y acabar con todos esos desgraciados sin miramientos. Pero había algo que lo contenía: la razón. Sabía que no podía dejar que esos niños se fueran, pero la impulsividad podría ponerlos en peligro no solo a ellos, sino también a sus compañeros. Debían actuar con cuidado, pero rápido.
Con los dientes apretados, observó con atención el intercambio. Los traficantes, prepotentes y seguros de su control sobre la situación, discutían sobre comisiones y subastas como si lo que tenían entre manos no fueran vidas, sino meros objetos. Cada palabra que pronunciaban era un recordatorio más de por qué debían poner fin a sus vidas. La mención a la subasta lo dejó helado. Si esos dos eran solo el principio, significaba que otros como ellos estaban en manos de los mismos monstruos. Y cometer un error en ese punto podría suponer condenarlos a todos.
El conflicto interno del capitán quedó sellado en un segundo cuando uno de los sicarios pateó a la niña. La vio caer al suelo junto al niño pequeño. Sus ojos, llenos de miedo y furia, le recordaron algo que no podía ignorar. No había vuelta atrás.
Syxel respiró hondo, su mirada se endureció, y posó las manos sobre los mangos de sus sables. No haría ruido, no daría aviso. Aquellos traficantes ni siquiera tendrían la oportunidad de entender lo que habían desatado. Desde su posición oculta tras las cajas, sintió el frío de las empuñaduras y canalizó todo su odio en ese momento.
—Ahora —murmuró en voz baja, más para sí mismo que para los demás. No podía esperar más. Sus ojos se fijaron en los guardias, calculando el ángulo y la fuerza necesaria para acabar con ellos sin poner en riesgo a los niños.
Con un rápido desenfunde, las dos espadas volaron en un movimiento ascendente, un tajo preciso y brutal que cortó el aire. El filo de ambas armas brilló bajo la tenue luz de la luna, mientras su fuerza cortaba todo a su paso. El ataque no era solo físico; era la expresión de años de rabia contenida. Se aseguró de dirigir los golpes solo hacia los traficantes y guardias, buscando cortar todo lo que se interpusiera en su camino, pero con la precisión suficiente para que los pequeños no sufrieran ningún daño.
El filo de sus espadas trazó su recorrido. El ataque fue veloz y contaba con el factor sorpresa, pero no iba a confiarse. No sabía como reaccionarían los traficantes y guardias, pero contaba con que sus compañeros le siguienten. El capitán se mantuvo firme, con las espadas desenfundadas y los ojos clavados en sus enemigos. La decisión estaba tomada. Syxel había desatado su ataque con la intención clara de liberar a esos niños, y no dejaría que nada lo detuviera hasta que lo lograra.
SAN502
SANTORYU
Ofensiva Activa
Tier 5
No Aprendida
63
3
El usuario posara su mano en sus armas, o arma, enfundadas concentrando en un objetivo frente a él con el fin de realizar un rápido desenfunde ascendente con el que trazar un rápido y certero corte que llegara a ocasionar una [Hemorragia leve], el corte será tan fuerte que cortara todo en un alcance de 5 metros siguiendo el recorrido de los filos. Nitōryū: Si se usan dos espadas en la ejecución de esta técnica será capaz de concentrar los dos tajos en un solo punto creando una [Hemorragia media] y pudiendo llegar a [Amputar] una extremidad fácilmente si no se Mitiga la tecnica.
Golpe Básico + [FUEx3,3] de [Daño cortante]
KENB401
KENBUNSHOKU
Haki básico
Tier 4
No Aprendida
7
2
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones muy fuertes que exterioricen como un sufrimiento fuerte o un gran instinto asesino, etc. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +5 [Reflejos].
Área: [VOLx12] metros. +5 [REF]