Alistair
Mochuelo
24-10-2024, 06:24 PM
Agradecía profundamente que la sirena fuera quien le entregaba enseñanza guiada en el proceso de preparar medicina. Había pocas cosas mas gratas que una maestra dispuesta a escuchar, y a recompensar el arduo progreso bien montado con palabras de reafirmación y apoyo. Para alguien que había aprendido mucho de lo que sabía a base de lectura y autodidactismo, contar con Asradi como tutora era una bendición que intentaría pagarle como pudiera en un futuro, esperaba cercano.
La idea propuesta por la chica hizo click en él inmediatamente, como si una caricaturesca bombilla se encendiera encima de su cabeza al momento de recibirla. ¡Por supuesto, un dibujo haría maravillas para lo que quería! Era la segunda mejor opción después de tener un espécimen en mano el cual poder mostrarle personalmente. La mención que hizo inmediatamente después a un reencuentro sirvió para sacarle una pequeña risa entre dientes, una clara señal de cuanto entretenía la idea de reencontrarse con la sirena, tal que pudieran tener conversaciones largas y tendidas como ésta en la que ambos pudieran disfrutar. — ¡Es una de las cosas que mejor se me da! Cuando empiezas a diseñar planos una y otra vez, la mano aprender a escuchar a tu cerebro cada vez mejor. Es un requisito para que los diseños sean medianamente comprensibles. O como mínimo legibles. — Bromeó; si le mostrara los atroces garabatos que dibujó en sus primeros intentos, seguro que se sacaba una tarde de risas.
Tomó el cuaderno entre sus manos y empezó a graficar. Realizaba un trazo a la vez por partes en vez de dibujar cada linea de un tirón, un truco que había probado ser muy efectivo, en especial para dibujos complejos como lo era una planta de las alturas. Y con paciencia, lo que tan solo fueron trazos ondulados puestos unos sobre otro eventualmente se transformó en una fiel representación de una planta que abarcó toda una página.
La flor de la planta parecían campanillas largas cayendo por el peso de su contenido, rojas como un buen vino pero acabando en puntas verdes que hacían un contraste precioso. De hojas simples, sentadas y alargadas para capturar mas agua en los climas de abundante humedad que habitaba, el contenido líquido de las campanillas servía como un analgésico ideal y un relajante muscular, pero que por la misma razón y su rápida absorción debía usarse en cantidades moderadas para no provocar problemas respiratorios a la persona que se le administraba.
— Te la presento: Es un Zarcillejo de Páramo. — Sus palabras fueron acompañadas por el dibujo que no tardó en mostrar a la chica cuando giró el cuaderno en su dirección, dejándolo en sus manos para que pudiera observarlo a su gusto. Estaba especialmente orgulloso de su mano para hacer cosas como esas a memoria. — Es bastante efectiva para contrarrestar dolores y espasmos, pero es bastante fuerte y se absorbe rápido. Hay que administrarla con cuidado en dosis pequeñas y observar la reacción del paciente; mejor que falte a que sobre en este caso. También sospecho que sirve como antipirético, pero eso es algo que no he tenido oportunidad alguna de probarlo por los riesgos que supone administrarla para prueba más que como medicamento. — Ojalá poder mostrarle una de ellas en persona: Sin importar cuán fiel fuera el dibujo, ver a una de esas pequeñas plantas en persona era una experiencia preciosa, sin mencionar sus congéneres de todos los colores y tamaños. La flora -y la fauna, todo había que decirlo- en las alturas tenía una tendencia a ser especialmente atractiva, al menos para el Lunarian.
Los ojos se le iluminaron repentinamente, acompañado de una risilla alegre, cuando recibió la aprobación de la sirena en cuanto a hablar sobre el campo que le apasionaba tanto como la propia medicina. Era un nerd, y le enorgullecía serlo.
Aunque ahora se presentaba un reto diferente: Tocar un tópico así suponía una práctica por encima de una teoría, dado que los conceptos que abarcaba podían ser más complejos de lo que la simple vista demostraba. Pero por otro lado... Había una cosa en concreto que la chica entendería especialmente por cuánto se involucraba en la medicina, en especial de farmacología, y cuya opinión destacaría notablemente. Una idea personal hecha boceto. Pero primero, arrojaría una propuesta un poco diferente. — ¡Te propongo una cosa! El día que nos reencontremos, seguramente tendré mas cosas a la mano para enseñarte. Ese mismo día te parlotearé a mi gusto sobre los inventos que me gustaría hacer, y podemos ponernos con esa práctica al instante. — También era porque, dentro de otras cosas, sus artificios con menos pruebas podían ser un poco... volátiles. — Conoces a los Den Den Mushi, ¿verdad? Como primera lección, podría enseñarte como montar y desmontar uno. — Una propuesta que, al menos para él en su momento, era bastante entretenida y que le sacó una sonrisa amplia sin falta. Y sorprendentemente inofensiva además: Resulta que las piezas montadas en esos moluscos eran extremadamente sencillas de desmontar, y no hacían daño al animal. Fue un alivio enorme cuando lo descubrió.
— Por lo pronto... ¿Puedo pedirte el cuaderno nuevamente? Quisiera que me dieras tu opinión sobre algo. Y cualquier cosa que puedas añadir para su mejoría sería mas que perfecto. — Ahora sí: La idea. Si la sirena le entregaba el cuaderno nuevamente, pasaría a otra hoja y empezaría a dibujar nuevamente. Esta vez se trataba de un artilugio diferente, que integraba una pequeña caja y lo que parecía ser un respirador conectado por una manguera. Esencialmente, era un nebulizador. Pero esto no era un nombre con el que lo bautizara aún.
— Es una idea un poco cruda aún, pero la idea general es la de un aparato capaz de administrar un medicamento como un gas. O mas bien, que un gas lleve partes pequeñas del medicamento para inhalarlo. En principio sería útil para medicamentos que afecten directamente a los pulmones, en caso de que la persona tuviera problemas respiratorios y fuera arriesgado darle de beber algún liquido en esa condición. Si podré o no extenderlo a otras cosas... Eso es algo que, siento decir, no tengo la mas mínima idea. — Una risa suave acompañó la última parte, casi sarcástico teniendo en cuenta lo dicho. No es que se sintiera mal: La base de toda ciencia era prueba y error, esto no era la excepción.
La idea propuesta por la chica hizo click en él inmediatamente, como si una caricaturesca bombilla se encendiera encima de su cabeza al momento de recibirla. ¡Por supuesto, un dibujo haría maravillas para lo que quería! Era la segunda mejor opción después de tener un espécimen en mano el cual poder mostrarle personalmente. La mención que hizo inmediatamente después a un reencuentro sirvió para sacarle una pequeña risa entre dientes, una clara señal de cuanto entretenía la idea de reencontrarse con la sirena, tal que pudieran tener conversaciones largas y tendidas como ésta en la que ambos pudieran disfrutar. — ¡Es una de las cosas que mejor se me da! Cuando empiezas a diseñar planos una y otra vez, la mano aprender a escuchar a tu cerebro cada vez mejor. Es un requisito para que los diseños sean medianamente comprensibles. O como mínimo legibles. — Bromeó; si le mostrara los atroces garabatos que dibujó en sus primeros intentos, seguro que se sacaba una tarde de risas.
Tomó el cuaderno entre sus manos y empezó a graficar. Realizaba un trazo a la vez por partes en vez de dibujar cada linea de un tirón, un truco que había probado ser muy efectivo, en especial para dibujos complejos como lo era una planta de las alturas. Y con paciencia, lo que tan solo fueron trazos ondulados puestos unos sobre otro eventualmente se transformó en una fiel representación de una planta que abarcó toda una página.
La flor de la planta parecían campanillas largas cayendo por el peso de su contenido, rojas como un buen vino pero acabando en puntas verdes que hacían un contraste precioso. De hojas simples, sentadas y alargadas para capturar mas agua en los climas de abundante humedad que habitaba, el contenido líquido de las campanillas servía como un analgésico ideal y un relajante muscular, pero que por la misma razón y su rápida absorción debía usarse en cantidades moderadas para no provocar problemas respiratorios a la persona que se le administraba.
— Te la presento: Es un Zarcillejo de Páramo. — Sus palabras fueron acompañadas por el dibujo que no tardó en mostrar a la chica cuando giró el cuaderno en su dirección, dejándolo en sus manos para que pudiera observarlo a su gusto. Estaba especialmente orgulloso de su mano para hacer cosas como esas a memoria. — Es bastante efectiva para contrarrestar dolores y espasmos, pero es bastante fuerte y se absorbe rápido. Hay que administrarla con cuidado en dosis pequeñas y observar la reacción del paciente; mejor que falte a que sobre en este caso. También sospecho que sirve como antipirético, pero eso es algo que no he tenido oportunidad alguna de probarlo por los riesgos que supone administrarla para prueba más que como medicamento. — Ojalá poder mostrarle una de ellas en persona: Sin importar cuán fiel fuera el dibujo, ver a una de esas pequeñas plantas en persona era una experiencia preciosa, sin mencionar sus congéneres de todos los colores y tamaños. La flora -y la fauna, todo había que decirlo- en las alturas tenía una tendencia a ser especialmente atractiva, al menos para el Lunarian.
Los ojos se le iluminaron repentinamente, acompañado de una risilla alegre, cuando recibió la aprobación de la sirena en cuanto a hablar sobre el campo que le apasionaba tanto como la propia medicina. Era un nerd, y le enorgullecía serlo.
Aunque ahora se presentaba un reto diferente: Tocar un tópico así suponía una práctica por encima de una teoría, dado que los conceptos que abarcaba podían ser más complejos de lo que la simple vista demostraba. Pero por otro lado... Había una cosa en concreto que la chica entendería especialmente por cuánto se involucraba en la medicina, en especial de farmacología, y cuya opinión destacaría notablemente. Una idea personal hecha boceto. Pero primero, arrojaría una propuesta un poco diferente. — ¡Te propongo una cosa! El día que nos reencontremos, seguramente tendré mas cosas a la mano para enseñarte. Ese mismo día te parlotearé a mi gusto sobre los inventos que me gustaría hacer, y podemos ponernos con esa práctica al instante. — También era porque, dentro de otras cosas, sus artificios con menos pruebas podían ser un poco... volátiles. — Conoces a los Den Den Mushi, ¿verdad? Como primera lección, podría enseñarte como montar y desmontar uno. — Una propuesta que, al menos para él en su momento, era bastante entretenida y que le sacó una sonrisa amplia sin falta. Y sorprendentemente inofensiva además: Resulta que las piezas montadas en esos moluscos eran extremadamente sencillas de desmontar, y no hacían daño al animal. Fue un alivio enorme cuando lo descubrió.
— Por lo pronto... ¿Puedo pedirte el cuaderno nuevamente? Quisiera que me dieras tu opinión sobre algo. Y cualquier cosa que puedas añadir para su mejoría sería mas que perfecto. — Ahora sí: La idea. Si la sirena le entregaba el cuaderno nuevamente, pasaría a otra hoja y empezaría a dibujar nuevamente. Esta vez se trataba de un artilugio diferente, que integraba una pequeña caja y lo que parecía ser un respirador conectado por una manguera. Esencialmente, era un nebulizador. Pero esto no era un nombre con el que lo bautizara aún.
— Es una idea un poco cruda aún, pero la idea general es la de un aparato capaz de administrar un medicamento como un gas. O mas bien, que un gas lleve partes pequeñas del medicamento para inhalarlo. En principio sería útil para medicamentos que afecten directamente a los pulmones, en caso de que la persona tuviera problemas respiratorios y fuera arriesgado darle de beber algún liquido en esa condición. Si podré o no extenderlo a otras cosas... Eso es algo que, siento decir, no tengo la mas mínima idea. — Una risa suave acompañó la última parte, casi sarcástico teniendo en cuenta lo dicho. No es que se sintiera mal: La base de toda ciencia era prueba y error, esto no era la excepción.