Octojin
El terror blanco
24-10-2024, 09:22 PM
Ren lanza sus cuchillos con toda la desesperación que puede reunir, pero los ves venir y no te preocupan en exceso. Con un simple movimiento, repeles el primero con la katana derecha, y el segundo lo apartas con la izquierda, todo mientras mantienes un porte impecable. No tienes tiempo para esos juegos. El caos que habéis provocado no pasará desapercibido por un tiempo, y ya puedes sentir la presencia de la marina acercándose, oyes pasos en la lejanía. Ese combate debe acabar.
Ren se lanza hacia su katana, su única oportunidad de igualar el campo de batalla. Lo ves moverse y te lanzas a la ofensiva, pero él es más rápido y consigue llegar antes que tú, recogiéndola en un gesto hábil mientras la posiciona defensivamente y choca tu ataque. Tu katana impacta contra la suya justo cuando logra levantarla para defenderse. Pero su defensa es torpe, debilitada por el cansancio y la desesperación. No encuentra rival en tu fuerza, y sientes la resistencia ceder cuando tu hoja roza su brazo, dejando una herida superficial pero lo suficientemente dolorosa como para hacer que su katana caiga al suelo, de nuevo.
Ren cae de rodillas, sujetándose el brazo herido, del cual sale un pequeño río de sangre. te mira, con su rostro hecho una mezcla de miedo y súplica.
— Por favor... no me mates... —su voz tiembla, rompiendo la arrogancia que tenía al inicio del enfrentamiento. Supongo que llegado ese momento, todos tenemos un punto de miedo. Podrías acabar con él ahora si así lo quieres. Siendo tan vulnerable como una presa al borde del colapso. O podrías no hacerlo, está a tu disposición.
Es entonces cuando escuchas el sonido de unos pasos apresurados, quizá a unos cien metros. La marina está cada vez más cerca, pero antes de decidir tu próximo movimiento, el tabernero, el mismo hombre al que Ren dejó inconsciente, se levanta detrás de la barra, aún un poco desorientado.
— Gracias... —murmura, con una mano en la cabeza, claramente aún aturdido— Puedes salir por la puerta trasera. No diré nada, lo prometo. Es lo mínimo que le debo a quien me ha salvado la vida.
Si miras a Ren, indefenso, quizá te de algo de pena. Está suplicando por su vida y parece estar rezando algo. Quizá quieras terminar lo que empezaste, o puede que sea suficiente para ti el saber que eres más hábil que él. En cualquier caso, tienes varios dilemas. El tabernero te ha ofrecido una salida, independientemente de lo que hagas con Ren. En ti está el creerle o no.
Puedes tomar un último parpadeo para recorrer la escena: Ren a tus pies, el tabernero ofreciéndote una salida, y la marina cada vez más cerca. Las pocas historias que me han llegado dicen que el Pavo Real del Océano no suele huir, pero tampoco es imprudente. Es tiempo de evaluar tus opciones. Este humilde narrador sabe que, independientemente de aquello que elijas, el espectáculo debe continuar.
Ren se lanza hacia su katana, su única oportunidad de igualar el campo de batalla. Lo ves moverse y te lanzas a la ofensiva, pero él es más rápido y consigue llegar antes que tú, recogiéndola en un gesto hábil mientras la posiciona defensivamente y choca tu ataque. Tu katana impacta contra la suya justo cuando logra levantarla para defenderse. Pero su defensa es torpe, debilitada por el cansancio y la desesperación. No encuentra rival en tu fuerza, y sientes la resistencia ceder cuando tu hoja roza su brazo, dejando una herida superficial pero lo suficientemente dolorosa como para hacer que su katana caiga al suelo, de nuevo.
Ren cae de rodillas, sujetándose el brazo herido, del cual sale un pequeño río de sangre. te mira, con su rostro hecho una mezcla de miedo y súplica.
— Por favor... no me mates... —su voz tiembla, rompiendo la arrogancia que tenía al inicio del enfrentamiento. Supongo que llegado ese momento, todos tenemos un punto de miedo. Podrías acabar con él ahora si así lo quieres. Siendo tan vulnerable como una presa al borde del colapso. O podrías no hacerlo, está a tu disposición.
Es entonces cuando escuchas el sonido de unos pasos apresurados, quizá a unos cien metros. La marina está cada vez más cerca, pero antes de decidir tu próximo movimiento, el tabernero, el mismo hombre al que Ren dejó inconsciente, se levanta detrás de la barra, aún un poco desorientado.
— Gracias... —murmura, con una mano en la cabeza, claramente aún aturdido— Puedes salir por la puerta trasera. No diré nada, lo prometo. Es lo mínimo que le debo a quien me ha salvado la vida.
Si miras a Ren, indefenso, quizá te de algo de pena. Está suplicando por su vida y parece estar rezando algo. Quizá quieras terminar lo que empezaste, o puede que sea suficiente para ti el saber que eres más hábil que él. En cualquier caso, tienes varios dilemas. El tabernero te ha ofrecido una salida, independientemente de lo que hagas con Ren. En ti está el creerle o no.
Puedes tomar un último parpadeo para recorrer la escena: Ren a tus pies, el tabernero ofreciéndote una salida, y la marina cada vez más cerca. Las pocas historias que me han llegado dicen que el Pavo Real del Océano no suele huir, pero tampoco es imprudente. Es tiempo de evaluar tus opciones. Este humilde narrador sabe que, independientemente de aquello que elijas, el espectáculo debe continuar.