Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
24-10-2024, 10:46 PM
El choque final entre las katanas de Ren y Mayura resonó como un eco metálico en la desierta taberna. Aunque el hombre de cabello verde había logrado recuperar su arma, su defensa estaba comprometida por el agotamiento y el miedo. El elegante pirata, con su usual precisión y gracia, desvió su ataque, hiriéndolo en el brazo y haciendo que su katana cayera al suelo una vez más. La herida, aunque superficial, fue lo suficientemente dolorosa como para hacer que Ren se desplomara de rodillas, suplicando por su vida.
Mayura observó a su oponente con una mezcla de desdén y curiosidad. La arrogancia inicial de Ren había desaparecido, reemplazada por una súplica temblorosa. "Qué rápido cambia su semblante y actitud, pero sigue siendo hermoso." Pensó para sí mismo, con una sonrisa apenas perceptible en sus labios. La escena era casi patética, pero al mismo tiempo intrigante. Mayura sabía que podía terminar con la vida de Ren en ese instante, pero el acto de matar, aunque necesario a veces, no le ofrecía la misma satisfacción que derrotar y humillar a un oponente.
Antes de que pudiera decidir, el tabernero se levantó detrás de la barra, visiblemente aturdido pero agradecido. Sus palabras ofrecieron a Mayura una salida rápida y discreta, una oportunidad para evitar el enfrentamiento con la Marina que se aproximaba. El tabernero sugirió salir por la puerta trasera y Mayura evaluó la oferta rápidamente. La situación estaba llena de posibilidades, pero el tiempo se agotaba, y no podía permitirse un enfrentamiento innecesario con las autoridades.
El elegante pirata dejó que el momento se alargara unos segundos más. Sus ojos grises se fijaron en Ren, temblando y vulnerable. Era tentador terminar con él, pero Mayura no se caracterizaba por matar por simple capricho. — Te perdono la vida, querido. Pero que esto te sirva de lección. No estás a mi nivel... aún. — pronunció con una voz calmada y melódica lanzándole un beso y un guiño, como si la situación no fuera más que otro de sus juegos de poder, lanzándole un último golpe en la cabeza con el lado sin filo de la espada buscando dejarlo inconsciente. Con un último vistazo al tabernero, Mayura asintió ligeramente antes de girarse y golpear al tabernero igual que como hizo con Ren antes de enfundar su katana. Antes de irse tomaría lo que fuera que Ren había recolectado en el saco tirado en el suelo, mas no lo verificaría hasta estar en un lugar seguro.
El sonido de los pasos de la Marina estaba cerca, pero Mayura ya había tomado su decisión. No era el momento para una confrontación directa con las autoridades. Había obtenido lo que quería: una victoria sobre su oponente y una salida elegante, tal como le gustaba. Aunque, no podía quitarse de la cabeza el cómo Ren y el tabernero inconsciente pintarían la escena al despertarse.
Antes de salir, lanzó una mirada rápida al caos que él mismo había ayudado a crear: cristales rotos, muebles destrozados, y un Ren humillado y herido. Una obra maestra de caos, como siempre le gustaba crear. — Algo me dice que el espectáculo esta por continuar. — murmuró para sí mismo con una sonrisa traviesa, antes de irse por la salida trasera, aprovechando la oportunidad que el tabernero le había ofrecido.
Mayura observó a su oponente con una mezcla de desdén y curiosidad. La arrogancia inicial de Ren había desaparecido, reemplazada por una súplica temblorosa. "Qué rápido cambia su semblante y actitud, pero sigue siendo hermoso." Pensó para sí mismo, con una sonrisa apenas perceptible en sus labios. La escena era casi patética, pero al mismo tiempo intrigante. Mayura sabía que podía terminar con la vida de Ren en ese instante, pero el acto de matar, aunque necesario a veces, no le ofrecía la misma satisfacción que derrotar y humillar a un oponente.
Antes de que pudiera decidir, el tabernero se levantó detrás de la barra, visiblemente aturdido pero agradecido. Sus palabras ofrecieron a Mayura una salida rápida y discreta, una oportunidad para evitar el enfrentamiento con la Marina que se aproximaba. El tabernero sugirió salir por la puerta trasera y Mayura evaluó la oferta rápidamente. La situación estaba llena de posibilidades, pero el tiempo se agotaba, y no podía permitirse un enfrentamiento innecesario con las autoridades.
El elegante pirata dejó que el momento se alargara unos segundos más. Sus ojos grises se fijaron en Ren, temblando y vulnerable. Era tentador terminar con él, pero Mayura no se caracterizaba por matar por simple capricho. — Te perdono la vida, querido. Pero que esto te sirva de lección. No estás a mi nivel... aún. — pronunció con una voz calmada y melódica lanzándole un beso y un guiño, como si la situación no fuera más que otro de sus juegos de poder, lanzándole un último golpe en la cabeza con el lado sin filo de la espada buscando dejarlo inconsciente. Con un último vistazo al tabernero, Mayura asintió ligeramente antes de girarse y golpear al tabernero igual que como hizo con Ren antes de enfundar su katana. Antes de irse tomaría lo que fuera que Ren había recolectado en el saco tirado en el suelo, mas no lo verificaría hasta estar en un lugar seguro.
El sonido de los pasos de la Marina estaba cerca, pero Mayura ya había tomado su decisión. No era el momento para una confrontación directa con las autoridades. Había obtenido lo que quería: una victoria sobre su oponente y una salida elegante, tal como le gustaba. Aunque, no podía quitarse de la cabeza el cómo Ren y el tabernero inconsciente pintarían la escena al despertarse.
Antes de salir, lanzó una mirada rápida al caos que él mismo había ayudado a crear: cristales rotos, muebles destrozados, y un Ren humillado y herido. Una obra maestra de caos, como siempre le gustaba crear. — Algo me dice que el espectáculo esta por continuar. — murmuró para sí mismo con una sonrisa traviesa, antes de irse por la salida trasera, aprovechando la oportunidad que el tabernero le había ofrecido.