Percival Höllenstern
-
24-10-2024, 11:22 PM
La bella mujer rubia, con el provocativo vestido asiático, abrió la tirada a la vista de todos, y algo enrojecida en una mueca inocente, aspiró de su pipa algo tensa y comenzó el breve silencio que se había montado.
— ¡Ay, maldición, no he dado ni una! Misisisisisissisisiiiiihi— rió tras la tensión del momento, cediendo una parte de sus fichas cambiadas, en lo que parecía un millón de Berries, y teniendo todavía cierto monto que aproximadamente a la vista parecían 6 millones.
—Como odio jugar contra vosotros, cuando no está ese zorro, yo soy el que carga con la mala fortuna de la mesa... — rugió el rosado mink, enarbolando una ceja sobre su rudo rostro, y poniéndose en pie sobre la silla para acercar su propia apuesta de un millón al centro de la mesa. A la vista no se veían todas sus fichas, pero parecían ser cuantiosas, mas golpeaba con una de ellas repetidamente la mesa, lo que podía ser un significante de que la diosa Fortuna no le acompañaba esta noche.
— Hm... Creo que esta será mi última partida de la noche, caballeros — dijo la mujer entrada en edad, tirando sus últimas fichas hacia el centro, y con un porte recio y sobrio, mientras se levantaba con tenacidad de la mesa y procedía a reverenciar a los otros jugadores de la mesa. — Komula — dijo con un golpe seco de afirmación con la cabeza. — Sorvolo— continuó mirando al dueño del Casino Missile, con una sonrisa tranquila y algo intimidante. — Señora de la Guerra del Mar — sentenció con un último vistazo, algo más tosco y seco hacia la atractiva dama. — Ha sido una noche entrañable, queridos — mencionó mientras tomaba un bastón que no podía haberse visto con anterioridad desde la perspectiva de Byron, y se ayudaba en él para caminar, y se dirigía a salir de la sala mientras Sorvolo reía y golpeaba la mesa.
— ¡Siempre os pasa igual! ¡La casa siempre gana...pua pua pua! — reía el vaquero dando golpes y agenciándose las ganancias del centro de la mesa.
Entonces, Byron aprovechando el momento, en el cual no dijo nada, pues observar era un gran ejercicio de sabiduría, enunció su propia tirada.
— ¡Yo lo se, yo lo se! ¡Es un 8 total! — comentó de una manera casi infantil, mientras hacía aritos de humo que tomaban forma de corazón con el humo de su pipa, y señalaba al cubilete, en una mueca nuevamente adorable y descuidado que abría su escote sin querer, dirigiendo la atención de todos los presentes durante unos segundos a su pecho.
— ¡Tápate humana! Esto...arr... hm... ¿Es un doble? — comentó enrojecido tras unos segundos en los que su atención se había centrado en Li-Shi, tratando de disimular que claramente no había visto ni cuando se había ejecutado la tirada.
Sorvolo se tomó su tiempo para adivinar y finalmente, golpeando con un raro golpe de tobita a su sombrero que lo levantó unos centímetros y dejó ver su barba y bigote bien afeitado y cuidado, sus rasgos entrados en edad, y sus manos cyborg se limitó a comentar. — Creo que el muchacho nos guarda un 5, pue pue pue... — rió para finalizar su estelar premonición, mientras con la mano libre, jugueteaba con su ingente cantidad de fichas.
Tras ello y ver los resultados, Komula tomó los dados y los insertó en el cubilete y de un férreo golpe que hizo retumbar toda la maciza mesa de caoba, los golpeó contra la mesa en un sonido abundante, dentro del mismo.
— Dupliquemos la apuesta, esta vez serán 2 millones. Esto es un total 9 — dijo henchido de seguridad.
— Los veo... pero... ¡Ay corazón no tienes ni idea peludoso! ¡Es un 12! ¡Sí, un doble y encima adivino el número, Misisisisissi! — comentó la dulce y afilada mujer rubia.
— Eso ha sonado a Ojos de Serpiente — sentenció Sorvolo, refiriéndose a un doble uno, también vaticinando un doble y además el número estrella. — ¿No lo crees, novato pirata? — mencionó mordazmente.