Gavyn Peregrino
Rose/Ícaro
25-10-2024, 03:34 AM
El ambiente de la posada era agradable sin duda, las lámparas de aceite estaban repartidas por las esquinas mientras que el resto de la luz provenía de bombillas que emiten una suave luz anaranjada, dándole al lugar un toque hogareño que no solía ver en la mayoría de los bares, tabernas o posadas que visitaba, era poco usual. Las cosas, lugares y personas poco habituales despertaban mi interés y curiosidad, es por eso que había tomado el trabajo hacia Cocoyashi, aún había partes de la isla que me quedaba ver, a pesar de llevar años trabajando como navegante, mantenía una ruta realmente inestable, después de todo solo necesitaba mi experiencia, un mapa y una Log Pose para volar entre islas, recorrer el vasto océano a gusto, conocer zonas diferentes, datos e información diferentes, chismes diferentes, tesoros y personas diferentes. Bueno, quizás el último estaba sobrevalorado, después de todo mi objetivo no era establecer vínculos firmes.
A fin de cuentas, ir de aquí para allá, de isla en isla, de trabajo en trabajo, y solo detenerme cuando quería el tiempo que deseaba, implicaba que no tenía contacto con muchas personas por demasiado tiempo, no poseía un Den Den Mushi con el que contactarme a largas distancias, de forma transoceánica, por lo que se volvía poco posible una comunicación recíproca si no ofrecía mi número a las personas que iba conociendo e, incluso así, no todos pueden permitirse un Den Den Mushi Transoceánico. Pero eso estaba bien, gozaba de mi libertad, de las personalidades que conocía de forma momentánea, sin presiones desde ningún lado, simplemente era tan libre como mis alas me lo permitían. Moví las extremidades en mi espalda, generando un sonido de roce entre las plumas, pasé mis dedos entre las primarias y comencé a subir para acomodar el resto.
Una vez satisfecho, mientras disfrutaba de la melancólica música que llegaba a su fin, no me atrevería a adivinar qué instrumento estaba tocando el artista, parecía una guitarra, pero sinceramente tenía poco conocimiento acerca de los tipos de instrumentos de cuerda que guardaban demasiadas similitudes entre sí. Dejé que mis párpados cayeran de forma ligera, satisfecho con el cálido ambiente, esperé a que trajeran la comida que pedí, probablemente era mucha para una sola persona, pero el hambre me estaba carcomiendo desde hace tiempo, ser navegante muchas veces implica dirigir el barco por períodos de tiempo intempestivos, tanto que en ocasiones llegaba a descuidarme un poco, no era nada grave, se solucionaba con una comida sustanciosa.
Acomodé las alas detrás de mí, las sillas usualmente no están diseñadas para clientes de especies muy variadas, por lo que era esperable que tuviera que acomodarlas cerca de mí, evitando apoyarme en el respaldo y aplastar los músculos. Debo decir que un calambre o el hormigueo en las alas es realmente desagradable, es de ese tipo de situaciones que no me suceden en público, por suerte. Mis ojos de dorado bruñido se deslizaron lentamente desde la tarima hasta la barra del lugar, siguiendo los pasos desgarbados del artista que había estado tocando el bajo. Lo primero que noté… Obviamente fueron las cicatrices, eran realmente notorias, como hacerse un tatuaje en la cara. Reconocí el tipo de cicatrices grotescas que se extendían por su maxilar inferior, clavículas y antebrazos, al menos las visibles. Se trataba de cicatrices por quemaduras, debían ser de quemaduras de tercer grado, realmente incisivas.
Recogí un limón, le hice dos tajos y lo exprimí sobre las rabas, les eché algo de sal y me llevé una a la boca, haciendo un sonido de satisfacción mientras escuchaba la conversación que se gestaba cerca de mi mesa, una persona con tal cantidad de marcas debía tener algo interesante que decir. Ah, recordaba haber conocido a un hombre como él, no con ese tipo de marcas, sino del tipo que se hacen con látigos o cuchillas, mi memoria me trajo el recuerdo de una X grabada justo sobre su corazón, el oni, no tan simpático como creía ser, que atendía en un bar y cantaba canciones instigadoras. Me reí por lo bajo, comiendo el resto de las exquisiteces que pedí, para mí lo eran, y escuché a escondidas, agudizando mi oído, tampoco fue especialmente difícil, el hombre no estaba susurrando, ni siendo discreto, por lo que probablemente no quería ocultar la situación o…
Cuando el muchacho se sentó en la mesa contigua a la mía, agarré una gamba rebozada y le di un buen mordisco, luego otras tres entre mis dedos, dejando de lado las colas pequeñas. Retraje suavemente mis alas hacia mi cuerpo, inclinándome para apoyar los antebrazos sobre la mesa y luego mi mejilla en un puño, posando mis iris de oro reluciente sobre él, y sobre la botella de ron puro que traían en la mano, además del vaso, claro, pero no estaba seguro de cuánto tiempo lo utilizaría.
. – Alguien parece cansado ¿Hm? ¿Día largo de trabajo? Aunque es un poco temprano para tomar una botella de ron a solas. –Una sonrisa despreocupada se formó en mis labios– Vaya, lo siento, no me he presentado, soy Gavyn, y me interesa hacer un intercambio…
Hice una pausa para agarrar con mi mano libre varias rabas, comiéndolas en rápida sucesión, relamí mis labios para quitar el exceso de jugo del limón y volví a mirarlo.
. – ¿Qué tal si compartes un poco de la botella conmigo y te comparto mi comida? Suena un intercambio justo ¿No crees?
A fin de cuentas, ir de aquí para allá, de isla en isla, de trabajo en trabajo, y solo detenerme cuando quería el tiempo que deseaba, implicaba que no tenía contacto con muchas personas por demasiado tiempo, no poseía un Den Den Mushi con el que contactarme a largas distancias, de forma transoceánica, por lo que se volvía poco posible una comunicación recíproca si no ofrecía mi número a las personas que iba conociendo e, incluso así, no todos pueden permitirse un Den Den Mushi Transoceánico. Pero eso estaba bien, gozaba de mi libertad, de las personalidades que conocía de forma momentánea, sin presiones desde ningún lado, simplemente era tan libre como mis alas me lo permitían. Moví las extremidades en mi espalda, generando un sonido de roce entre las plumas, pasé mis dedos entre las primarias y comencé a subir para acomodar el resto.
Una vez satisfecho, mientras disfrutaba de la melancólica música que llegaba a su fin, no me atrevería a adivinar qué instrumento estaba tocando el artista, parecía una guitarra, pero sinceramente tenía poco conocimiento acerca de los tipos de instrumentos de cuerda que guardaban demasiadas similitudes entre sí. Dejé que mis párpados cayeran de forma ligera, satisfecho con el cálido ambiente, esperé a que trajeran la comida que pedí, probablemente era mucha para una sola persona, pero el hambre me estaba carcomiendo desde hace tiempo, ser navegante muchas veces implica dirigir el barco por períodos de tiempo intempestivos, tanto que en ocasiones llegaba a descuidarme un poco, no era nada grave, se solucionaba con una comida sustanciosa.
Acomodé las alas detrás de mí, las sillas usualmente no están diseñadas para clientes de especies muy variadas, por lo que era esperable que tuviera que acomodarlas cerca de mí, evitando apoyarme en el respaldo y aplastar los músculos. Debo decir que un calambre o el hormigueo en las alas es realmente desagradable, es de ese tipo de situaciones que no me suceden en público, por suerte. Mis ojos de dorado bruñido se deslizaron lentamente desde la tarima hasta la barra del lugar, siguiendo los pasos desgarbados del artista que había estado tocando el bajo. Lo primero que noté… Obviamente fueron las cicatrices, eran realmente notorias, como hacerse un tatuaje en la cara. Reconocí el tipo de cicatrices grotescas que se extendían por su maxilar inferior, clavículas y antebrazos, al menos las visibles. Se trataba de cicatrices por quemaduras, debían ser de quemaduras de tercer grado, realmente incisivas.
Recogí un limón, le hice dos tajos y lo exprimí sobre las rabas, les eché algo de sal y me llevé una a la boca, haciendo un sonido de satisfacción mientras escuchaba la conversación que se gestaba cerca de mi mesa, una persona con tal cantidad de marcas debía tener algo interesante que decir. Ah, recordaba haber conocido a un hombre como él, no con ese tipo de marcas, sino del tipo que se hacen con látigos o cuchillas, mi memoria me trajo el recuerdo de una X grabada justo sobre su corazón, el oni, no tan simpático como creía ser, que atendía en un bar y cantaba canciones instigadoras. Me reí por lo bajo, comiendo el resto de las exquisiteces que pedí, para mí lo eran, y escuché a escondidas, agudizando mi oído, tampoco fue especialmente difícil, el hombre no estaba susurrando, ni siendo discreto, por lo que probablemente no quería ocultar la situación o…
Cuando el muchacho se sentó en la mesa contigua a la mía, agarré una gamba rebozada y le di un buen mordisco, luego otras tres entre mis dedos, dejando de lado las colas pequeñas. Retraje suavemente mis alas hacia mi cuerpo, inclinándome para apoyar los antebrazos sobre la mesa y luego mi mejilla en un puño, posando mis iris de oro reluciente sobre él, y sobre la botella de ron puro que traían en la mano, además del vaso, claro, pero no estaba seguro de cuánto tiempo lo utilizaría.
. – Alguien parece cansado ¿Hm? ¿Día largo de trabajo? Aunque es un poco temprano para tomar una botella de ron a solas. –Una sonrisa despreocupada se formó en mis labios– Vaya, lo siento, no me he presentado, soy Gavyn, y me interesa hacer un intercambio…
Hice una pausa para agarrar con mi mano libre varias rabas, comiéndolas en rápida sucesión, relamí mis labios para quitar el exceso de jugo del limón y volví a mirarlo.
. – ¿Qué tal si compartes un poco de la botella conmigo y te comparto mi comida? Suena un intercambio justo ¿No crees?