Son Goku D. Namek
Dr. Goku
25-10-2024, 06:51 AM
(Última modificación: 26-10-2024, 07:22 PM por Son Goku D. Namek.)
Mayura
El grupo que aceptó a Mayura en su seno era de lo más pintoresco, unos piratas y bandidos sacados casi de un manual de personajes clásicos. Ninguno de ellos parecía destacar a primera vista, salvo un par. El primero, quien se había disculpado con Haruka, era un hombre que vestía un sombrero negro, trajes algo extravagantes y llevaba el cabello rojizo en trenzas alocadas. A pesar de su aspecto rudo, era joven, de piel morena, y esas trenzas tenían una particularidad inquietante, no eran cabellos, sino tentáculos de pulpo que se retorcían levemente sobre su cabeza. Era, sin duda, un híbrido Gyojin o algo parecido, y su presencia no pasaba desapercibida.
El segundo individuo que llamaba la atención era un tontorrón de casi tres metros de altura, con una musculatura imponente. Sin embargo, su manera de moverse era pesada y apática, como si cada paso le costara un esfuerzo desmedido. Parecía alguien que no era plenamente consciente de su propia fuerza, y esa forma de andar, lenta y arrastrada, transmitía una profunda tristeza.
El resto del grupo consistía en tres mujeres de buen porte y otros cuatro jóvenes, y aunque eran menos llamativos, parecían disfrutar del momento. Caminaban por el sendero riendo y cuchicheando, con la despreocupación de quienes están acostumbrados a la vida en alta mar, uno que otro momento se corrían las manos hacia las mozas, como intentando coquetearles sin mucho efecto, ya que entre risas y saltos estas evadían los toques demasiado atrevidos, aunque tampoco los evitaban del todo, en otras palabras, eran prácticamente adolescentes. Ante las palabras de Mayura, el tuerto de las trenzas, con aires de capitán, le respondió con una sonrisa amistosa - Venga, amigo, no seas tan formal. Mira, mi nombre es Yua'n Mark, y aún no nos has dicho el tuyo - comentó de manera relajada, sin dejar de sonreír.
Cuando Mayura preguntó por la payasa, el gigante, con una voz grave que retumbaba en el aire, respondió de manera casi temerosa mientras se cubría el rostro - Ella... ella siempre es muy amable... no sé por qué reaccionó así... - dijo, con evidente pena y miedo en su tono. Yua'n, asintiendo, agregó - Tiene razón el grandote. Parece que están pasando por un mal momento o algo... No me metería con ellos ahora mismo - reflexionó, acariciándose la barbilla con los dedos, mientras sus compañeros imitaban su pose, asintiendo al unísono.
A pesar de lo extraña que podía parecer esta escena, la actitud positiva y amigable de Yua'n era contagiosa. El grupo, al parecer, era de buenos tipos. Sus risas y jugueteos llenaban el ambiente, mientras avanzaban hacia su destino. Sin embargo, mientras se alejaban, la mirada del malabarista no se apartaba de ellos, siguiendo sus pasos con atención. A su vez, el joven con el muñeco de trapos giraba para señalarlos, todo esto antes de desaparecer de vista de quienes iban en rumbo a su destino. Algo estaba ocurriendo.
A medida que se internaban más en la espesura de la selva, el camino se volvía cada vez más difícil. Las lianas colgaban de los árboles, y la densidad del follaje hacía que fuera complicado avanzar, pero esto también les proporcionaba una excelente cobertura. Los piratas se ayudaban entre sí para superar los obstáculos, deteniéndose de vez en cuando para tomar aire fresco y compartir un bocado. El ambiente se llenaba del olor a tierra húmeda y hojas en descomposición, mezclado con la brisa cálida que soplaba de vez en cuando.
El tiempo era crucial para su misión. Sabían que llegar a la hora acordada era clave para que todo saliera según lo planeado. Ansiosos por las riquezas que esperaban obtener, el grupo no podía evitar sonreír con anticipación. Después de una pausa para almorzar y compartir información, retomaron el viaje alrededor de las 4 de la tarde, con la esperanza de llegar a su destino antes de las 8 de la noche, misma hora en que las antorchas comienzan a iluminar el pueblo y los locales empezaran a cerrar, ellos por fin llegarían a su destino.
Durante la convivencia en el trayecto, los piratas conversaban entre ellos, compartiendo historias y bromas. Yua'n y Goor eran los más destacados, pero también se notaba que Goor, tímido y apocado, trataba de mantenerse cerca de Mayura, como si algo tuviese que le atrajese hacia el. Eres libre de narrar la interacción con los personajes como gustes.
Yoshiro y Akari
El ambiente en la tienda era vibrante, lleno del ajetreo de una jornada de trabajo que, a medida que avanzaba el día, se tornaba más agitada. Las estanterías de madera, aunque modestas, exhibían con orgullo los productos horneados, cuyo aroma impregnaba cada rincón del local. Afuera, el sol iluminaba las calles polvorientas, pero dentro, la temperatura cálida del horno mantenía a todos en un ambiente acogedor.
Yoshiro, siempre dispuesto a echar una mano, no tardó en ofrecerse para encargarse del trabajo pesado. Corría de un lado a otro, con bandejas en las manos, entregando pedidos y recogiendo más encargos mientras el sudor perlaba su frente, ya que en la mañana, la clientela no era el fuerte de la tienda, pero entregar este pedido gigantesco si era apremiante. A pesar del esfuerzo, había una energía positiva en su manera de moverse, como si el cansancio aún no hubiera hecho mella en él. Su agilidad era evidente, pero el peso de la tarea empezaba a acumularse en sus piernas.
En la cocina, Akari se movía con la destreza de una artesana experimentada. Sus manos, cubiertas de harina, amasaban con rapidez y precisión, mientras su rostro, ligeramente manchado, brillaba con gotas de sudor. El calor del horno mezclado con el olor a galletas recién hechas le daba al lugar un aire acogedor, casi festivo, a pesar del ritmo frenético de trabajo.
Cuando el reloj marcó las tres de la tarde, ambos habían terminado con el encargo más grande del día. Sin embargo, el almuerzo y la cercanía de la cena incrementaban la demanda, y la tienda se llenaba de clientes que no cesaban de pedir más y más. El bullicio crecía con cada minuto, y el tiempo parecía escaparles de las manos.
Yoshiro y Akari tenían una difícil decisión que tomar nuevamente, ambos sabían que el trabajo no había terminado aún. La tienda, ahora repleta, vibraba con la charla animada de las familias que disfrutaban de sus productos y la demanda era cada vez más fuerte, sin embargo, el padre y la madre de Akari esperaban lograr atenderlos a todos y poder sacar adelante el negocio familiar, sea cual sea la decisión que tomase su hija.
Con la tarde avanzando, el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de tonos naranjas y dorados. La decisión ahora era la siguiente: quedarse y seguir trabajando para atender a los clientes o dejar todo atrás y lanzarse a la aventura que ambos anhelaban. Si deciden partir de aventura, saldrían a las 4 de la tarde, el pueblo estaría bastante tranquilo, con solo mujeres y niños en las calles. Si esperaban hasta las 8, el aire fresco de la noche envolvería el lugar en un manto de tranquilidad, iluminado solo por las tenues luces de las antorchas.
La decisión que tomarían estos dos jóvenes volvía a ser individual, podrían irse cada uno por su lado o aventurarse a ir juntos nuevamente en esta decisión, pero esta vez, lo que decidan podría repercutir en el futuro de la aventura de buena o mala manera, sin embargo, solo puedo decir una cosa, cualquiera sea la decisión, los que desertaron del viaje hacia el Noreste les indicarían que ya es demasiado tarde para marchar a interceptar a los piratas o, en su caso, intentar obtenerlo antes de que lleguen los piratas, pues el viaje constaba de al menos 8 horas a pie... pero créanme, no han tomado una mala decisión.
Jhon
Jhon, por su parte, voló hasta quedar exhausto y se dejó caer sobre un techo, donde descansó hasta las 4 de la tarde para tomar su última decisión.
Sendero del Noreste
El sendero del noreste estaba lleno de actividad. Varios guerreros de los dojos de las espadas y de las piernas negras, junto con los líderes más autoritarios y la mayoría de los civiles fuertes, se encontraban en el trayecto. El viaje era largo y arduo, y su destino estaba a horas de distancia. Desde la mañana, habían estado caminando con el objetivo de llegar a las 6 de la tarde, con un descanso programado a mitad de camino. Algunos se quedaron atrás, otros se devolvieron, pero la gran mayoría siguió adelante, decididos a cumplir su misión.