Alistair
Mochuelo
26-10-2024, 01:16 AM
Su propuesta a un duelo fue recibida en buenos términos, una idea que parecía apasionar a la chica de vuelta. Era una perfecta oportunidad para ponerse filo contra filo contra una igual, alguien que no solo utilizaba su mismo estilo sino que también contaba con más experiencia que él. Era una montaña a superar, una vista mental que el Lunarian podía percibir con todos sus sentidos, y una que adoraba con cada gramo de su ser. Después de todo, ¿Qué ser no aspiraba a ser cada vez mejor aunque fuese un día a la vez?
Asintió con la cabeza una única vez cuando la escuchó hablar de la era pirata.— Si... Es trágico, y muchos de ellos parecen hacerlo por el mero hecho de poder. — Era una realidad dolorosa para muchos, y un fuerte recordatorio para otros tantos: El mundo podía rodearse de cuanta bondad y buenas intenciones quisiera, pero era crucial contar con el poder para respaldar las mencionadas buenas intenciones. En un mundo tan caótico como éste, la pluma pesada tanto como lo hacía la espada, así que ¿por qué no desarrollar ambas si estaba al alcance de sus manos? Pensamientos propios de lado, el recelo con el que la humana dejaba salir las palabras era difícil de ignorar, y daban indicios a algo mucho más profundo. Algo que, por lo menos de momento, prefería no preguntar. De primera mano entendía lo que era cargar con una experiencia dolorosa en su espalda, y prefería no entrometerse en un tema tan personal con alguien a quien recién conocía.
La chica reveló mas de su trasfondo, esta vez con respecto al Santoryu. Su razón de aprenderlo en inicios contrastó notablemente con el del ser alado, siendo que ella inició su aprendizaje en el arte de las tres espadas por un gusto personal, una meta cuyo origen podía entender pero no compartía. La segunda razón, en cambio, resonaba mucho más con aquella que el propio Alistair no le había confesado. Aunque en facciones diametralmente opuestas, la chica parecía tener una meta firme en usarlo como una herramienta de justicia dentro de las filas de la Marina.
Ver la otra cara de la moneda producía una curiosa sensación en él, como ver un espejo que reflejaba a una realidad diferente, apenas compartiendo algunos detalles. Y aun así, el espectador no sabía diferenciar del todo cuál era el lado original, y cuál era el reflejo. O dicho de otra manera...El espectador perdía el sentido de cuál era el lado correcto, y el incorrecto. Quizá era incorrecto en sí mismo considerar que solo un lado podía ser el héroe y el otro su opuesto, o que debía haber un héroe en primer lugar y no solo existir villanos; todo cambiaba con el ángulo en que se viera la imagen.
El chico dejó escapar una carcajada al escucharla disculparse, sin burla en lo mas mínimo sino por el entretenimiento que esa pequeña conversación había adquirido tan pronto. — ¡Descuida, descuida! No hay nada por lo cual debas disculparte, pude entender a lo que te referías. No pareces la clase de personas que mantendría encadenadas a las personas que no son una amenaza para nadie. — Todo lo dicho, el pensamiento de que algún día un Marine capaz de ejercer ese nivel de control en los civiles era un pensamiento aterrador, uno que no permitiría florecer mas allá de recónditas tierras imaginarias como lo podía ser la cabeza de un ser vivo. El mundo merecía ser libre, incluso si requería un poco de caos para sostener esa libertad.
— No quiero que me tomes a mal lo que diré, porque puede ser muy... malinterpretable, pero ¿Realmente crees de corazón todo lo que sabes sobre la Marina? — La conversación tomó un tono considerablemente más serio, pero la chica podría sentir sin mucho esfuerzo que sus palabras no eran malintencionadas; la mirada del Lunarian ni siquiera estaba en la chica, sino mirando a los altos cielos despejados. Era más comida para el pensamiento que una crítica, una que buscaba resolución de parte de alguien que buscaba pertenecer a la organización militar. Alguien que estaba dispuesta a jurar bajo sus lineamientos, y mas de una vez, acabar con vidas en su nombre. — ¿Nunca has tenido dudas de si realmente estás del lado correcto de la historia, o si quizá son palabras dulces con algo mucho mas siniestro detrás? — No, no intentaba sacudir la resolución de la chica, ni mucho menos convencerla de venir con los Revolucionarios. Eso sería un movimiento muy idiota de su parte si Alistair llegara a intentarlo, siendo él una persona que no solo aún no se afiliaba a la Armada sino que también tenía en frente a alguien que descendía de linaje que respiraba Marina a diario.
Pero tal vez, solo tal vez, conseguiría esclarecer un poco más de sus propias resoluciones preguntando. El saber si la chica realmente comprendía lo que había detrás y estaba dispuesta a cambiarlo, o solo caminaba con los ojos vendados a un lugar que le haría cometer atrocidades en nombre de autoridades que no sabía si algún día vería a la cara. Monstruos que compraban seres vivos como muebles, y que sostenían una economía que enriquecía a quienes desbordaban de dinero y maldecía a quienes no.
No estaba en desacuerdo con su gente, pero sí lo estaba con la organización. Y todavía más con aquella que la cobijaba y ordenaba cómo hacer las cosas: El Gobierno Mundial. Su razón de ser un revolucionario.
Asintió con la cabeza una única vez cuando la escuchó hablar de la era pirata.— Si... Es trágico, y muchos de ellos parecen hacerlo por el mero hecho de poder. — Era una realidad dolorosa para muchos, y un fuerte recordatorio para otros tantos: El mundo podía rodearse de cuanta bondad y buenas intenciones quisiera, pero era crucial contar con el poder para respaldar las mencionadas buenas intenciones. En un mundo tan caótico como éste, la pluma pesada tanto como lo hacía la espada, así que ¿por qué no desarrollar ambas si estaba al alcance de sus manos? Pensamientos propios de lado, el recelo con el que la humana dejaba salir las palabras era difícil de ignorar, y daban indicios a algo mucho más profundo. Algo que, por lo menos de momento, prefería no preguntar. De primera mano entendía lo que era cargar con una experiencia dolorosa en su espalda, y prefería no entrometerse en un tema tan personal con alguien a quien recién conocía.
La chica reveló mas de su trasfondo, esta vez con respecto al Santoryu. Su razón de aprenderlo en inicios contrastó notablemente con el del ser alado, siendo que ella inició su aprendizaje en el arte de las tres espadas por un gusto personal, una meta cuyo origen podía entender pero no compartía. La segunda razón, en cambio, resonaba mucho más con aquella que el propio Alistair no le había confesado. Aunque en facciones diametralmente opuestas, la chica parecía tener una meta firme en usarlo como una herramienta de justicia dentro de las filas de la Marina.
Ver la otra cara de la moneda producía una curiosa sensación en él, como ver un espejo que reflejaba a una realidad diferente, apenas compartiendo algunos detalles. Y aun así, el espectador no sabía diferenciar del todo cuál era el lado original, y cuál era el reflejo. O dicho de otra manera...El espectador perdía el sentido de cuál era el lado correcto, y el incorrecto. Quizá era incorrecto en sí mismo considerar que solo un lado podía ser el héroe y el otro su opuesto, o que debía haber un héroe en primer lugar y no solo existir villanos; todo cambiaba con el ángulo en que se viera la imagen.
El chico dejó escapar una carcajada al escucharla disculparse, sin burla en lo mas mínimo sino por el entretenimiento que esa pequeña conversación había adquirido tan pronto. — ¡Descuida, descuida! No hay nada por lo cual debas disculparte, pude entender a lo que te referías. No pareces la clase de personas que mantendría encadenadas a las personas que no son una amenaza para nadie. — Todo lo dicho, el pensamiento de que algún día un Marine capaz de ejercer ese nivel de control en los civiles era un pensamiento aterrador, uno que no permitiría florecer mas allá de recónditas tierras imaginarias como lo podía ser la cabeza de un ser vivo. El mundo merecía ser libre, incluso si requería un poco de caos para sostener esa libertad.
— No quiero que me tomes a mal lo que diré, porque puede ser muy... malinterpretable, pero ¿Realmente crees de corazón todo lo que sabes sobre la Marina? — La conversación tomó un tono considerablemente más serio, pero la chica podría sentir sin mucho esfuerzo que sus palabras no eran malintencionadas; la mirada del Lunarian ni siquiera estaba en la chica, sino mirando a los altos cielos despejados. Era más comida para el pensamiento que una crítica, una que buscaba resolución de parte de alguien que buscaba pertenecer a la organización militar. Alguien que estaba dispuesta a jurar bajo sus lineamientos, y mas de una vez, acabar con vidas en su nombre. — ¿Nunca has tenido dudas de si realmente estás del lado correcto de la historia, o si quizá son palabras dulces con algo mucho mas siniestro detrás? — No, no intentaba sacudir la resolución de la chica, ni mucho menos convencerla de venir con los Revolucionarios. Eso sería un movimiento muy idiota de su parte si Alistair llegara a intentarlo, siendo él una persona que no solo aún no se afiliaba a la Armada sino que también tenía en frente a alguien que descendía de linaje que respiraba Marina a diario.
Pero tal vez, solo tal vez, conseguiría esclarecer un poco más de sus propias resoluciones preguntando. El saber si la chica realmente comprendía lo que había detrás y estaba dispuesta a cambiarlo, o solo caminaba con los ojos vendados a un lugar que le haría cometer atrocidades en nombre de autoridades que no sabía si algún día vería a la cara. Monstruos que compraban seres vivos como muebles, y que sostenían una economía que enriquecía a quienes desbordaban de dinero y maldecía a quienes no.
No estaba en desacuerdo con su gente, pero sí lo estaba con la organización. Y todavía más con aquella que la cobijaba y ordenaba cómo hacer las cosas: El Gobierno Mundial. Su razón de ser un revolucionario.