¿Sabías que…?
... Garp declaró que se había comido 842 donas sin dormir ni descansar porque estaba tratando de batir un récord mundial. ¿Podrás superarlo?
[Común] El calor de una taberna
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Airgid sentía como si el corazón se le fuera a salir del pecho en cualquier momento. Nunca antes se había sentido así con nadie, nunca antes había tenido una conexión tan profunda con nadie. Sus ojos, anaranjados como el atardecer, brillaban de una forma especial, reflejando perfectamente el interior de su alma, abriendo una ventana a sus pensamientos. Estaba, sencillamente, tan feliz en ese momento. Ragnheidr había sacudido todo su mundo desde el mismo momento en el que se encontraron, primero en el vertedero, y después a las puertas de su casa. ¿Existía el destino? ¿Un camino previamente organizado para cada una de las personas? Airgid nunca había creído en nada de eso, pero le resultaba tan difícil pensar que su historia con Ragnheidr había sido simple casualidad. Era como si todos los pasos que hubiera dado a lo largo de su vida hubieran sido planeados para acabar justo en ese lugar, en ese momento del tiempo, con él.

Ragnheidr era tan cálido como una hoguera en mitad de la tormenta, como el abrazo a un corazón solitario. Puede que hace unas horas estuvieran peleando con todas sus fuerzas, el uno contra el otro, pero aún así, Airgid se sentía segura con él como nunca antes le había pasado. Se sentía protegida, arropada, entendida. Era fuego apartando la fría noche. Y sus palabras atravesaban su coraza como si fuera mantequilla, haciéndose paso a través de su carne, llegando a lo más hondo de su corazón. Siempre era tan sincero cuando hablaba, transmitía tanta emoción en cada palabra, que daba igual que no las pronunciara de forma perfecta. Incluso le gustaba, joder, adoraba su forma de hablar. Escucharle decir cómo se había pasado semanas buscándola, a pesar de no saber nada de ella, solo con el recuerdo de sus manos y sus ojos en la mente, la sacudió por completo. Saber que no había sido la única en quedarse completamente prendada del contrario tras aquel primer encuentro. Y escuchar cómo incluso pensó que quizás estaba muerta. La diestra del vikingo se acercó a acariciar su magullado rostro, pero a Airgid no le dolía, nada de Ragnheidr podría llegar a dolerle nunca. Sus dedos se hicieron paso por su piel, acariciando su nuca, llegando hasta sus cabellos, momento en el que Airgid sintió todo su cuerpo erizarse por completo. Sus manos eran tan grandes, era como si hubieran sido creadas para la guerra. Pero para ella simbolizaban todo lo contrario: seguridad, protección, cariño.

Aquel tipo de contacto era nuevo para ella, una mujer para nada acostumbrada al amor. Ni si quiera a la... pasión. No, nunca había tenido nada con nadie. No más allá de algún beso tonto. Nunca había sentido que la persona mereciera la pena lo suficiente como para ello, pero con él era todo tan diferente, tan único. Sintiéndole tan cerca de ella se dio cuenta de que había hecho bien, de que si no había sido capaz de enamorarse de nadie en su vida, era por que su corazón sabía que Ragnheidr aparecería. Y que solo él merecía ocupar ese lugar tan especial en su vida. El rubio le prometió que no volvería a desaparecer de su lado, y mientras pronunciaba esas palabras, notó afianzarse el agarre en su nuca, en su cuello. El enorme cuerpo de Ragnheidr se aproximó más a ella, sus rostros más cerca de lo que nunca habían estado. Airgid se notaba a sí misma arder, ya no sabía si era fruto de las heridas o de lo que estaba a punto de suceder. Ragnheidr finalmente la besó. Fue rápido, se separó de ella para añadir una última frase, a lo que Airgid aprovechó para hablar también. — Lengre. — O dicho en el idioma de los gigantes, "más". ¿Qué quería decir con "más"? Sonrió, mordiéndose suavemente el labio inferior, antes de ser ahora ella la que reclamaba aquel beso. Abrazándole, invitándole a juntar aún más sus cuerpos, que se colocara sobre ella. Ya nada le dolía. Cerró los ojos y se dejó llevar, perdiéndose en un beso mucho más largo que el anterior, al principio tímido, pero cada vez más apasionado. Seguro que a Ragnheidr le sorprendía haber escuchado a Airgid hablar en su idioma, aunque solo hubiera sido una palabra. Lo cierto es que antes de huir de la Granja, se coló en la antigua casa de Josis para robarse aquel libro que le mostró sobre Elbaf y los gigantes que allí vivían. Y en aquel libro había apuntadas algunas palabras sencillas que Airgid se había esforzado en memorizar, por si en algún momento volvía a encontrarse con él. Probablemente lo había pronunciado mal, pero no le importaba. Se sentía tan feliz, mareada por la herida de la cabeza, pero increíblemente plena, disfrutando de cada segundo en el que saboreaba los labios del vikingo. Era como un sueño. Había estado esperando tanto tiempo por ese momento. Entonces rompió el beso, sintiendo que el aire le faltaba en los pulmones, tenía que decir algo más. — No pienso volver a alejarme de ti. — Acababa de separarse de sus labios y ya los echaba de menos. — Tú me... me gustas mucho... — ¿Pero qué tontería estaba diciendo ahora? Eso ya era más que obvio, de hecho, se quedaba incluso corto. Soltó una risilla nerviosa, nunca se había declarado así a nadie, ¿era normal sentirse tan ridícula? — Lo siento, es una tontería, tengo la cabeza... — Ni si quiera le salían bien las palabras. Ragnheidr se había encargado de desarmarla completamente.
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Mensajes en este tema
El calor de una taberna - por Ragnheidr Grosdttir - 19-10-2024, 06:59 PM
RE: El calor de una taberna - por Airgid Vanaidiam - 21-10-2024, 06:40 PM
RE: El calor de una taberna - por Airgid Vanaidiam - 23-10-2024, 04:21 PM
RE: El calor de una taberna - por Airgid Vanaidiam - 26-10-2024, 02:21 AM
RE: El calor de una taberna - por Airgid Vanaidiam - 27-10-2024, 04:39 AM
RE: El calor de una taberna - por Airgid Vanaidiam - 28-10-2024, 03:26 AM

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