Asradi
Völva
26-10-2024, 10:51 AM
Asradi se encontraba en una encrucijada terriblemente dolorosa. Por un lado, deseaba contárselo, incluso enseñarle el porqué. Pero era consciente de que, en el momento en el que tan solo le enseñase la terrible marca de su espalda, Octojin sería el peor parado. No solo por el hecho de involucrarle, sino también porque se preocuparía todavía más. Dentro de todo lo malo, la sirena de momento prefería que la cosa fuese así. Soltó un suspiro quebrado, mientras tomaba una de las manos del escualo entre las suyas.
— Créeme que es lo que más quiero, quedarme contigo. O irnos los dos a cualquier otro lugar donde podamos vivir tranquilos. — Alzó los ojos para fijarlos en los contrarios. Era muy consciente del dolor que estaba provocando en el gyojin y eso le dolía todavía más a ella. Pero tenía que ser fuerte, por los dos. Por que pudiese solucionar aquello cuanto antes. — Me duele lo indecible todo esto, Octojin. Y más me duele hacerte esto.
Terminó por confesar mientras tragaba saliva dolorosamente. Si se estaba conteniendo las lágrimas era precisamente para no preocuparle más o para no cargarle un peso más. Una sonrisa suave, quizás un tanto temblorosa, se formó en los labios de la pelinegra.
— Sé que estarás para mi. Y yo lo estaré para ti. Solo necesito tiempo. Y que confíes en mi como yo lo hago en ti. — Era lo único que necesitaba ahora mismo. Porque no podía soportar ver esa expresión derrotada y quebrada en el habitante del mar. Fue ella misma quien se irguió un poco para darle un abrazo plagado de cariño y de sentimientos. — Haz lo que te dije, alza el nombre de los nuestros cuando entres en la Marina. Así, nadie tendrá que pasar por todo esto. Tú eres el único que puede hacerlo ahora mismo. Eso también me ayudará, indirectamente, a mi. Y a que volvamos a encontrarnos sin temor a volver a separarnos.
Mientras decía tales palabras, iba acariciándole las mejillas, deleitándose con el tacto y con la cercanía de Octojin.
— Sí, bajemos a comer algo. No pienses en la despedida. Es solo un “Hasta luego”. — Musitó, suavizando también el tono de su voz. Aunque era difícil. Para ella también era un mal trago y era muy consciente de que terminaría derrumbándose en el momento en el que estuviese lejos de él. — ¿Tienes den den mushi? Yo quiero conseguir uno a futuro.
Asradi decidió cambiar un poco el tema, para que ninguno de los dos se amargase pensando en la despedida y, por el contrario, buscando manera de mantener la comunicación a partir de ahora. De fomentar esa esperanza, queriendo que él también pensase un poco en positivo.
— Así podríamos intercambiar códigos y mantenernos comunicados. Siempre es un poco más llevadero. — Le sonrió con extremo cariño mientras aceptaba la mano que Octojin le extendía y le seguía tranquilamente el paso que él marcase. De hecho, al pensar en eso, estrechó un poco más aquella mano. — Creo que esto es lo importante, Octo. El idear maneras de volver a vernos, de mantenernos en contacto. Eso no quita que vaya a doler menos, pero... Mientras esto sucede, creo que sería más fácil para los dos.
Claro, eso si él quería.
De todas maneras, antes de que ambos saliesen de la habitación, Asradi se detuvo un momento, dando un pequeño tirón a la mano de Octojin para llamarle la atención con ese gesto. No era idiota, y lo peor de todo es que era terriblemente empática. Sabía que él no estaba bien, y no quería cargarle con más dolor.
— Octojin... Si consideras que esto no es para ti... — Se mordió el labio inferior, bajando levemente la mirada. No quería que él se sintiese mal, pero mucho menos quería que él se sintiese obligado. — No te voy a juzgar ni me enfadaré al respecto.
Respetaría su decisión, fuese cual fuese, aunque doliese.
— Créeme que es lo que más quiero, quedarme contigo. O irnos los dos a cualquier otro lugar donde podamos vivir tranquilos. — Alzó los ojos para fijarlos en los contrarios. Era muy consciente del dolor que estaba provocando en el gyojin y eso le dolía todavía más a ella. Pero tenía que ser fuerte, por los dos. Por que pudiese solucionar aquello cuanto antes. — Me duele lo indecible todo esto, Octojin. Y más me duele hacerte esto.
Terminó por confesar mientras tragaba saliva dolorosamente. Si se estaba conteniendo las lágrimas era precisamente para no preocuparle más o para no cargarle un peso más. Una sonrisa suave, quizás un tanto temblorosa, se formó en los labios de la pelinegra.
— Sé que estarás para mi. Y yo lo estaré para ti. Solo necesito tiempo. Y que confíes en mi como yo lo hago en ti. — Era lo único que necesitaba ahora mismo. Porque no podía soportar ver esa expresión derrotada y quebrada en el habitante del mar. Fue ella misma quien se irguió un poco para darle un abrazo plagado de cariño y de sentimientos. — Haz lo que te dije, alza el nombre de los nuestros cuando entres en la Marina. Así, nadie tendrá que pasar por todo esto. Tú eres el único que puede hacerlo ahora mismo. Eso también me ayudará, indirectamente, a mi. Y a que volvamos a encontrarnos sin temor a volver a separarnos.
Mientras decía tales palabras, iba acariciándole las mejillas, deleitándose con el tacto y con la cercanía de Octojin.
— Sí, bajemos a comer algo. No pienses en la despedida. Es solo un “Hasta luego”. — Musitó, suavizando también el tono de su voz. Aunque era difícil. Para ella también era un mal trago y era muy consciente de que terminaría derrumbándose en el momento en el que estuviese lejos de él. — ¿Tienes den den mushi? Yo quiero conseguir uno a futuro.
Asradi decidió cambiar un poco el tema, para que ninguno de los dos se amargase pensando en la despedida y, por el contrario, buscando manera de mantener la comunicación a partir de ahora. De fomentar esa esperanza, queriendo que él también pensase un poco en positivo.
— Así podríamos intercambiar códigos y mantenernos comunicados. Siempre es un poco más llevadero. — Le sonrió con extremo cariño mientras aceptaba la mano que Octojin le extendía y le seguía tranquilamente el paso que él marcase. De hecho, al pensar en eso, estrechó un poco más aquella mano. — Creo que esto es lo importante, Octo. El idear maneras de volver a vernos, de mantenernos en contacto. Eso no quita que vaya a doler menos, pero... Mientras esto sucede, creo que sería más fácil para los dos.
Claro, eso si él quería.
De todas maneras, antes de que ambos saliesen de la habitación, Asradi se detuvo un momento, dando un pequeño tirón a la mano de Octojin para llamarle la atención con ese gesto. No era idiota, y lo peor de todo es que era terriblemente empática. Sabía que él no estaba bien, y no quería cargarle con más dolor.
— Octojin... Si consideras que esto no es para ti... — Se mordió el labio inferior, bajando levemente la mirada. No quería que él se sintiese mal, pero mucho menos quería que él se sintiese obligado. — No te voy a juzgar ni me enfadaré al respecto.
Respetaría su decisión, fuese cual fuese, aunque doliese.