Silver D. Syxel
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26-10-2024, 03:37 PM
La figura de King emergió entre las sombras del bosque, avanzando con paso firme hasta plantarse frente a la entrada del campamento. Su voz resonó con una autoridad desafiante que cortó el aire y atrajo de inmediato la atención de los bandidos. En un instante, el bullicio despreocupado que reinaba entre ellos se disipó, dando paso a una mezcla de sorpresa y desconfianza. Las risas se apagaron, y varias cabezas se volvieron hacia el recién llegado. Las llamas de la fogata parpadeaban sobre las armas y rostros de los bandidos, creando un juego de luces y sombras que acentuaba su confusión.
Un bandido de complexión robusta, blandiendo una espada algo desgastada por el uso, dio un paso al frente, mirando a King con una sonrisa mordaz que apenas disimulaba el nerviosismo en sus ojos.
—¡Vaya, parece que tenemos visita! —rugió, tratando de infundir seguridad a sus compañeros.
Un segundo bandido, más bajo pero de ojos astutos, siguió su ejemplo, desenfundando un cuchillo de aspecto afilado y empezando a rodear a King. En respuesta, varios de los otros bandidos comenzaron a movilizarse, formando un improvisado semicírculo alrededor de él. El sonido de armas siendo desenvainadas y el crujido de botas en la tierra endurecida llenaron el ambiente, mientras cada uno tomaba posición con una mezcla de temor y valentía forzada. De fondo, el crepitar de la fogata parecía latir al compás de la tensión creciente.
Desde su posición oculta en la retaguardia, Alexander pudo observar con claridad cómo los bandidos se concentraban en King, completamente ajenos a su presencia. En silencio, el mink lobo aprovechó la distracción para avanzar con sigilo entre las sombras del bosque, acercándose lo suficiente para tener una posición ventajosa desde la que atacar sin ser detectado. Con cada paso, Alexander podía ver mejor la disposición de los bandidos, evaluando sus movimientos y preparando su ataque.
Mientras tanto, Tenka, tras reunirse con el lobo, observaba cómo los dos guardias que custodiaban la entrada reaccionaban al grito de King. Los hombres se miraron entre ellos, claramente alterados por el sonido, pero en lugar de revisar el interior de la tienda, se giraron hacia la dirección de donde provenía el alboroto, tensando sus armas de forma algo torpe. La entrada de la tienda quedó momentáneamente desprotegida, creando una ventana de oportunidad que quizás podrían aprovechar si decidían avanzar.
El campamento, por lo demás, seguía sumido en una combinación de caos y confusión. Aunque los bandidos no parecían organizados, su número y posición entre las tiendas podrían representar un desafío. Había al menos media docena de ellos armados y atentos al frente, pero el resto del campamento estaba oscuro y desconocido, con la posibilidad de más refuerzos escondidos entre las tiendas.
Un bandido de complexión robusta, blandiendo una espada algo desgastada por el uso, dio un paso al frente, mirando a King con una sonrisa mordaz que apenas disimulaba el nerviosismo en sus ojos.
—¡Vaya, parece que tenemos visita! —rugió, tratando de infundir seguridad a sus compañeros.
Un segundo bandido, más bajo pero de ojos astutos, siguió su ejemplo, desenfundando un cuchillo de aspecto afilado y empezando a rodear a King. En respuesta, varios de los otros bandidos comenzaron a movilizarse, formando un improvisado semicírculo alrededor de él. El sonido de armas siendo desenvainadas y el crujido de botas en la tierra endurecida llenaron el ambiente, mientras cada uno tomaba posición con una mezcla de temor y valentía forzada. De fondo, el crepitar de la fogata parecía latir al compás de la tensión creciente.
Desde su posición oculta en la retaguardia, Alexander pudo observar con claridad cómo los bandidos se concentraban en King, completamente ajenos a su presencia. En silencio, el mink lobo aprovechó la distracción para avanzar con sigilo entre las sombras del bosque, acercándose lo suficiente para tener una posición ventajosa desde la que atacar sin ser detectado. Con cada paso, Alexander podía ver mejor la disposición de los bandidos, evaluando sus movimientos y preparando su ataque.
Mientras tanto, Tenka, tras reunirse con el lobo, observaba cómo los dos guardias que custodiaban la entrada reaccionaban al grito de King. Los hombres se miraron entre ellos, claramente alterados por el sonido, pero en lugar de revisar el interior de la tienda, se giraron hacia la dirección de donde provenía el alboroto, tensando sus armas de forma algo torpe. La entrada de la tienda quedó momentáneamente desprotegida, creando una ventana de oportunidad que quizás podrían aprovechar si decidían avanzar.
El campamento, por lo demás, seguía sumido en una combinación de caos y confusión. Aunque los bandidos no parecían organizados, su número y posición entre las tiendas podrían representar un desafío. Había al menos media docena de ellos armados y atentos al frente, pero el resto del campamento estaba oscuro y desconocido, con la posibilidad de más refuerzos escondidos entre las tiendas.