Airgid Vanaidiam
Metalhead
26-10-2024, 10:37 PM
Puede que no hubieran sido las mejores respuestas del mundo, ni las más correctas, pero por lo menos había sido sincera en ellas. ¿Quién preferiría morirse él cuando solo tenía quince años para salvar a una panda de niños que no conocía de nada? Pues alguien demasiado bueno, supuso Airgid, y ella no era mala persona, pero tampoco era tonta, desde luego. Aunque acababa de ganarse un apodo nuevo que casi le hizo escupir el refresco mientras se lo bebía. Bueno, de hecho le salió un poco por la nariz, lo cual era una sensación terriblemente desagradable, picaba como sus muertos y encima seguro que estaba feísima con esa expresión de asco en la cara. Comenzó a reírse como una loca, un poco avergonzada por la situación tan tonta que acababa de generar. Menos mal que el camarero llegó con los postres y los chupitos, porque Airgid necesitaba un tiempo muerto para recomponerse.
Coño, pues sí que había pedido esos chupitos para los dos, y eso que pensaba que se estaba haciendo ilusiones. Un poco recuperada, le devolvió el guiño a su colega y tomó también su propio vasito de alcohol. Escuchar su brindis le sacó una sonrisa enorme. Era curioso como uno hacía amigos en los lugares más inesperados. — ¡Y por las hamburguesas grandes y grasientas! ¡Salú! — Añadió a su pequeño discurso. Ambos chocaron un vaso contra el otro, dispuestos a beberse aquel líquido del infierno. Airgid le miró unos segundos, observando como Octojin se bebía su chupito. Lo hizo del tirón, sin pensárselo siquiera. Era la primera vez de Airgid bebiendo algo así... pero si él lo había hecho del tirón, pues ella tampoco pensaba quedarse atrás. Ya estaba arrugando el rostro incluso antes de tragar, sabiendo que aquel alcohol sabría terriblemente fuerte. Pero la verdad es que era mucho más intenso de lo que se hubiera llegado a imaginar. Y eso que el contenido era bastante limitado. Madre mía, sintió cómo le ardía la garganta. Pataleó un poco los pies por debajo de la mesa, dándole alguna que otra pequeña patada a Octojin, pero es que todo su cuerpo se estremeció con aquel alcohol. Era incluso peor que la cerveza. "No, no quiero volver a beber en la vida", pensó por un momento... qué ilusa era, antes de cumplir los dieciocho ya se habría pillado su primera borrachera inferna. Pero eso aún no lo sabía.
Por suerte, el sabor del helado le quitó el mal trago. Mientras intentaba racionarlo un poco mejor que lo que había hecho con la hamburguesa de albóndigas iba escuchando las respuestas de Octojin. Estaba claro que iba a preferir estar solo en el agua, no parecía ser demasiado sociable, o al menos eso es lo que le había dicho, que estaba acostumbrado a la soledad. Aunque a ella le hubiera demostrado algo completamente diferente. — Ya, tiene sentío. — Al final no solo era eso, sino que el mar era su hogar. Entendía que se sintiera más cómodo de esa forma. En cuanto a la comida, eligió rápidamente, sin pensárselo demasiado. Parecía un verdadero fan del atún. La verdad es que tampoco era descabellado en absoluto, aunque fuera medio humano, tenía más de tiburón que otra cosa. — La próxima una hamburguesa de atún. — Le ofreció con una sonrisilla. La verdad es que ella no era muy de pescado, prefería la carne, pero la hamburguesa... no sonaba nada mal. Realmente nada sonaba mal si se tomaba en forma de hamburguesa. Hasta ahora las preguntas habían sido más o menos sencillas, fue en la última donde Octojin parecía pensárselo un poco mejor. Era curioso, Airgid nunca lo había pensado de esa manera. Siempre que recordaba el pasado, reflexionaba sobre qué decisiones le habría gustado cambiar, porque había cometido algún error o eso le había llevado a enfadarse con alguien. Pero tenía parte de razón. Si se dedicara a corregir cada uno de sus errores pasados, no habría aprendido nada, incluso puede que todo hubiera acabado aún peor. — Já. Pues nunca lo había pensao así... tiene sentío, la verdá. — Así se terminó su helado cubierto de sirope de chocolate. Qué rico, pero que tristeza a la vez.
Y llegó el momento de la verdad. El camarero trajo la cuenta, Airgid no le dio demasiada importancia, al menos hasta que escuchó la broma del tiburón. Entonces le echó un rápido vistazo al papelito, ¡joder! ¿Unas hamburguesas y unos helados y unas cervezas y unos chupitos, podían ser tan caros? A ver, la verdad es que habían comido tanto que la rubia sintió que estaba embarazada de una minihamburguesa, pero... se habían colado un poco. Se mordió el labio inferior, sintiéndose ligerísimamente culpable. — Je. Te ayudaría, pero... bolsillos pelaos. — Le dio la vuelta a los bolsillos, enseñándole que de verdad no era una excusa. No tenía na de ná. Confiaba en que él sí, claro, decía que se ganaba la vida cazando criminales, eso seguro que estaba bien pagado... — ¿Quieres hacer un sinpa? — Le susurró, con los ojos muy abiertos, sorprendida ante la decisión delictiva de su amigo. Además la expresión de Octojin era tan seria. Es que no estaba de coña ni de coña. — Vale, me meo. Espera, dame un segundo. — Tampoco hacía falta mucho para convencerla, a la vista estaba. Así que siguiendo el plan al pie de la letra, se levantó, desperezándose. Y fingiendo una completa normalidad comenzó a caminar hacia la puerta. Al principio, despacito, normal. Pero cuanto más cerca estaba de la salida, más rápido iba. Acabó volviéndose completamente descarado, porque incluso se empezó a descojonar mientras abría la puerta. — ¡Grasia, ta luego! — Gritó entre risas a la vez que alcanzaba el exterior de la taberna.
Airgid ignoraba completamente que Octojin había acabado pagando y que no estaban haciendo realmente un sinpa. Para ella aquella situación era completamente real. El tiburón acabó alcanzándola, corriendo también. — ¡Oye, deja de llamarme eso! — Le gritó entre risas, siguiéndole mientras se perdían entre los callejones y la porquería. — ¡Una mata hipotéticamente a cinco niño y ya é una mataniño, ¿no?! — No podía parar de reírse ante lo absurdo y divertido que estaba siendo todo. — ¡Po tú ere un ladrón, te tendrías que dar caza a ti mismo, ¿sabe?! — Bromeó, completamente ajena a la realidad. Finalmente parecían estar lo suficientemente lejos de la taberna, además Airgid estaba cansada y con toda la comida en la boca del estómago, tuvo que parar o sentía que iba a potar todo el helado. — Yo... creo que no... no nos buscan... ¿no? — Soltó, intentando recuperar la respiración después de semejante carrera. No sabía qué hora era, pero la ciudad estaba completamente a oscuras. De no ser por alguna que otra ocasional farola y la luz de la luna brillando sobre ellos, Airgid no vería un absoluto carajo. — ¿Los... tiburone ven en la oscuridá? — Se le ocurrió de repente. Tenía entendido que sí, pero la verdad que tampoco era una experta bióloga. — Oye, Octi, ¿que tienes pensao hace en esta isla? — Le preguntó, curiosa. Puede que su colega gyojin tuviera de repente casa en Dawn y ella no lo sabía, podría aprovecharse un poco de eso. Estaba empezando a sentirse realmente agotada, después de todo el día dando vueltas sin sitio donde caerse muerta.
Coño, pues sí que había pedido esos chupitos para los dos, y eso que pensaba que se estaba haciendo ilusiones. Un poco recuperada, le devolvió el guiño a su colega y tomó también su propio vasito de alcohol. Escuchar su brindis le sacó una sonrisa enorme. Era curioso como uno hacía amigos en los lugares más inesperados. — ¡Y por las hamburguesas grandes y grasientas! ¡Salú! — Añadió a su pequeño discurso. Ambos chocaron un vaso contra el otro, dispuestos a beberse aquel líquido del infierno. Airgid le miró unos segundos, observando como Octojin se bebía su chupito. Lo hizo del tirón, sin pensárselo siquiera. Era la primera vez de Airgid bebiendo algo así... pero si él lo había hecho del tirón, pues ella tampoco pensaba quedarse atrás. Ya estaba arrugando el rostro incluso antes de tragar, sabiendo que aquel alcohol sabría terriblemente fuerte. Pero la verdad es que era mucho más intenso de lo que se hubiera llegado a imaginar. Y eso que el contenido era bastante limitado. Madre mía, sintió cómo le ardía la garganta. Pataleó un poco los pies por debajo de la mesa, dándole alguna que otra pequeña patada a Octojin, pero es que todo su cuerpo se estremeció con aquel alcohol. Era incluso peor que la cerveza. "No, no quiero volver a beber en la vida", pensó por un momento... qué ilusa era, antes de cumplir los dieciocho ya se habría pillado su primera borrachera inferna. Pero eso aún no lo sabía.
Por suerte, el sabor del helado le quitó el mal trago. Mientras intentaba racionarlo un poco mejor que lo que había hecho con la hamburguesa de albóndigas iba escuchando las respuestas de Octojin. Estaba claro que iba a preferir estar solo en el agua, no parecía ser demasiado sociable, o al menos eso es lo que le había dicho, que estaba acostumbrado a la soledad. Aunque a ella le hubiera demostrado algo completamente diferente. — Ya, tiene sentío. — Al final no solo era eso, sino que el mar era su hogar. Entendía que se sintiera más cómodo de esa forma. En cuanto a la comida, eligió rápidamente, sin pensárselo demasiado. Parecía un verdadero fan del atún. La verdad es que tampoco era descabellado en absoluto, aunque fuera medio humano, tenía más de tiburón que otra cosa. — La próxima una hamburguesa de atún. — Le ofreció con una sonrisilla. La verdad es que ella no era muy de pescado, prefería la carne, pero la hamburguesa... no sonaba nada mal. Realmente nada sonaba mal si se tomaba en forma de hamburguesa. Hasta ahora las preguntas habían sido más o menos sencillas, fue en la última donde Octojin parecía pensárselo un poco mejor. Era curioso, Airgid nunca lo había pensado de esa manera. Siempre que recordaba el pasado, reflexionaba sobre qué decisiones le habría gustado cambiar, porque había cometido algún error o eso le había llevado a enfadarse con alguien. Pero tenía parte de razón. Si se dedicara a corregir cada uno de sus errores pasados, no habría aprendido nada, incluso puede que todo hubiera acabado aún peor. — Já. Pues nunca lo había pensao así... tiene sentío, la verdá. — Así se terminó su helado cubierto de sirope de chocolate. Qué rico, pero que tristeza a la vez.
Y llegó el momento de la verdad. El camarero trajo la cuenta, Airgid no le dio demasiada importancia, al menos hasta que escuchó la broma del tiburón. Entonces le echó un rápido vistazo al papelito, ¡joder! ¿Unas hamburguesas y unos helados y unas cervezas y unos chupitos, podían ser tan caros? A ver, la verdad es que habían comido tanto que la rubia sintió que estaba embarazada de una minihamburguesa, pero... se habían colado un poco. Se mordió el labio inferior, sintiéndose ligerísimamente culpable. — Je. Te ayudaría, pero... bolsillos pelaos. — Le dio la vuelta a los bolsillos, enseñándole que de verdad no era una excusa. No tenía na de ná. Confiaba en que él sí, claro, decía que se ganaba la vida cazando criminales, eso seguro que estaba bien pagado... — ¿Quieres hacer un sinpa? — Le susurró, con los ojos muy abiertos, sorprendida ante la decisión delictiva de su amigo. Además la expresión de Octojin era tan seria. Es que no estaba de coña ni de coña. — Vale, me meo. Espera, dame un segundo. — Tampoco hacía falta mucho para convencerla, a la vista estaba. Así que siguiendo el plan al pie de la letra, se levantó, desperezándose. Y fingiendo una completa normalidad comenzó a caminar hacia la puerta. Al principio, despacito, normal. Pero cuanto más cerca estaba de la salida, más rápido iba. Acabó volviéndose completamente descarado, porque incluso se empezó a descojonar mientras abría la puerta. — ¡Grasia, ta luego! — Gritó entre risas a la vez que alcanzaba el exterior de la taberna.
Airgid ignoraba completamente que Octojin había acabado pagando y que no estaban haciendo realmente un sinpa. Para ella aquella situación era completamente real. El tiburón acabó alcanzándola, corriendo también. — ¡Oye, deja de llamarme eso! — Le gritó entre risas, siguiéndole mientras se perdían entre los callejones y la porquería. — ¡Una mata hipotéticamente a cinco niño y ya é una mataniño, ¿no?! — No podía parar de reírse ante lo absurdo y divertido que estaba siendo todo. — ¡Po tú ere un ladrón, te tendrías que dar caza a ti mismo, ¿sabe?! — Bromeó, completamente ajena a la realidad. Finalmente parecían estar lo suficientemente lejos de la taberna, además Airgid estaba cansada y con toda la comida en la boca del estómago, tuvo que parar o sentía que iba a potar todo el helado. — Yo... creo que no... no nos buscan... ¿no? — Soltó, intentando recuperar la respiración después de semejante carrera. No sabía qué hora era, pero la ciudad estaba completamente a oscuras. De no ser por alguna que otra ocasional farola y la luz de la luna brillando sobre ellos, Airgid no vería un absoluto carajo. — ¿Los... tiburone ven en la oscuridá? — Se le ocurrió de repente. Tenía entendido que sí, pero la verdad que tampoco era una experta bióloga. — Oye, Octi, ¿que tienes pensao hace en esta isla? — Le preguntó, curiosa. Puede que su colega gyojin tuviera de repente casa en Dawn y ella no lo sabía, podría aprovecharse un poco de eso. Estaba empezando a sentirse realmente agotada, después de todo el día dando vueltas sin sitio donde caerse muerta.