Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
02-08-2024, 05:35 AM
(Última modificación: 02-08-2024, 07:45 AM por Ragnheidr Grosdttir.)
La gente se estaba apelotonando alrededor del puesto de Hammond. Llamar la atención a veces era bueno, por ejemplo, cuando querías vender un producto. El sudor le caía a chorros por el cuello, pero el cocinero no frenaba el movimiento de cuchillos. De un veloz tajo acompañado de varios movimientos ciertamente exóticos, logró desmembrar un atún de tamaño más bien pequeño, aunque visualmente más grande que la mayoría de peces que tenía en la mesa. Cada uno con sus plásticos con hielo, mínimamente aislados uno del otro. Troceó el atún, pasando la mitad a la sartén y los demás, dejándolos en un costado. Parecía que ese día a nadie le molestaba el olor a pescado, qué buena noticia. Ver el rostro sonriente de aquel tipo con el cabello blanco y su acompañante, alegró al Bucanner. — ¡Porrr supuesto! yo solo darrr comida de calidadd ... ¡ᛗᛁᛖᚱᛞᚨ! — Maldijo en su idioma. Le frustraba mucho intentar hablar bien y que no le saliera con naturalidad.
Clavaría con fuerza los cuchillos con los que estaba trabajando. Tomó un pañuelo y se limpió con poca sensibilidad el rostro, enrojeciendo durante un par de segundos la zona. Su blanca piel padecía como cualquier otra.
Entonces le pedirían un vaso de agua. — ¡ᛈᛖᚲᚢᚾᛟ ᛁᛞᛁᛟᛏᚨ! — Golpeó la mesa, con una aparente furia que despertó, pero se apagaría al poco tiempo, como siempre. — Yo solo serrrvir comida. Comida que ofrresse marrr. Si querrrer agua buscarrr fuente como perrro que vivirrr en calle. — Contestó como buenamente pudo. — ¡Elbaf! — Volvió a gritar respondiendo a la siguiente pregunta, solo que esta vez alargaría el cuello para acercarse a Lance más aún, en una búsqueda de intimidación extraña. En la cabeza de Hammond, Elbaf era un paraíso en tierra (que lejos estaba de serlo) sin embargo escuchar de ella en diferentes mares como si no existiera o peor aún, como si fuera una leyenda ya olvidada, le tocaba los cojones. Tampoco tenía ya edad para ponerse a debatir con cualquiera, de hacerles entender que su hogar era real. ¡Había gente que creía que los gigantes no eran reales! Cuánta estupidez.
La voz de un tercero, preguntando otra vez lo mismo, llamó esta vez la atención de Venture, que giró el rostro entonando un arrítmico. — ¿Eh? — Vestía tan elegante; llevaba puesto algo que Venture jamás podría soñar con vestir. La palabra sin duda era elegancia, el tipo tenía clase. A diferencia del nuevo hombre en escena, el nórdico solía vestir siempre con un inseparable traje de batalla, su armadura plateada. ¿Por qué no tenía más outfits? por qué en las bajas islas (como llamaba Hammond a todo lo que no fuera Elbaf, como si ésta estuviera en un punto más elevado) nadie hacía tallas para él. Con mucha suerte tomaba un mantel y lo rediseñaba para hacerse ropa, como lo haría con la capa que solía llevar, pero que hoy tampoco portaba encima.
Las palabras de Juuken sobre que él tampoco era originario de la isla levantaron las alarmas en el rubio. Con un brusco movimiento, retrasó un par de pasos y pudo tomar en sus manos el gran mandoble que descansaba apoyado en varios barriles. Era un arma gigantesca, de dos metros, pero que el Bucanner podía con una sola mano organizar un gran elenco de movimientos, tal era su poder físico y sabio el manejo con armas. Apuntó a Terence, que es el que estaba más lejos, pero luego hizo un barrido, señalando a los tres. — ¿Todoss turrristas? ... — Comentó, añadiéndole un tono de ... ¿Desconfianza? los turistas solían ser los más listos, los que se iban sin pagar. A decir verdad apuntó con el gran mandoble hacia el nuevo sujeto (Terence) pero realmente el pobre no había pedido nada. Se le estaba yendo ya la cabeza del cansancio. Se daría cuenta rápido de ese error, amenazar a una persona que no tenía culpa de nada. Bajó el arma, clavando el mismo sobre el asfalto sin mucho problema. — Dah ... Esto no darr un duro. — Cargó el arma sobre su espalda, pasando una cinta que portaba el mismo alrededor de su cuello y espalda. — ¡DE NUEVO INVITA LA CASA! — Alzó los brazos. El puesto se llenaría rápidamente de gente arrasando con los pescados de alta calidad. — A comerrr, rratas. A comerrr ...
Estaba cansado de ser un maldito sirviente, en aquellos días apenas sacaba dinero, así jamás saldría de la isla. No compensaba las horas de trabajo recolectando los peces (algo que le gustaba) con la vuelta a nivel monetario de dicho trabajo. Además, tampoco estaba formado en aguantar al personal y los dramas de cada uno. Para estar frente al público uno debía tener ... Algo. Algo que Hanmmond desde luego no tenía.
Agarró con la diestra su mochila, también de tamaño considerable y comenzó a caminar hacia la dirección que le llevara al centro del pueblo.
Clavaría con fuerza los cuchillos con los que estaba trabajando. Tomó un pañuelo y se limpió con poca sensibilidad el rostro, enrojeciendo durante un par de segundos la zona. Su blanca piel padecía como cualquier otra.
Entonces le pedirían un vaso de agua. — ¡ᛈᛖᚲᚢᚾᛟ ᛁᛞᛁᛟᛏᚨ! — Golpeó la mesa, con una aparente furia que despertó, pero se apagaría al poco tiempo, como siempre. — Yo solo serrrvir comida. Comida que ofrresse marrr. Si querrrer agua buscarrr fuente como perrro que vivirrr en calle. — Contestó como buenamente pudo. — ¡Elbaf! — Volvió a gritar respondiendo a la siguiente pregunta, solo que esta vez alargaría el cuello para acercarse a Lance más aún, en una búsqueda de intimidación extraña. En la cabeza de Hammond, Elbaf era un paraíso en tierra (que lejos estaba de serlo) sin embargo escuchar de ella en diferentes mares como si no existiera o peor aún, como si fuera una leyenda ya olvidada, le tocaba los cojones. Tampoco tenía ya edad para ponerse a debatir con cualquiera, de hacerles entender que su hogar era real. ¡Había gente que creía que los gigantes no eran reales! Cuánta estupidez.
La voz de un tercero, preguntando otra vez lo mismo, llamó esta vez la atención de Venture, que giró el rostro entonando un arrítmico. — ¿Eh? — Vestía tan elegante; llevaba puesto algo que Venture jamás podría soñar con vestir. La palabra sin duda era elegancia, el tipo tenía clase. A diferencia del nuevo hombre en escena, el nórdico solía vestir siempre con un inseparable traje de batalla, su armadura plateada. ¿Por qué no tenía más outfits? por qué en las bajas islas (como llamaba Hammond a todo lo que no fuera Elbaf, como si ésta estuviera en un punto más elevado) nadie hacía tallas para él. Con mucha suerte tomaba un mantel y lo rediseñaba para hacerse ropa, como lo haría con la capa que solía llevar, pero que hoy tampoco portaba encima.
Las palabras de Juuken sobre que él tampoco era originario de la isla levantaron las alarmas en el rubio. Con un brusco movimiento, retrasó un par de pasos y pudo tomar en sus manos el gran mandoble que descansaba apoyado en varios barriles. Era un arma gigantesca, de dos metros, pero que el Bucanner podía con una sola mano organizar un gran elenco de movimientos, tal era su poder físico y sabio el manejo con armas. Apuntó a Terence, que es el que estaba más lejos, pero luego hizo un barrido, señalando a los tres. — ¿Todoss turrristas? ... — Comentó, añadiéndole un tono de ... ¿Desconfianza? los turistas solían ser los más listos, los que se iban sin pagar. A decir verdad apuntó con el gran mandoble hacia el nuevo sujeto (Terence) pero realmente el pobre no había pedido nada. Se le estaba yendo ya la cabeza del cansancio. Se daría cuenta rápido de ese error, amenazar a una persona que no tenía culpa de nada. Bajó el arma, clavando el mismo sobre el asfalto sin mucho problema. — Dah ... Esto no darr un duro. — Cargó el arma sobre su espalda, pasando una cinta que portaba el mismo alrededor de su cuello y espalda. — ¡DE NUEVO INVITA LA CASA! — Alzó los brazos. El puesto se llenaría rápidamente de gente arrasando con los pescados de alta calidad. — A comerrr, rratas. A comerrr ...
Estaba cansado de ser un maldito sirviente, en aquellos días apenas sacaba dinero, así jamás saldría de la isla. No compensaba las horas de trabajo recolectando los peces (algo que le gustaba) con la vuelta a nivel monetario de dicho trabajo. Además, tampoco estaba formado en aguantar al personal y los dramas de cada uno. Para estar frente al público uno debía tener ... Algo. Algo que Hanmmond desde luego no tenía.
Agarró con la diestra su mochila, también de tamaño considerable y comenzó a caminar hacia la dirección que le llevara al centro del pueblo.
__________________________________________________________________________________________
- Rasgos positivos:
-Intimidante: Tienes un porte intimidante, lo que puede favorecer algunas situaciones.
- Rasgos negativos:
-Adicción: Tienes auténtica adicción por el levantamiento de peso que causa un síndrome de abstinencia grave. Cada 5 post (llevo 2) debes satisfacer el objeto de tu vicio, o obtendrás un -10 acumulativo a tu Voluntad hasta hacerlo. [Cada 2 post desde tu primer debuff, obtendrás un -10 adicional] Incompatible con Vicio.