Lemon Stone
MVP
27-10-2024, 04:53 AM
Aletas tenía un buen punto. Habías cosas peligrosas, pero es que vivir es peligroso. ¿De qué servía estar en el mundo sin tomar riesgos? Había veces en las que Lemon alcanzaba un estado remoto, era invadido por una sensación que solo conseguía en el ápice de una batalla o cuando su vida corre peligro. Era casi… necesario.
Un hombre medio gordo, mostacho gris y escaso cabello apareció en la escena. Iba acompañado de diez tipos vestidos como ninjas: rostros ocultos tras mascarillas de tela, chalecos contra golpes y punzadas enteramente negros, y unos bastones en sus cinturones. Finalmente, había aparecido el villano que oprimía a los trabajadores.
-¡Jajaja! ¡El MANUAL no me pertenece! Es de todos quienes luchamos por la Causa, sus ideas están por encima de todos nosotros -respondió Lemon, siendo imposible razonar con él-. Y no solo hay que vivir por el resto, ¿sabes? Si quiero pasar un buen momento y eso involucra ponerme en riesgo, lo haré porque soy un hombre libre. Si me pasa algo, que me pase haciendo lo que me gusta.
¿Era egoísta? Posiblemente, pero es un hombre que le gusta vivir conforme a sus propias decisiones. Defender el MANUAL, luchar por la Causa, creer en un mundo donde la gente menos favorecida (pobres, negros y feos) pudiera ser feliz… ¿Era un ilusionista? Puede ser, pero prefería vivir con la ilusión de crear un mundo mejor que solo aferrarse a la realidad.
Escuchó la respuesta de Aletas cuando caminaban hacia el restaurante.
-Eres buena persona -contestó con una sonrisa grabada en su rostro-, te preocupas del resto y luchas para que las cosas sean mejor. La Armada necesita gente como tú, además la diversidad racial es importante; a los más jóvenes les encanta, ¿sabes?
Cuando vio al grupo de protestantes, Lemon se unió de inmediato. Pidió prestado una pancarta y se unió a los gritos. Algo pasaba con las propinas, no entendía del todo lo que sucedía, pero donde hubiera gritos y demandas él estaría.
Una de las chicas, cabello negro azabache y de unos veintitantos, se giró cuando Aletas le preguntó qué sucedía. Iba con un delantal marrón oscuro, hecho de cuero y con el logo del restaurante grabado. Se notaba que era una trabajadora del local.
-El dueño del restaurante se ha quedado con las propinas las últimas dos semanas. A veces abre, a veces cierra, y a muchos nos debe dinero -contestó la chica-. ¡Encima ayer despidió a Ronny! ¡Es un…!
Invitó a Aletas con un gesto de mano, intenso y llamativo, para que se uniera a la protesta. Entendía bastante bien lo que sucedía. Eran muchachos oprimidos por un jefe explotador, ni más ni menos. Protestaría hasta que hubiera que pasar a la desobediencia civil como medio legítimo de luchar por causas dignas, lo que era sinónimo de golpear puertas y lanzarle piedras a la policía.
-Si hay que pelear contra alguien, quédate atrás de mí -le dijo a Aletas, su deber era proteger a una camarada de la Causa-. Y hablando de peleas…