Asradi
Völva
27-10-2024, 01:25 PM
Asradi intercambió una sonrisa suave con Caretas cuando éste le dijo que era buena persona. ¿Lo era? A veces pecaba de egoista, pero no podía evitarlo, pues siempre había intentado primar su supervivencia por encima de todo lo demás. Al menos, cuando estaba sola. Pero ahora ya no lo estaba, o sentía que no, por lo que quizás podría permitirse el preocuparse también un poco más por el resto. En realidad, era algo que le nacía, y que en cuanto al otro sentimiento, había sido algo autoimpuesto debido a sus circunstancias personales. Iba pensando en esto cuando, finalmente, llegaron a la manifestación.
Como no, Lemon se emocionó en cuanto escuchó las protestas y las voces de los trabajadores siendo alzadas, junto con variedad de pancartas, en contra de algo o de alguien. Se adelantó y le dejó ir, aunque la sirena no le quitaba la vista de encima. No es que desconfiase de él, al contrario, pero se sentía un poco más segura con alguien cerca y en quien confiaba, sobre todo en un tumulto de personas que podían no ver con buenos ojos a una sirena. Tendría que armarse de valor y confiar en que aquella gente tendría unos buenos principios. Eran muy escasas las veces que decidía mostrar lo que era, en cuanto a su raza, a ojos ajenos. ¿Se estaría volviendo descuidada, quizás?
La mirada oceánica de la sirena se posó, entonces, en la mujer que ahora le explicaba un tanto la situación. Y, a medida que lo hacía, iba naciendo también un sentimiento de indignación al respecto. ¿Qué se creía ese tipo? Tampoco ella conocía de primera mano la situación, y solo tenía la versión de ella. Pero visto lo visto y sabiendo también como era de injusto el mundo, se lo creía abiertamente.
— ¿Y no habéis probado a denunciarle? — Preguntó. A veces, por muchas manifestaciones que se hiciesen, no siempre funcionaban. Recurrir a la vía legal, también a veces, era un engorro. Asradi suspiró levemente, mirando de reojo también como Lemon se implicaba en la protesta.
No podía culparle, era un trato totalmente injusto. Y el cúlmen de la protesta solo se alzó más, junto con un repentino ambiente de tensión, cuando el que parecía el patrón apareció en la escena. Y no lo hacía solo, sino que iba acompañado de otro grupo de trabajadores que, por las pintas que tenían, debían de ser afines a él. Asradi apretó levemente los labios y fue ella quien se dispuso, un poco de manera protectora, frente a la chica con la que había estado hablando hasta ahora.
— Hablando de peleas... — Continuó Asradi la frase cuando, muy caballerosamente, Caretas le sugería que se quedase detrás de él. Si se creía que iba a quedarse ahí mirando solamente, el enmascarado estaba muy equivocado. — No voy a dejar que te lleves toda la diversión. Además, no me gusta ese tipo.
¿Estaba prejuzgando al del mostacho? A ver, sí, pero era inevitable. Nunca iba a aprobar a alguien que abusase de los demás. Se había prometido a sí misma, y le había prometido también a alguien más que no dejaría que más gente tuviese que pasar abusos o desgracias como los que ella había pasado. En mayor o menor medida.
— ¡Ey, tú, el bigotudo! — Si, tal cual. Asradi se adelantó con un par de saltitos graciosos, aunque tampoco se separó demasiado de Caretas. — No sé que quien te crees que eres para tratar así a esta gente, ¡así que ya estás tardando en pagarles!
Asradi frunció el ceño a medida que se envalentonaba.
Como no, Lemon se emocionó en cuanto escuchó las protestas y las voces de los trabajadores siendo alzadas, junto con variedad de pancartas, en contra de algo o de alguien. Se adelantó y le dejó ir, aunque la sirena no le quitaba la vista de encima. No es que desconfiase de él, al contrario, pero se sentía un poco más segura con alguien cerca y en quien confiaba, sobre todo en un tumulto de personas que podían no ver con buenos ojos a una sirena. Tendría que armarse de valor y confiar en que aquella gente tendría unos buenos principios. Eran muy escasas las veces que decidía mostrar lo que era, en cuanto a su raza, a ojos ajenos. ¿Se estaría volviendo descuidada, quizás?
La mirada oceánica de la sirena se posó, entonces, en la mujer que ahora le explicaba un tanto la situación. Y, a medida que lo hacía, iba naciendo también un sentimiento de indignación al respecto. ¿Qué se creía ese tipo? Tampoco ella conocía de primera mano la situación, y solo tenía la versión de ella. Pero visto lo visto y sabiendo también como era de injusto el mundo, se lo creía abiertamente.
— ¿Y no habéis probado a denunciarle? — Preguntó. A veces, por muchas manifestaciones que se hiciesen, no siempre funcionaban. Recurrir a la vía legal, también a veces, era un engorro. Asradi suspiró levemente, mirando de reojo también como Lemon se implicaba en la protesta.
No podía culparle, era un trato totalmente injusto. Y el cúlmen de la protesta solo se alzó más, junto con un repentino ambiente de tensión, cuando el que parecía el patrón apareció en la escena. Y no lo hacía solo, sino que iba acompañado de otro grupo de trabajadores que, por las pintas que tenían, debían de ser afines a él. Asradi apretó levemente los labios y fue ella quien se dispuso, un poco de manera protectora, frente a la chica con la que había estado hablando hasta ahora.
— Hablando de peleas... — Continuó Asradi la frase cuando, muy caballerosamente, Caretas le sugería que se quedase detrás de él. Si se creía que iba a quedarse ahí mirando solamente, el enmascarado estaba muy equivocado. — No voy a dejar que te lleves toda la diversión. Además, no me gusta ese tipo.
¿Estaba prejuzgando al del mostacho? A ver, sí, pero era inevitable. Nunca iba a aprobar a alguien que abusase de los demás. Se había prometido a sí misma, y le había prometido también a alguien más que no dejaría que más gente tuviese que pasar abusos o desgracias como los que ella había pasado. En mayor o menor medida.
— ¡Ey, tú, el bigotudo! — Si, tal cual. Asradi se adelantó con un par de saltitos graciosos, aunque tampoco se separó demasiado de Caretas. — No sé que quien te crees que eres para tratar así a esta gente, ¡así que ya estás tardando en pagarles!
Asradi frunció el ceño a medida que se envalentonaba.