Teruyoshi
Teru
27-10-2024, 06:05 PM
La primera inspección del mink fue de lo más infructuosa, ya que a pesar de descubrir qué era aquel líquido que bañaba el suelo… no le gustó la respuesta.
- Si pillo al guarro… - farfulló para sí mismo mientras se limpiaba como podía entre los restos del carromato.
Tras limpiarse, el mink continuó trasteando entre los restos de la mercancía en busca de algo interesante mientras observaba las evidentes pruebas de que había sido asaltado por algún tipo de bestia salvaje, lo que hizo a Teruyoshi volver la mirada al tranquilo felino que lo observaba con curiosidad.
- Cabroncete… esto tiene mala pinta para ti - dijo para sí justo antes de toparse con el pequeño alijo oculto, el cual captó su curiosidad haciendo que olvidase de nuevo a su acompañante.
Teruyoshi tiró de la tapa esperando encontrar un pequeño tesoro. Quizás unas cuantas monedas u algo así que hicieran el trabajo más ameno, pero por desgracia del mink y para suerte de su acompañante, no fue así. En el interior había un par de piezas de carne de primera calidad que parecía que alguien se había reservado con mucho recelo.
- ¿Qué ha sido eso? - pensó cuando tras de sí escuchó movimiento y comprobó que el felino no se había movido de sitio. El mink notaba cómo no estaban solos, pero antes de abordar al siguiente visitante tenía que ocuparse del primero. No quería verse abrumado desde dos flancos distintos, ya que a pesar de la aparente docilidad de la bestia que tenía frente a él había sido avisado sobre la peligrosidad de las mismas.
Teruyoshi se arrimó hasta el tigre, el cual al ver su botín hizo lo mismo y no tardaron en juntarse. Más de cerca, el mink gato pudo ver cómo el animal se trataba de tan solo un cachorro, el cual destilaba por cada poro curiosidad por la comida que le llevaba. Teruyoshi podía sentir empatía con aquella sensación, por lo que no pudo evitar lucir una sonrisa cuando vio al animal coger el filete que le había dado y marcharse con él para devorarlo sin interrupciones.
- ¡Te pillé! - pensó entusiasmado cuando tras escuchar un nuevo ruido pudo observar cómo una mirada ámbar estaba fija en el cachorro.
Teruyoshi con solo un vistazo pudo sentir como aquella bestia era distinta. No solo porque su morfología fuese distinta, sino que había un aura a su alrededor que hacía al mink ponerse en alerta. Esa mirada era la de un depredador de verdad, por lo que el mink volvió a ponerse en alerta.
- Eres tú quién está causando estragos y causándole mala fama a mi primito, ¿verdad? - pensó Teruyoshi sintiéndose ofendido porque alguien pudiese causarle problemas a su nuevo amigo… Porque no, esa lindura no podía ser la causa de tantos problemas. - Y si lo es, ya me encargaré de enseñarle modales - continuó para sí dejándose llevar por la idea peregrina que pasó repentinamente por su mente, aunque para eso, primero tenía que ocuparse del nuevo visitante.
- Veamos si con un poco de cebo sales de tu escondrijo - reflexionó mientras lanzaba el filete que le quedaba de tal manera que quedase en mitad del camino frente a la nueva bestia.
Seguramente podría haber aprovechado que el animal estaba concentrado en el otro para intentar abalanzarse sobre él a traición, pero en el último momento, antes de lanzarse a por él, la posibilidad de que se tratase de la madre del cachorro cruzó por su mente y no quería dañarla. Para llevar a cabo su nuevo plan tenía que llevarse bien con el pequeño tigre, por lo que actuaría como un buen cazador y sería paciente para conseguir sus objetivos… Además, no tenía miedo de ninguna bestia salvaje por mucho aviso que le hubiesen dado, ya que si había un rey en el reino animal ese era él. Ningún bicho inmundo le había dado miedo nunca y hoy no iba a ser distinto.
- Si pillo al guarro… - farfulló para sí mismo mientras se limpiaba como podía entre los restos del carromato.
Tras limpiarse, el mink continuó trasteando entre los restos de la mercancía en busca de algo interesante mientras observaba las evidentes pruebas de que había sido asaltado por algún tipo de bestia salvaje, lo que hizo a Teruyoshi volver la mirada al tranquilo felino que lo observaba con curiosidad.
- Cabroncete… esto tiene mala pinta para ti - dijo para sí justo antes de toparse con el pequeño alijo oculto, el cual captó su curiosidad haciendo que olvidase de nuevo a su acompañante.
Teruyoshi tiró de la tapa esperando encontrar un pequeño tesoro. Quizás unas cuantas monedas u algo así que hicieran el trabajo más ameno, pero por desgracia del mink y para suerte de su acompañante, no fue así. En el interior había un par de piezas de carne de primera calidad que parecía que alguien se había reservado con mucho recelo.
- ¿Qué ha sido eso? - pensó cuando tras de sí escuchó movimiento y comprobó que el felino no se había movido de sitio. El mink notaba cómo no estaban solos, pero antes de abordar al siguiente visitante tenía que ocuparse del primero. No quería verse abrumado desde dos flancos distintos, ya que a pesar de la aparente docilidad de la bestia que tenía frente a él había sido avisado sobre la peligrosidad de las mismas.
Teruyoshi se arrimó hasta el tigre, el cual al ver su botín hizo lo mismo y no tardaron en juntarse. Más de cerca, el mink gato pudo ver cómo el animal se trataba de tan solo un cachorro, el cual destilaba por cada poro curiosidad por la comida que le llevaba. Teruyoshi podía sentir empatía con aquella sensación, por lo que no pudo evitar lucir una sonrisa cuando vio al animal coger el filete que le había dado y marcharse con él para devorarlo sin interrupciones.
- ¡Te pillé! - pensó entusiasmado cuando tras escuchar un nuevo ruido pudo observar cómo una mirada ámbar estaba fija en el cachorro.
Teruyoshi con solo un vistazo pudo sentir como aquella bestia era distinta. No solo porque su morfología fuese distinta, sino que había un aura a su alrededor que hacía al mink ponerse en alerta. Esa mirada era la de un depredador de verdad, por lo que el mink volvió a ponerse en alerta.
- Eres tú quién está causando estragos y causándole mala fama a mi primito, ¿verdad? - pensó Teruyoshi sintiéndose ofendido porque alguien pudiese causarle problemas a su nuevo amigo… Porque no, esa lindura no podía ser la causa de tantos problemas. - Y si lo es, ya me encargaré de enseñarle modales - continuó para sí dejándose llevar por la idea peregrina que pasó repentinamente por su mente, aunque para eso, primero tenía que ocuparse del nuevo visitante.
- Veamos si con un poco de cebo sales de tu escondrijo - reflexionó mientras lanzaba el filete que le quedaba de tal manera que quedase en mitad del camino frente a la nueva bestia.
Seguramente podría haber aprovechado que el animal estaba concentrado en el otro para intentar abalanzarse sobre él a traición, pero en el último momento, antes de lanzarse a por él, la posibilidad de que se tratase de la madre del cachorro cruzó por su mente y no quería dañarla. Para llevar a cabo su nuevo plan tenía que llevarse bien con el pequeño tigre, por lo que actuaría como un buen cazador y sería paciente para conseguir sus objetivos… Además, no tenía miedo de ninguna bestia salvaje por mucho aviso que le hubiesen dado, ya que si había un rey en el reino animal ese era él. Ningún bicho inmundo le había dado miedo nunca y hoy no iba a ser distinto.