38 de Verano del 724
Yoshiro poseía su hogar en el muelle, una casa de madera con una vitrina de vidrio que dejaba ver su interior, a simple vista se podían ver algunos sombreros y ropa por un lado, algunos collares en la mesa de recepción y algunas herramientas y armas en la zona derecha. Así es, la casa de Yoshiro también era su tienda de artesanías y taller personal, todo lo que una vez fue de su padre ahora era suyo y trataba de mantenerlo funcionando. Atrás de su hogar estaba una zona del muelle donde pescaba y había una Tartana un poco vieja en su espera para surcar el mar.
Yoshiro se encontraba en la forja de su casa, rodeado de herramientas para que el trabajo y armas ya listas el muchacho martillaba con fuerza el metal a rojo vivo para aplanarlo lo más posible, debía controlar su fuerza para no romper el metal y hacerlo rápido o se enfriaría.
Luego de volver a calentar el metal lo sumergiría en ácido para crear cierto efecto de onda al metal, tocaba sácale filo y exceso de grosor así que se sentó en la rectificadora y comenzó a usar la maquinaria para su trabajo otorgándole a aquella espada el filo que necesitaba poseer.
La guarda y el pomo al final del mango debía crear el contrapeso perfecto para el maniobrar del espadachín así que Yoshiro no se lo tomó a la ligera. Tras hacer algunas pruebas para confirmar el balance sonrió convencido de haberlo conseguido y ahora solo tocaba probarla. Desde cortar una soga a bambú y rebanar limpiamente un cerdo a la mitad, si alguien poco hábil con la espada como Yoshiro era capaz de eso, era una espada perfecta para cualquier profesional.
Decidió colocarla en uno de los mostradores y salió de su hogar para agarrar algo de aire y caminar hasta el puesto de empanadas por un par, en eso notó que una embarcación había llegado y parecían estar descargando algo, curioso se acercó y notó a alguien conocido, era un hombre que le había comprado una vez, no se acordaba si le llegó a dar su nombre pero quizás podía convencerlo de comprar algo más.
Buenas, buenas ¿Que tal va todo? ¿Cómo te va con aquella arma que te vendí? Tengo nueva mercancía aún mejor. Quizás tus amigos necesiten algo-hablaba mientras se acercaba a esas personas, no tenía idea quienes eran o que tramaban pero gente nueva era lo mismo a nuevos compradores potenciales.
Yoshiro se encontraba en la forja de su casa, rodeado de herramientas para que el trabajo y armas ya listas el muchacho martillaba con fuerza el metal a rojo vivo para aplanarlo lo más posible, debía controlar su fuerza para no romper el metal y hacerlo rápido o se enfriaría.
Luego de volver a calentar el metal lo sumergiría en ácido para crear cierto efecto de onda al metal, tocaba sácale filo y exceso de grosor así que se sentó en la rectificadora y comenzó a usar la maquinaria para su trabajo otorgándole a aquella espada el filo que necesitaba poseer.
La guarda y el pomo al final del mango debía crear el contrapeso perfecto para el maniobrar del espadachín así que Yoshiro no se lo tomó a la ligera. Tras hacer algunas pruebas para confirmar el balance sonrió convencido de haberlo conseguido y ahora solo tocaba probarla. Desde cortar una soga a bambú y rebanar limpiamente un cerdo a la mitad, si alguien poco hábil con la espada como Yoshiro era capaz de eso, era una espada perfecta para cualquier profesional.
Decidió colocarla en uno de los mostradores y salió de su hogar para agarrar algo de aire y caminar hasta el puesto de empanadas por un par, en eso notó que una embarcación había llegado y parecían estar descargando algo, curioso se acercó y notó a alguien conocido, era un hombre que le había comprado una vez, no se acordaba si le llegó a dar su nombre pero quizás podía convencerlo de comprar algo más.
Buenas, buenas ¿Que tal va todo? ¿Cómo te va con aquella arma que te vendí? Tengo nueva mercancía aún mejor. Quizás tus amigos necesiten algo-hablaba mientras se acercaba a esas personas, no tenía idea quienes eran o que tramaban pero gente nueva era lo mismo a nuevos compradores potenciales.