Tofun
El Largo
27-10-2024, 09:23 PM
Al despedirme de Umibozu, mientras el gigante se alejaba con varios revolucionarios a cuestas, sentí una mezcla de emoción y un poco de celos. ¡Se dirigían a recibir la gloria! Pero, en lugar de dejar que mi envidia me consumiera, decidí que era hora de bajar al barro decantar la balanza. Así que, con una sacudida de determinación y la buena dosis de alcohol que llevaba encima aún me nublaba el juicio, me lancé al combate como un torbellino.
Entré al fragor de la batalla dando tumbos, como si estuviera en una competencia de baile improvisada pero en medio de una pista de patinaje. Cada golpe que lanzaba a los guardias se percibía como una danza absurda, un pas de deux alcoholico. Con un movimiento errático, conecté un puñetazo a un guardia, seguido de una patada digna de un maestro de kung fu (o, al menos, eso intenté, porque terminé cayendo de espaldas). De una ágil maniobra rebote contra el suelo lanzando para dar un codazo y agarrar a un guardia lanzándolo contra otros dos que atacaban a Karina. El Camino del Borracho se abría paso entre la multitud, cada vez que me caía, me levantaba con un salto. A mi lado, vi a Alistair y Hato luchando con una determinación feroz, como si peleasen por quien va a lucir más heroico mientras yo parecía un muñeco de trapo con problemas de equilibrio. No sabía si mi presencia e insistencia estaba motivando a los balleneros o simplemente me percibían como un duende hiperactivo, apodo por el que Lemon había optado.
Karina y su grupo estaban metidos de lleno en la pelea acompañándome en la lucha por la libertad del pueblo. El objetivo no era matar, sino noquear, o al menos dejar a los guardias tan borrachos que no tuvieran más opción que retirarse a la acera mas cercana. Hice todo lo posible: empujones, tirones, y hasta lanzamientos improvisados, era un caos total. Finalmente, cuando todos los enemigos se rindieron y el campo de batalla se convirtió en una fiesta de celebración, me encontré golpeando a una farola como si fuera el enemigo final al que solo yo podía vencer, lanzando un último puñetazo que resonó como una sinfonía de despedida. Pero en ese momento, el efecto de “El Ascensor”, mi querido chupito que me había llevado a ese viaje de locura, comenzó a desvanecerse. La bajona física que me golpeó fue tan abrumadora como una resaca monumental. Con cada gota de alcohol que abandonaba mi sistema, el cansancio acumulado se hacía presente, y me desplomé junto a la farola, exhausto y listo para unas buenas vacaciones. Había sido mi primera misión oficial con la revolución, mi encuentro con los piezas, los fichajes, el plan, los nuevos reclutas, la presa, el viaje en Calamidad marina y finalmente la guerra junto a los balleneros...
Aa...
Exhalé intentando relajarme tumbado junto a la farola, mi pecho subía y bajaba, podía escuchar los latidos de mi corazón en mi cabeza, intensos, a ritmicos, lo había dado todo.
Días después Tofun redactaría un informe con todo lo sucedido para informar al ejército revolucionario, después de todo el había sido el que había diseñado el plan inicial y debía de dar la cara ante la imperfección de la estrategia abordada. Los destrozos en Oykot habían sido mucho mayores de lo esperado, si bien el número de bajas había estado totalmente controlado los daños materiales ascendían a una gran cuantía. Esa misma noche, Tofun, hizo todo lo posible por reunirse por Karina y no hablaría del tema que quería tratar hasta encontrarse a solas.
Lamento los daños causados. Y quiero compensarte por ello en nombre de mis compañeros. Se que eres tozuda igual que yo, o esa es la fama que te has ganado. Shahahaha... cof cof — Tosí por el cansancio que aun abordaba mi cuerpo. — Esto es para vosotros y no hay discusión que valga Karina. La decisión está tomada. - Pose el gran saco de dinero junto a ella, treinta millones de berries, y, tras una reverencia sincera y una sonrisa de felicidad, salí de escena para reunirme con mi grupo.
Entré al fragor de la batalla dando tumbos, como si estuviera en una competencia de baile improvisada pero en medio de una pista de patinaje. Cada golpe que lanzaba a los guardias se percibía como una danza absurda, un pas de deux alcoholico. Con un movimiento errático, conecté un puñetazo a un guardia, seguido de una patada digna de un maestro de kung fu (o, al menos, eso intenté, porque terminé cayendo de espaldas). De una ágil maniobra rebote contra el suelo lanzando para dar un codazo y agarrar a un guardia lanzándolo contra otros dos que atacaban a Karina. El Camino del Borracho se abría paso entre la multitud, cada vez que me caía, me levantaba con un salto. A mi lado, vi a Alistair y Hato luchando con una determinación feroz, como si peleasen por quien va a lucir más heroico mientras yo parecía un muñeco de trapo con problemas de equilibrio. No sabía si mi presencia e insistencia estaba motivando a los balleneros o simplemente me percibían como un duende hiperactivo, apodo por el que Lemon había optado.
Karina y su grupo estaban metidos de lleno en la pelea acompañándome en la lucha por la libertad del pueblo. El objetivo no era matar, sino noquear, o al menos dejar a los guardias tan borrachos que no tuvieran más opción que retirarse a la acera mas cercana. Hice todo lo posible: empujones, tirones, y hasta lanzamientos improvisados, era un caos total. Finalmente, cuando todos los enemigos se rindieron y el campo de batalla se convirtió en una fiesta de celebración, me encontré golpeando a una farola como si fuera el enemigo final al que solo yo podía vencer, lanzando un último puñetazo que resonó como una sinfonía de despedida. Pero en ese momento, el efecto de “El Ascensor”, mi querido chupito que me había llevado a ese viaje de locura, comenzó a desvanecerse. La bajona física que me golpeó fue tan abrumadora como una resaca monumental. Con cada gota de alcohol que abandonaba mi sistema, el cansancio acumulado se hacía presente, y me desplomé junto a la farola, exhausto y listo para unas buenas vacaciones. Había sido mi primera misión oficial con la revolución, mi encuentro con los piezas, los fichajes, el plan, los nuevos reclutas, la presa, el viaje en Calamidad marina y finalmente la guerra junto a los balleneros...
Aa...
Exhalé intentando relajarme tumbado junto a la farola, mi pecho subía y bajaba, podía escuchar los latidos de mi corazón en mi cabeza, intensos, a ritmicos, lo había dado todo.
Días después Tofun redactaría un informe con todo lo sucedido para informar al ejército revolucionario, después de todo el había sido el que había diseñado el plan inicial y debía de dar la cara ante la imperfección de la estrategia abordada. Los destrozos en Oykot habían sido mucho mayores de lo esperado, si bien el número de bajas había estado totalmente controlado los daños materiales ascendían a una gran cuantía. Esa misma noche, Tofun, hizo todo lo posible por reunirse por Karina y no hablaría del tema que quería tratar hasta encontrarse a solas.
Lamento los daños causados. Y quiero compensarte por ello en nombre de mis compañeros. Se que eres tozuda igual que yo, o esa es la fama que te has ganado. Shahahaha... cof cof — Tosí por el cansancio que aun abordaba mi cuerpo. — Esto es para vosotros y no hay discusión que valga Karina. La decisión está tomada. - Pose el gran saco de dinero junto a ella, treinta millones de berries, y, tras una reverencia sincera y una sonrisa de felicidad, salí de escena para reunirme con mi grupo.