Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Autonarrada] [A - T2] El entrenamiento de la recluta Huetali.
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
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~ Base G-23, Isla Kilombo.
Día 8, 07:00 de la mañana - Verano del año 724.

Aquella mañana iría de nuevo a entrenar con Huetali en una nueva forma que se me ocurrió durante la noche. Cargué con un cubo de agua por los pasillos de la marina hasta que alcancé la puerta de la joven. Era demasiado temprano, unos minutos después de las 7 de la mañana, cuando sabía perfectamente que la hermana de Hacket aún dormía. Me planté frente a su puerta, mientras levantaba el cubo con una mano, con la otra golpeé con intensidad la puerta. Repetí la llamada 2 veces más cuando escuché con mi fino oído movimiento en su interior, al fin se había despertado, ahora ya solo tocaba esperar pocos segundos y... correr.

- Quién llama a estas...-

¡SPLASH!

- Tú la llevas. -

Me limité a decir, dejando caer el cubo y saliendo por patas. Había cumplido una promesa entre risas que un día Huetali no acababa de creerse de mí, y es que, cuando accedió plenamente a que estaría lista para entrenar conmigo, llegó hasta tal punto de efusividad que incluso pareció no importarle que le dijera que un día la despertaría tirándole un cubo de agua para comprobar si verdaderamente estaba lista y quería ser marine.

- ¡AAAAAAAhhhhhh! -

Pude escuchar su ira se encendía y provocaba una sonrisa en mi rostro. Yo siempre cumplía mis promesas, reía mientras cruzaba los pasillos y la joven hindia corría como alma que lleva el diablo por detrás de mí. Quizá podríamos ganarnos una buena reprimenda de los superiores, pero estaba dispuesto a correr el riesgo con tal de cumplir con lo prometido y hacerle ver a la joven de que su maestro estaba dispuesto a todo. Poco a poco, surcaba la laberíntica base pudiendo salir al final por la puerta que da al patio de entrenamiento, el cual precedía al principal, que a su vez conectaba con la enorme puerta de los muros interiores, todas casualmente abiertas de par en par y sin vigilancia. ¿Acaso los piratas no madrugaba? Podría ser.

Escuchaba como sus pisadas se me acercaban, notaba su furia y algunos bufidos hacia el cabreo que tenía y la sorpresa de haber sido recibida de esa forma, ahora sabría de primera mano de que no estaba de broma. Cruzamos los patios y la puerta, dando a los terrenos previos a la base que también eran del domino de La Marina, estos eran donde días atrás tuve el desencuentro nocturno con aquellas 2 asaltantes, y tan solo había una verja que no nos separaba de la calle, la cua, también tenía una puerta abierta aunque esta si que estaba vigilada por 2 compañeros.

Como 2 verdaderas flechas, la cruzamos levantando una estelita de polvo. Al salir de la base, Huetali estaba más cerca de mí, me había ganado metros casi sin enterarme y con una estirada muy muy extrema e incluyo podría llegar a cazarme. Apreté la marcha para que eso no sucediera y puse rumbo hacia el bosque de Isla Kilombo para continuar con el pilla pilla. Esperaba que Huetali ya hubiera captado el mensaje durante todo este tiempo y supiera que estábamos en medio de un reto, un reto donde debía de demostrar su físico.

Conocía el bosque como la palma de mi mano, sabía que ella no, pero ¿Qué tipo de desafío era si la desafiada sabía el terreno hacia el que la arrastraban? Obviamente que ninguno, por ello, los obstáculos que nos encontrábamos por el camino suponían algo más de dificultad para la carrera, troncos, piedras e incluso algún animal desprevenido que deambulaba por los terrenos. Llegamos hasta tal punto que había pasado ya bastante rato desde que los 2 sprintamos en el marco de la puerta de su habitación, la cual esperaba que estuviera cerrada.

La marcha dio su final en una de las calas de la isla, una cala que me gustaba frecuentar y que pude esperar en ella tranquilamente a la chica pues la perdí de vista. Pasaron largos minutos, no sé si incluso una hora, hasta que al final, sentado en la posición del loto sobre una roca puede escuchar los matorrales zarandearse y a Huetali apareciendo. Se la veía algo magullada y extremadamente exhausta. Hincó las rodillas una vez llegó a la playa y me vio tranquilito meditando sobre la enorme piedra, se recompuso y con su último aliento se me acercó.

- Sii... lo... seee... ¡Tenías razón! -

No me inmuté, sonreí complaciente de la nueva lección que espero que hubiera aprendido la prometedora recluta, y es que, una marine siempre debía de estar preparada para cualquier cosa, cualquier peligro, cualquier situación, incluso para que te tiren agua fría recién despertada y tengas que capturar a un viejo burlón.
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[A - T2] El entrenamiento de la recluta Huetali. - por Gautama D. Lovecraft - 28-10-2024, 03:01 AM

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