Marvolath
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28-10-2024, 05:35 AM
El descubrimiento del contenido de las cajas era una noticia mucho peor de lo que había esperado. Ya había llegado a la conclusión de que alguna clase de veneno estaba afectando a la población, y que lo más probable es que estuviera en el agua o comida que consumían, y había supuesto que ese envenenamiento sería un efecto colateral de alguna actividad. El destino o el contenido de las cajas podría haberle ayudado a encontrarla, y avanzar en su investigación. Pero si lo que transportaban era directamente un desecho sólo podía significar que lo vertían de forma intencional. Alguien quería envenenar a la ciudad de Oykot o, al menos, a la población del lado Este, pues no había escuchado de ningún caso al otro lado del río.
Sacó un pequeño tubo de muestras, tanteando su pequeño tamaño con decepción. Había esperado un producto más puro, donde una pequeña muestra fuese suficiente para conocer su composición. Este desecho contendría impurezas, por lo que tendría que realizar más pruebas para llegar a alguna conclusión. Aunque lamentaba haber dejado la mochila en el hospital, sabía que el riesgo de perder su posesión más preciada en una infiltración era demasiado alto. Apretó con firmeza el pequeño tubo, y se alegró de poder llevarse al menos una muestra.
Llenó con cuidado hasta donde pudo, y lo selló con fuerza. Cada gota era preciosa, y aunque no lo fuese no querría que se le derramase encima. Rompió el sello del segundo barril, dejando intencionadamente que parte del contenido se volcase en el interior de la caja. Con un ágil movimiento volvió junto al conductor.
- Si descubren lo que ha pasado los dos estaremos en problemas, pero yo tengo la ventaja de que no saben quién soy. - empleó el mismo tono frío que cuando lo amenazó. Suspiró, y lo suavizó - Has respondido a mis preguntas y te creo, así que intentaré ayudarte. Escucha con atención: estaba oscuro, te golpearon, escuchaste voces discutiendo, te robaron, y se fueron. La historia de gente desesperada tratando de conseguir dinero de una carreta desprotegida en mitad de la noche es plausible. Dependerá de ti que se la crean, pero si recuperan su mercancía quizá estén contentos.
Esperó una confirmación, antes de despedirse con una palmada en el hombro y corrió hacia la calle por la que había venido, para poco después volver a los tejados, a una azotea desde la que pudiese vigilar el callejón de la carreta. Si la carreta salía podría seguirla, estudiar el intercambio, y seguir el rastro. O a quien viniese a buscarla. En el peor de los casos, si los vecinos decidían actuar quizá tuviese que intervenir. Y mientras esperaba podría estudiar los documentos que habían entregado al conductor.
Sacó un pequeño tubo de muestras, tanteando su pequeño tamaño con decepción. Había esperado un producto más puro, donde una pequeña muestra fuese suficiente para conocer su composición. Este desecho contendría impurezas, por lo que tendría que realizar más pruebas para llegar a alguna conclusión. Aunque lamentaba haber dejado la mochila en el hospital, sabía que el riesgo de perder su posesión más preciada en una infiltración era demasiado alto. Apretó con firmeza el pequeño tubo, y se alegró de poder llevarse al menos una muestra.
Llenó con cuidado hasta donde pudo, y lo selló con fuerza. Cada gota era preciosa, y aunque no lo fuese no querría que se le derramase encima. Rompió el sello del segundo barril, dejando intencionadamente que parte del contenido se volcase en el interior de la caja. Con un ágil movimiento volvió junto al conductor.
- Si descubren lo que ha pasado los dos estaremos en problemas, pero yo tengo la ventaja de que no saben quién soy. - empleó el mismo tono frío que cuando lo amenazó. Suspiró, y lo suavizó - Has respondido a mis preguntas y te creo, así que intentaré ayudarte. Escucha con atención: estaba oscuro, te golpearon, escuchaste voces discutiendo, te robaron, y se fueron. La historia de gente desesperada tratando de conseguir dinero de una carreta desprotegida en mitad de la noche es plausible. Dependerá de ti que se la crean, pero si recuperan su mercancía quizá estén contentos.
Esperó una confirmación, antes de despedirse con una palmada en el hombro y corrió hacia la calle por la que había venido, para poco después volver a los tejados, a una azotea desde la que pudiese vigilar el callejón de la carreta. Si la carreta salía podría seguirla, estudiar el intercambio, y seguir el rastro. O a quien viniese a buscarla. En el peor de los casos, si los vecinos decidían actuar quizá tuviese que intervenir. Y mientras esperaba podría estudiar los documentos que habían entregado al conductor.