Alistair
Mochuelo
28-10-2024, 08:12 AM
Asintió, o mas bien quería intentarlo pero su cuerpo no le obedecía de momento como para permitirselo. El daño que había recibido era severo, y su cuerpo clamaba a gritos quedarse en su sitio hasta que pudiera entender qué extremidades estaban en un estado crítico y cuales estaban marginalmente funcionales. Aun así, el emplumado no dejó que esto le detuviera de interactuar con su compañero de ninguna manera; había sido un entrenamiento divertido dentro de todo, y se rehusaba a dejar que unos cuantos "malestares menores y arañazos" arruinasen ese día idóneo.
— Una promesa es una promesa, y planeo cumplírtela. Yo te invito a lo que quieras, eres libre de escoger el lugar y lo que te apetezca de la carta. — Le respondió, levantando los pulgares con el puño cerrado débilmente, pero sintiendo cómo poco a poco su cuerpo empezaba a recuperar la movilidad. Resultaba ser -o al menos teorizaba- que no había descuadrado ni fracturado nada en su cuerpo, pero esa atroz sensación de entumecimiento en todo su cuerpo era tan incapacitante como para tenerle quieto un rato si se encontraba lo suficientemente debilitado. Tenía que anotarlo, no solo para futuros entrenamientos con Lemon sino también por cualquier ocasión en la que se encontrara de frente con un usuario de armas contundentes: Las condenadas golpeaban como un barco en tierra embistiéndote de frente, y comerse un golpe de frente de esa manera podía significar un problema mayor al desempeño restante del combate.
Su compañero no tardó en acercarse a revisar su condición, y cuando pudo verificar de primera mano el estado físico de Alistair, el emplumado lo observaría sacar un botiquín que usaría para atender a las heridas presentes en él, lo suficiente para que su cuerpo pudiera empezar su recuperación y descansar del daño que había sustentado. Cuando llegara a casa, seguro se tomaría una sarta de analgésicos; su cuerpo se sentía pesado y a la vez ligero, además de manifestar una sensación que imitaba a un millar de agujas recorriendo los grupos musculares que habían sido comprometidos. Un día normal en la vida de un revolucionario; eran heridas que tomaría con orgullo. Y con una incomodidad infernal cada vez que estornudara, pero con orgullo de todas formas.
A ese punto, había mas vendaje cubriéndolo que cuerpo, algo que no fue capaz de notar por no contar con ninguna reflección para señalárselo. Seguro que habría soltado una buena carcajada si se hubiera visto en ese momento. — Descuida, creo que... — Pausó un momento, moviendo lentamente cada parte grande móvil de su cuerpo una a la vez, verificando si alguna reaccionaba de mala manera al movimiento. Culminó en el Lunarian levantándose de la pila de madera que había resultado del choque, aparentemente sin ningún problema. Esperaba que así fuera, y no se tratara de un subidón de adrenalina engañando a su sistema nervioso. — ... Me siento bien dentro de lo que cabe, así que me gustaría pensar que no tengo nada que amerite un hospital. De todas maneras, en un rato me haré un chequeo completo para asegurarme de que estoy bien. ¡Así que todo irá bien, pase lo que pase! — No quería confesar que los martillos de Lemon por un segundo le dejaron tan aturdido como para no moverse; no por orgullo -no le molestaba admitir un buen derechazo de un aliado-, sino por no preocupar de más al hombre con el que entrenó.
Acompañado por Lemon, el Lunarian entonces haría exactamente lo dicho: Una vez tuviese un momento para sí mismo, empezaría a examinarse a sí mismo con cuidado en busca de cualquier herida irregular, quizá una fractura o perforación oculta, y se recostaría a dormir tan pronto estuviese satisfecho de no haber dado con nada.
...
Dejando de lado los punzones que recorrían su cuerpo a momentos irregulares, ¡se sentía de maravilla! Los Lunarians siempre habían sido una raza tozuda y resistente, era muy difícil tener a uno de esos pollos genuinamente tumbado por demasiado tiempo. O al menos así era el caso de Alistair; tener tan solo una referencia fiable -él mismo- hacía en extremo difícil entender qué en él era parte de su raza y qué era de él mismo.
Atípico de alguien que hasta hace un momento tenía dificultad para moverse, la energía desbordante del joven le hizo estar de pie temprano por la mañana, por lo que saldría a dar una vuelta por la ciudad en lo que llegaba la hora de encuentro pactada a por esas cervezas que su compañero había propuesto. ¡Lo prometido era deuda! Y nunca rechazaría una merecida bebida con un compañero de armas.
Por lo pronto, se dirigió al lugar que Lemon quería visita, esperándolo allí en caso de que fuera el primero en llegar o saludando a su compañero a la distancia si conseguía encontrarlo a la distancia.
— Una promesa es una promesa, y planeo cumplírtela. Yo te invito a lo que quieras, eres libre de escoger el lugar y lo que te apetezca de la carta. — Le respondió, levantando los pulgares con el puño cerrado débilmente, pero sintiendo cómo poco a poco su cuerpo empezaba a recuperar la movilidad. Resultaba ser -o al menos teorizaba- que no había descuadrado ni fracturado nada en su cuerpo, pero esa atroz sensación de entumecimiento en todo su cuerpo era tan incapacitante como para tenerle quieto un rato si se encontraba lo suficientemente debilitado. Tenía que anotarlo, no solo para futuros entrenamientos con Lemon sino también por cualquier ocasión en la que se encontrara de frente con un usuario de armas contundentes: Las condenadas golpeaban como un barco en tierra embistiéndote de frente, y comerse un golpe de frente de esa manera podía significar un problema mayor al desempeño restante del combate.
Su compañero no tardó en acercarse a revisar su condición, y cuando pudo verificar de primera mano el estado físico de Alistair, el emplumado lo observaría sacar un botiquín que usaría para atender a las heridas presentes en él, lo suficiente para que su cuerpo pudiera empezar su recuperación y descansar del daño que había sustentado. Cuando llegara a casa, seguro se tomaría una sarta de analgésicos; su cuerpo se sentía pesado y a la vez ligero, además de manifestar una sensación que imitaba a un millar de agujas recorriendo los grupos musculares que habían sido comprometidos. Un día normal en la vida de un revolucionario; eran heridas que tomaría con orgullo. Y con una incomodidad infernal cada vez que estornudara, pero con orgullo de todas formas.
A ese punto, había mas vendaje cubriéndolo que cuerpo, algo que no fue capaz de notar por no contar con ninguna reflección para señalárselo. Seguro que habría soltado una buena carcajada si se hubiera visto en ese momento. — Descuida, creo que... — Pausó un momento, moviendo lentamente cada parte grande móvil de su cuerpo una a la vez, verificando si alguna reaccionaba de mala manera al movimiento. Culminó en el Lunarian levantándose de la pila de madera que había resultado del choque, aparentemente sin ningún problema. Esperaba que así fuera, y no se tratara de un subidón de adrenalina engañando a su sistema nervioso. — ... Me siento bien dentro de lo que cabe, así que me gustaría pensar que no tengo nada que amerite un hospital. De todas maneras, en un rato me haré un chequeo completo para asegurarme de que estoy bien. ¡Así que todo irá bien, pase lo que pase! — No quería confesar que los martillos de Lemon por un segundo le dejaron tan aturdido como para no moverse; no por orgullo -no le molestaba admitir un buen derechazo de un aliado-, sino por no preocupar de más al hombre con el que entrenó.
Acompañado por Lemon, el Lunarian entonces haría exactamente lo dicho: Una vez tuviese un momento para sí mismo, empezaría a examinarse a sí mismo con cuidado en busca de cualquier herida irregular, quizá una fractura o perforación oculta, y se recostaría a dormir tan pronto estuviese satisfecho de no haber dado con nada.
...
Dejando de lado los punzones que recorrían su cuerpo a momentos irregulares, ¡se sentía de maravilla! Los Lunarians siempre habían sido una raza tozuda y resistente, era muy difícil tener a uno de esos pollos genuinamente tumbado por demasiado tiempo. O al menos así era el caso de Alistair; tener tan solo una referencia fiable -él mismo- hacía en extremo difícil entender qué en él era parte de su raza y qué era de él mismo.
Atípico de alguien que hasta hace un momento tenía dificultad para moverse, la energía desbordante del joven le hizo estar de pie temprano por la mañana, por lo que saldría a dar una vuelta por la ciudad en lo que llegaba la hora de encuentro pactada a por esas cervezas que su compañero había propuesto. ¡Lo prometido era deuda! Y nunca rechazaría una merecida bebida con un compañero de armas.
Por lo pronto, se dirigió al lugar que Lemon quería visita, esperándolo allí en caso de que fuera el primero en llegar o saludando a su compañero a la distancia si conseguía encontrarlo a la distancia.