Atlas
Nowhere | Fénix
28-10-2024, 11:24 AM
(Última modificación: 29-10-2024, 01:53 PM por Atlas.
Razón: Edit para añadir la parte del puñal
)
Voy a dar por hecho que en principio seguís el curso de acción sugerido por la Sargento Dashida, que parece ser la más interesada de todos en que la misión salga lo mejor posible. ¿Quién sabe? A lo mejor es verdad eso de que el supuesto confidente es también su amante. Habrá que estar atentos para ver si en algún momento sospechoso se escapan los dos por ahí. El caso es que, al margen de la conversación que mantengáis Lemon y Yoshi —si es que la mantenéis, claro—, los acompañantes de Lemon se ponen en marcha. Es inevitable que todos y cada uno de ellos fijen su mirada en el desconocido que ha abordado al soldado. Se puede apreciar cierta desconfianza en su rostro. Al fin y al cabo habéis llegado allí de incógnito y en teoría como personas que vienen a comerciar con hortalizas. ¿A cuenta de qué conoce Lemon a alguien precisamente en Demon Tooth? Es sospechoso y una sorprendente casualidad, ¿no os parece?
Sea como sea, el hecho es que entre todos cargan las cajas y comienzan a subir desde el puerto para alcanzar al propia Villa Shimotsuki. Os movéis por un entorno repleto de frondosa vegetación. Aunque no se muestran a las claras, sabéis a la perfección que un sinfín de ojos animales os observan desde detrás de los árboles que flanquean vuestro paso. Hay miradas de curiosidad, pero otras ven en vosotros una oportunidad de probar algo nuevo. Al menos esa sensación me da a mí, claro. Lo mismo en realidad no hay nadie y simplemente os estáis dejando llevar por la emoción del momento.
En cualquier caso, finalmente alcanzáis la plaza central de al villa y, tal y como os dijo la sargento, podéis comprobar que hay mucha gente en la calle. El templo está cerrado a cal y canto porque ya han terminado los oficios, pero las puertas del dojo principal están abiertas y hay un sinfín de puestos repartidos por la zona. Algunos son comercios de artesanía, mientras que otros hacen las veces de bares, puestos de juego y casi cualquier cosa que se os ocurra. El dojo principal se usaba como tal antaño, pero con el tiempo y, sobre todo, con la separación entre quienes practican la disciplina de la espada y quienes usan su propio cuerpo, su uso quedó limitado para ocasiones muy especiales. En la actualidad, fuera de esos eventos se usa muchas veces con fines administrativos y burocráticos.
En cualquier caso, mientras cargáis las cosas puedes ver cómo Dashida se adelanta y se dirige a un tipo con gafas y una cola larga. Luce un porte serio y sobrio y lleva una espada al lado izquierdo de su cuerpo. El tipo os mira mientras la sargento habla con él, asiente y señala un puesto que por el momento permanece cerrado. Es entonces cuando ella, con una gran sonrisa, se vuelve hacia vosotros y os indica que la sigáis hasta allí. El tipo, por su parte, se pierde entre el gentío en dirección a la zona del dojo central. Hay bastante bullicio en la zona, por cierto. Lo hay en la villa en general, pero en torno a esa edificación en concreto incluso un poco más.
Tal vez habrá pasado una hora desde que los gemelos Mori han terminado de montar el puesto. Por su parte, el Oficial Matisse intenta atraer la atención de los viandantes para que compren vuestra fruta con una convicción sorprendente. Sí que se ha metido bien en el papel, sí. Dashida despacha al otro lado del mostrador mientras el gemelo intenso repasa una y otra vez la mercancía y el perezoso... Bueno, ése no hace nada, sólo observa. En lo que esperáis el momento de comenzar a hacer vuestros movimientos, podéis ver cómo el gentío comienza a moverse, como apartándose para dejar sitio a alguien.
Efectivamente, una comitiva centrada por un tipo de pelo canoso y largo recogido en una cola, gafas, gesto amable y porte sorprendentemente atlético discurre entre los puestos. El tipo, quien sin duda es uno de los sabios de la isla —los lugareños se refieren a él por su nombre, Ryoji Saito, y le brindan reverencias y gestos de respeto—, centra el grupo y demuestra un gran talante fruto de la experiencia para no saltarse a nadie y no entretenerse demasiado.
—Estos son unos amigos que vienen desde bastante lejos para ofrecernos las frutas de su tierra —os presenta el confidente cuando el sabio llega hasta vuestra posición.
—Es todo un placer tener visitantes de tierras tan lejanas. Koku me había hablado de vosotros antes, pero no esperaba encontrar a un grupo tan joven. ¡Sí, siempre es una alegría ver a las nuevas generaciones tan dispuestas a trabajar y colaborar! —sentencia al tiempo que os dirige una mirada amable.
Sin embargo, cuando os queréis dar cuenta el confidente, Koku, ha desenvainado su katana y la ha blandido frente al rostro de Saito. Un sonido metálico se extiende por la zona. Un instante después, con el acero de Koku aún ocupando su posición frente al rostro de Saito, un puñal de pequeñas dimensiones cae al suelo. Alguien le ha salvado la vida a alguien, ¿no os parece? Todos los asistentes enmudecen antes de que un grito de miedo haga cundir el pánico en la zona. No son pocos los que empiezan a correr en busca de refugio, mientras que otros simplemente se dedican a gritar.
—Allí —grita entonces Koku, señalando a una posición entre dos casas aledañas de la que ves desaparecer una sombra. Para cuando quieres reaccionar, Matisse ya ha dado a Dashida la orden de perseguir al tipo y, con un rápido vistazo, os ordena a los gemelos Mori y a ti que aseguréis el perímetro sin revelaros como militares.
Sea como sea, el hecho es que entre todos cargan las cajas y comienzan a subir desde el puerto para alcanzar al propia Villa Shimotsuki. Os movéis por un entorno repleto de frondosa vegetación. Aunque no se muestran a las claras, sabéis a la perfección que un sinfín de ojos animales os observan desde detrás de los árboles que flanquean vuestro paso. Hay miradas de curiosidad, pero otras ven en vosotros una oportunidad de probar algo nuevo. Al menos esa sensación me da a mí, claro. Lo mismo en realidad no hay nadie y simplemente os estáis dejando llevar por la emoción del momento.
En cualquier caso, finalmente alcanzáis la plaza central de al villa y, tal y como os dijo la sargento, podéis comprobar que hay mucha gente en la calle. El templo está cerrado a cal y canto porque ya han terminado los oficios, pero las puertas del dojo principal están abiertas y hay un sinfín de puestos repartidos por la zona. Algunos son comercios de artesanía, mientras que otros hacen las veces de bares, puestos de juego y casi cualquier cosa que se os ocurra. El dojo principal se usaba como tal antaño, pero con el tiempo y, sobre todo, con la separación entre quienes practican la disciplina de la espada y quienes usan su propio cuerpo, su uso quedó limitado para ocasiones muy especiales. En la actualidad, fuera de esos eventos se usa muchas veces con fines administrativos y burocráticos.
En cualquier caso, mientras cargáis las cosas puedes ver cómo Dashida se adelanta y se dirige a un tipo con gafas y una cola larga. Luce un porte serio y sobrio y lleva una espada al lado izquierdo de su cuerpo. El tipo os mira mientras la sargento habla con él, asiente y señala un puesto que por el momento permanece cerrado. Es entonces cuando ella, con una gran sonrisa, se vuelve hacia vosotros y os indica que la sigáis hasta allí. El tipo, por su parte, se pierde entre el gentío en dirección a la zona del dojo central. Hay bastante bullicio en la zona, por cierto. Lo hay en la villa en general, pero en torno a esa edificación en concreto incluso un poco más.
Tal vez habrá pasado una hora desde que los gemelos Mori han terminado de montar el puesto. Por su parte, el Oficial Matisse intenta atraer la atención de los viandantes para que compren vuestra fruta con una convicción sorprendente. Sí que se ha metido bien en el papel, sí. Dashida despacha al otro lado del mostrador mientras el gemelo intenso repasa una y otra vez la mercancía y el perezoso... Bueno, ése no hace nada, sólo observa. En lo que esperáis el momento de comenzar a hacer vuestros movimientos, podéis ver cómo el gentío comienza a moverse, como apartándose para dejar sitio a alguien.
Efectivamente, una comitiva centrada por un tipo de pelo canoso y largo recogido en una cola, gafas, gesto amable y porte sorprendentemente atlético discurre entre los puestos. El tipo, quien sin duda es uno de los sabios de la isla —los lugareños se refieren a él por su nombre, Ryoji Saito, y le brindan reverencias y gestos de respeto—, centra el grupo y demuestra un gran talante fruto de la experiencia para no saltarse a nadie y no entretenerse demasiado.
—Estos son unos amigos que vienen desde bastante lejos para ofrecernos las frutas de su tierra —os presenta el confidente cuando el sabio llega hasta vuestra posición.
—Es todo un placer tener visitantes de tierras tan lejanas. Koku me había hablado de vosotros antes, pero no esperaba encontrar a un grupo tan joven. ¡Sí, siempre es una alegría ver a las nuevas generaciones tan dispuestas a trabajar y colaborar! —sentencia al tiempo que os dirige una mirada amable.
Sin embargo, cuando os queréis dar cuenta el confidente, Koku, ha desenvainado su katana y la ha blandido frente al rostro de Saito. Un sonido metálico se extiende por la zona. Un instante después, con el acero de Koku aún ocupando su posición frente al rostro de Saito, un puñal de pequeñas dimensiones cae al suelo. Alguien le ha salvado la vida a alguien, ¿no os parece? Todos los asistentes enmudecen antes de que un grito de miedo haga cundir el pánico en la zona. No son pocos los que empiezan a correr en busca de refugio, mientras que otros simplemente se dedican a gritar.
—Allí —grita entonces Koku, señalando a una posición entre dos casas aledañas de la que ves desaparecer una sombra. Para cuando quieres reaccionar, Matisse ya ha dado a Dashida la orden de perseguir al tipo y, con un rápido vistazo, os ordena a los gemelos Mori y a ti que aseguréis el perímetro sin revelaros como militares.