Alguien dijo una vez...
Bon Clay
Incluso en las profundidades del infierno.. la semilla de la amistad florece.. dejando volar pétalos sobre las olas del mar como si fueran recuerdos.. Y algún día volverá a florecer.. ¡Okama Way!
[Común] [C - Pasado] La primera regla del club... digo, ¿qué?
Atlas
Nowhere | Fénix
Cabecilla en apariencia desafiante, algo soberbia. Junto a ella, alguien con aire despreocupado que seguramente se tomaba más molestias en exagerar lo que aparentaba que en serlo realmente. Detrás de ellos, el resto de un grupo de lo más variopinto que parecía disfrutar con la incomodidad que su actitud provocaba en el ambiente. De cualquier modo, lo que más llamativo resultaba era el aura animal que desprendía quien llevaba el estandarte de líder. Efectivamente, aquel pequeño batallón olía a conflictivo desde lejos. Al mismo tiempo, por desgracia o por fortuna, desprendían un aroma a posibles promesas que resultaba difícil de obviar. Sí, me querían recordar a alguien...

El nombre de ella no tardó en ser revelado por el sargento, que la recibió con la familiaridad y la irreverencia con la que se desenvolvía en ese ambiente. Era curioso cómo el condenado era tan hábil para mantener ese aire canalla y chulesco en todo momento cuando era necesario. Hacía ver que actuaba al margen de todo y de todos, que sólo buscaba beneficio personal, cuando en realidad hacía todo lo contrario. Apostaba como el que más, eso sí, pero los beneficios que sacaba eran destinados a la propia Marina: familias de marines caídos, programa de educación de huérfanos de catástrofes y guerras y todo tipo de actividades. A mis ojos podía ser perfectamente el prototipo de marine, la clase de persona que haría del mundo un lugar mejor y más justo. Sin embargo, prefería permanecer en la sombra en todo momento. Llevaba a cabo un trabajo meticuloso y silencioso, siempre bailando entre el fango y el agua con maestría para asegurarse de que nadie cayese al vacío... La había llamado Frida.

Camille no se mostró dispuesta a asumir ni el menor intento de la mujer por quedar por encima de ella. El primer comentario fue recibido con el escudo bien alto y la lengua afilada. Tuve que contener una sonrisa burlona al ver la reacción de la oni. ¿En qué momento se había puesto tan seria? Habíamos ido allí a hacer un favor. Por supuesto que íbamos a dejarnos la piel para dejarles claro a esos reclutas recién incorporados que debían dejar su antigua vida atrás, pero precisamente ése debía ser el juego en que Frida se encontraba cómoda. Aprovechando la intervención de Garnett, estiré el brazo en dirección a Camille y aferré su antebrazo, haciendo la presión justa para llamar su atención y que entendiera el mensaje. Debíamos demostrarles que allí no valían la altanería y la soberbia, que allí se hablaba con actos y demostrando habilidades. La idea que debía rondar sus mentes al final de la noche es que aquello no era un patio de colegio en el que pudiesen ir amenazando o campando a sus anchas. Aquello era mucho más importante y en cualquier momento podías tener alguien a tu lado capaz de romperte los dientes sin inmutarse, pero no se hacía porque había un bien común más importante por el que todos luchábamos en conjunto. Era tremendamente sencillo en el fondo, pero al provenir de según qué ambientes o dificultades vitales podía resultar un poco más difícil desarrollar esa perspectiva.

—Vamos, Jory —dijo Frida con una sonrisa sarcástica en el rostro al skypeian de las alas teñidas. Con un gesto de cabeza, todo el grupo se fue a una zona apartada mientras el que parecía ser el segundo al mando silbaba sin cesar distraídamente.

—¡Bienvenidos y bienvenidas a una nueva edición del Torneo del Calabozo! Como ya sabéis, éste es un evento para quienes estamos un poco cansados de la encorsetada vida con la que nos obsequia la Marina. A todos nos gusta nuestro sueldo fijo, ¿verdad?, pero hay veces en la que el cuerpo pide algo... diferente, algo... excitante, algo... que apasione. ¿No es así?

Las cabezas de la mayoría de los asistentes asintieron en silencio. Una sonrisa animal comenzó a dibujarse en el rostro de Frida. Al mismo tiempo, el resto de integrantes de su grupo se preparaban para lo que mejor se les daba: meterse en líos. Por su parte, Jory se había sentado en el suelo con las piernas cruzadas y había decidido comenzar a mascar un chicle. El sargento Garnett siguió hablando:

—Es muy sencillo. Para los nuevos: no empleamos armas de filo, porque se nos podría caer el tinglado y eso no le interesa a nadie. ¿Golpes? Los que queráis siempre que el otro pueda trabajar mañana, ¿de acuerdo? Al inicio del torneo se hacen emparejamientos aleatorios. Las apuestas se hacen ronda a ronda, claro, y sólo puede quedar un vencedor que pasa a ser el Rey Del Calabozo hasta la siguiente edición. ¿Que cuándo será la siguiente? Ya sabéis que esto no es fácil, chicos. Si los organizase todas las semanas o todos los meses nos acabarían atrapando. Intento ser errático. En ocasiones hago dos torneos en una semana, otras veces me tiro varios meses haciendo uno al mes y he llegado a estar casi un año sin organizar ninguno. En resumen, que no dejéis pasar la oportunidad. ¿Quién vence? Quien noquee al contrincante, lo saque de los límites o provoque que se rinda. Sencillo, ¿verdad? Dicho esto, vamos con el sorteo.

Además del grupo de seis y nosotros había otras ocho personas para formar un total de dieciséis. En la primera ronda me tocó enfrentarme contra un tal Sahito Ryumei, un muchacho humano extremadamente corpulento que llevaba en Loguetown algo menos de una semana y ya se había peleado con la mitad de su pelotón. A Camille, por su parte, le tocó en el sorteo el tipo que parecía un león pero no era un mink.

—En primer lugar, ¡Frida contra Bazzle! ¡Hagan sus apuestas! —exclamó Garnett, y manos repletas de billetes comenzaron a alzarse para demostrar su confianza en uno de los contendientes.
#19


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RE: [C - Pasado] La primera regla del club... digo, ¿qué? - por Atlas - 28-10-2024, 11:29 AM

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